El tripartito está abonado al último minuto. Esa querencia a tensar la cuerda entre ellos les pasó factura ayer en la comisión de Hacienda, que se postergó al lunes una vez el Botánico constató que el resto del mundo sigue girando durante sus negociaciones. En Les Corts tocaba debatir la Ley de Acompañamiento, las enmiendas. Una de ellas generaba expectación. El cambio que quería aprobar el PSPV perseguía cumplir una promesa que hizo Puig al empresariado: la bonificación del impuesto de sucesiones. Sin embargo, sus socios botánicos, Compromís y Podemos, no estaban dispuestos a esa exención total. Los socialistas habían amenazado hace dos semanas que pactarían con la derecha. «Haremos todo lo posible», advirtió entonces el portavoz del PSPV, Manolo Mata: «Todo lo que pueda».
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Sin embargo, esa negociación del PSPV con la oposición no se produjo. Ayer, en el último momento, nadie sabía qué pasaría. El portavoz en la comisión de Cs, Tony Woodward, lo preguntó dos veces durante la sesión de manera expresa. La razón de que no le respondieran era tan fácil como kafkiana: en el tripartito tampoco lo sabían. La síndica de Podemos en Les Corts, Naiara Davó, recibió mensajes de sus compañeros podemistas en el Consell, instándole a negociar. Finalizó el turno de exposición y posicionamiento sobre las propuestas. El Botánico pidió un receso de un cuarto de hora para debatir su propia enmienda, una prórroga 'in extremis' para parchear una ley de acompañamiento teóricamente pactada previamente entre ellos.
Eran las 12.50 horas. Los diputados de la derecha se quedaron en la comisión a esperar un cuarto de hora, veinte minutos, media hora... Se cumplieron 45 minutos. La izquierda no daba señales de vida. Los parlamentarios del PP, Ciudadanos y Vox se levantaron y se fueron. Incluida Eva Ortiz, a la sazón presidenta de la comisión, y que explicó el porqué de su marcha: «Es una falta de respeto».
Entre trágico y cómico fue el gesto de los diputados del tripartito, que regresaron a la comisión a las 13.37 horas. Cundió el desconcierto ante la ausencia de la derecha. «¿Y ahora qué hacemos», preguntó un socialista. El letrado de la comisión llamó por el móvil discretamente, al estilo 'Houston, tenemos un problema'. El jurista consultó qué hacer. «Qué fem?», interrogó también un parlamentario de Compromís.
Mata, en teoría sustituyendo a un compañero del PSPV en la comisión pero en realidad tutelando la negociación, tomó la voz cantante para poner orden en un desaguisado en el que, por otro lado, él tenía también su parte de responsabilidad. El Botánico había pospuesto hasta el último momento las conversaciones para llegar al acuerdo, que consiste finalmente en eliminar el requisito de facturar menos de 10 millones para las empresas que quieran librarse del impuesto en dos supuestos: empresas agrícolas y unipersonales. Un premio de consolación para el PSPV, que a cambio cedió el aumento del 1,9% al 2% del impuesto de Actos Jurídicos Documentados (AJD).
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El tripartito se tomó un tiempo excesivo para un acuerdo previsible. Presentó una enmienda nueva, modificada, pero para su aprobación no era suficiente ser mayoría, que lo eran. Debían trasladarla a los diputados de la comisión, y los de la oposición ya no estaban. Así que la comisión quedó postergada al lunes. Y se fueron de puente.
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