La participación de las bases, la democracia interna, el debate continuo y la presencia de los círculos han sido banderas que Podemos ha exhibido desde su nacimiento. El partido que irrumpió por sorpresa en el Parlamento Europeo tras las elecciones de 2014 con la ... promesa de asaltar los cielos y que llegó a Les Corts un año después y fue determinante para terminar con dos décadas de gobiernos del PP no ha parado en ningún momento de replantearse su estructura, discurso, líderes y todo tipo de cuestiones internas. Esta posición, a priori positiva, se ha llevado al extremo en la Comunitat Valenciana hasta el punto de que la alta inestabilidad interna que ha sido una constante desde su nacimiento ha impedido consolidar a la formación morada en las provincias valencianas. La sensación es que en las familias que componen la formación en la Comunitat aprovechan cualquier oportunidad para enfrentarse por el poder en vez de centrarse en las demandas de los ciudadanos.
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Las luchas de Podemos han llevado a que en cinco años hayan existido tres líderes (y hasta cuatro si tenemos en cuenta el período de interinidad), lo que ha impedido a ninguno crear una apuesta a largo plazo. Antonio Montiel, el primer secretario general valenciano del partido de los círculos y persona de la máxima confianza de Íñigo Errejón, no pudo ni terminar en el cargo la pasada legislatura, la primera en la que Podemos estuvo presente. A mitad mandato fue relevado tras unas votaciones internas en las que se presentaron tres alternativas, una continuista con Montiel encabezada por Fabiola Meco, una segunda más autonomista representado por el sector crítico que tenía de referente a Antonio Estañ y una tercera desarrollada por el líder nacional Pablo Iglesias que personificaba la entonces senadora Pilar Lima. Estañ venció pero su mandato fue breve y tras poco más de dos años al mando terminó renunciando a formar parte de las listas de las últimas autonómicas y dimitió al decidir que era el momento de abandonar la política, lo que llevó a instaurar a finales de 2019 una gestora.
El último proceso interno para elegir a un líder tuvo lugar en plena pandemia, en el verano de 2020, cuando los tres sectores que ya compitieron en las anteriores primarias valencianas revivieron el enfrentamiento. Lima volvió a representar a los afines a Iglesias, Naiara Davó, portavoz en Les Corts durante el primer año de legislatura, tomó el relevo de Estañ y los herederos del errejonismo articularon una lista en torno a Fernando Navarro, concejal de Castellón. Pilar Lima fue elegida como nueva coordinadora general de Podemos en la Comunitat tras imponerse por la mínima (38 votos) a Naira Davó y el proceso abrió brechas en el partido que apenas se han podido cerrar ya que la conformación de la dirección, que tan solo incluyó afines a Lima y dejó fuera a todos los representantes de Davó, no contribuyó a instaurar la paz entre los diferentes sectores.
La fuerza de la coordinadora general se basa en que todos los representantes valencianos de Podemos en el Gobierno que comparten PSOE y Unidas Podemos. En esta familia se integran desde el director general de Inspección de Trabajo, Héctor Illueca, hasta María Teresa Pérez, directora general del Instituto de la Juventud o las diputadas Susana Ruiz y Rosa Medel. El problema es que estos dirigentes se centran más en Madrid que en la Comunitat y eso le ha generado cierta desazón ante el resto de representantes podemistas. Por ello, desde que accedió a la coordinación autonómica se ha dado más peso a personas como Esther Sanz, que también forma parte de la ejecutiva estatal, o Carles Fons, secretario de organización de la formación. Del mismo modo, ha buscado el apoyo del antiguo sector de los anticapitalistas que representa Lidia Montero o Àngels Varó, las dos ahora en la dirección autonómica.
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Pero las primarias autonómicas de hace un año no han sido, ni mucho menos, el último episodio de inestabilidad durante la crisis sanitaria. A finales de 2020, la portavocía de la ciudad de Valencia volvió a enfrentar a los dos principales sectores. En este caso, Lima apostó por Consuelo Poveda, que como ella ya había perdido unas elecciones internas, mientras que los afines a Davó hicieron lo propio con Adoración Guamán. Sin embargo, ante la previsión de una batalla abierta Guamán decidió en el último momento dar un paso al lado para evitar volver a dar una imagen de división. Ni un mes después, en enero de 2021, cuando estas heridas apenas se habían cerrado, Lima volvió a forzar una crisis en este caso por la portavocía en Les Corts. Incumpliendo su palabra, propuso el relevo de Davó para situarse a sí misma como síndica y a punto estuvo el grupo de fracturarse. Finalmente, Davó aceptó el cambio pero la misma comisión de garantías de Podemos reprochó cómo se había llevado a cabo el proceso.
La única vez que se pudo articular una lista con relativo consenso fue de cara a las elecciones autonómicas, cuando se apostó por consensuar un candidato entre los afines a Iglesias y la dirección que lideraba Estañ. Del proceso salió el nombre de Rubén Martínez Dalmau, actual vicepresidente segundo del Consell y conseller de Vivienda, que aún así contó con una importante contestación interna representada de forma indirecta por Antonio Montiel, el primer líder podemista valenciano. Cuando se instauró la gestora Dalmau actuó de facto como referente de Podemos en la Comunitat ante la falta de un líder y eso le llevó a crear sin problemas su propia estructura en su departamento de la Generalitat. De esta forma, ni tan siquiera tenía que rendir cuentas a nadie para realizar cambios tan significativos como cesar a altos cargos de su departamento. Esto, unido al hecho de que se decantará por apoyar a Davó en el proceso interno del que Lima salió vencedora le ha alejado de la actual cúpula. Y este respaldo, aunque sería difícil, le podría salir caro a Martínez Dalmau ya que aunque Lima mantiene que continuará como vicepresidente segundo sus relaciones son algo tirantes.
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Martínez Dalmau es el principal activo de la familia política de los afines a Davó y que se ha disputado el poder con Lima. Los mismos, representan la mayoría en el grupo parlamentario y así lo confirman diputados como Ferrán Martínez, Beatriz Gascó o Irene Gómez o la asesora Rocío Segura. También cuenta con el respaldo de concejales como Rafael Mercader, edil de Manises y responsable local de Urbanismo, y referentes más locales como Ainhoa Alberola o Anabel Mateu.
A todos estos enfrentamientos entre las dos principales familias hay que sumar grandes bajas en los parlamentarios tanto nacionales como autonómicos y que otras figuras que participaron en la fundación como Sandra Mínguez o Ángela Ballester estén ya fuera del proyecto, lo que da la sensación de que se han malgastado muchos activos. Algunos de sus dirigentes no dudan en admitir que el partido se ha convertido en una verdadera máquina de picar carne y que no deja de destruir talento.
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Los últimos movimientos nacionales también influyen. La salida de Pablo Iglesias tras los discretos resultados de Unidas Podemos en las elecciones de Madrid también altera el tablero de juego. Con su renuncia, Lima se queda sin su principal valedor y aunque todos los valencianos afines se mantienen en sus puestos e Ione Belarra, la clara favorita para ser la nueva secretaria generales del partido, contará con esta familia pablista en su nueva dirección, pierde algo de fuerza. Por su parte, la completa desvinculación de Íñigo Errejón del partido que creó también ha llevado a que sus últimos afines hayan dejado el proyecto. Este es el caso de la exdiputada Ángela Ballester o Jaume Monfort, director general de Calidad, Rehabilitación y Eficiencia Energética. De hecho, algunas figuras en su día relevantes como Llum Quiñonero, exdiputada en Les Corts, participaron en la lista de Compromís que surgió tras el pacto con Más País y el también exparlamentario David Torres ya forma parte de la formación de Mónica Oltra.
¿Y la consecuencia de este enfrentamiento tan complejo y a veces considerado infinito cuál ha sido? Pues que se ha descuidado una parte fundamental del trabajo como es la expansión y consolidación territorial de Podemos y que llevó a empeorar los resultados autonómicos de 2019 respecto a 2014 y en especial a una debacle en las votaciones municipales que tuvieron lugar un mes después y que supusieron, entre otras cosas, la desaparición del proyecto morado en la ciudad de Valencia al no lograr el mínimo del 5% de los votos. Y eso que en la anterior cita electoral se utilizaron marcas blancas como València en Comú para presentar a sus candidatos. Ahora, la formación debe centrarse en consolidar su estructura por toda la Comunitat Valenciana si quiere continuar teniendo un papel en la política valenciana porque es una realidad que en esta autonomía comparte espacio con Compromís, con una apuesta mucho más firme que en votaciones locales y regionales trasmite al elector de izquierdas mucha más seguridad.
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