FERRIOL MOYA
Jueves, 28 de febrero 2019, 00:37
«No adelantará las elecciones autonómicas, olvídate». La frase más repetida en el entorno del Palau de la Generalitat se empeña en poner en cuestión la posibilidad, que existe, de que Ximo Puig decida adelantar las elecciones autonómicas y convocarlas el 28 de abril, coincidiendo con las elecciones generales. «Hasta el 5 de marzo hay tiempo, es posible pero no es probable» fue la sentencia del propio presidente en una entrevista concedida a este diario.
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Hasta el martes de la semana que viene, por lo tanto, queda tiempo. Puig ha venido amagando con el adelanto, en línea con las voces del Palau y del grupo parlamentario que consideran que la decisión tendría más ventajas que inconvenientes. Entre las primeras, las vinculadas a aprovechar la movilización del electorado de izquierdas antes las generales del 28-A. Entre las segundas, las que tienen que ver con el puente de San Vicente en Valencia y el rechazo que el eventual adelanto genera en Compromís, socio del PSPV en el actual Consell y colaborador necesario para la próxima legislatura. Convencer a Mónica, se explica, puede ser la gran dificultad.
En las últimas fechas, y a pesar de que el propio Puig reconoce que no es probable el adelanto, los rumores sobre una eventual convocatoria electoral se han intensificado. Y esa circunstancia coincide con los contactos que el presidente valenciano ha mantenido con la dirección federal del PSOE. La decisión de disolver Les Corts y convocar elecciones es exclusiva del presidente de la Generalitat. Pero, obviamente, una decisión de esa trascendencia no se adopta sin pulsar la disposición existente en Madrid a que el jefe del Consell adopte esa decisión-
Y esa predisposición es buena. Fuentes de la calle Ferraz han trasladado a este diario que la dirección federal ha trasladado al presidente valenciano el criterio de que la decisión que adopte en relación con un eventual adelanto electoral contará con el respaldo de Pedro Sánchez y su equipo. «El partido estará con el president para lo que decida, tanto en un caso como en otro».
Ese respaldo por parte de la dirección federal no tiene por qué condicionar la decisión de Puig -y muy probablemente no lo haga-. Pero los datos que Ferraz ha trasladado al líder de los socialistas valencianos respecto a las expectativas electorales con las que afrontan el 28-A sí que podrían, como mínimo, hacerle pensar una vez más los pros y contras de una decisión de este calado.
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¿Y cuáles son esos datos? La dirección del PSOE maneja encuestas que en consonancia con las que han publicado en las últimas fechas diversos medios de comunicación, sitúan sus expectativas de resultados por encima de los 115 escaños. La cifra -el PSOE parte de sus actuales 84 diputados- puede no decir gran cosa porque la mayoría absoluta se sitúa en 176. Pero el porcentaje de voto que los socialistas se han fijado como objetivo, el 30%, sí que podría resultar clave.
Al margen del planteamiento que hace Ferraz respecto a si con ese resultado se superarían los 120 escaños -y con la suma de Podemos y los nacionalistas podría superarse la mayoría absoluta-, visto desde la óptica de los socialistas valencianos, ese 30% resulta toda una tentación. El PSPV obtuvo hace cuatro años, en las autonómicas de 2015, un porcentaje de voto del 20,3%. «El peor resultado de su historia», se proclamó desde la derecha. Pero, al fin y al cabo, un resultado que permitió a Ximo Puig convertirse en presidente de la Generalitat y con el que ha podido gobernar sin excesivos sobresaltos toda la legislatura.
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Los socialistas valencianos están convencidos de poder superar ampliamente el resultado de 2015. La legislatura ha consolidado el perfil 'presidencial' de Puig, a la vez que ha devaluado la imagen de la líder de Compromís, Mónica Oltra. La caída en picado de Podemos, cuyas dimensiones no resultan fáciles de vaticinar, y la movilización del electorado de izquierdas, ayudan a los socialistas valencianos a sentirse confiados.
Pero mejorar ese 20% es una cosa, y plantearse un apoyo que se acerque al 30% otra muy distinta. En la sede de los socialistas en la Avenida del Oeste se anticipan porcentajes de apoyo que, según sus estimaciones, podrían rondar el 25%, a cinco puntos de distancia de las expectativas del PSOE.
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Esa diferencia de porcentajes es uno de los argumentos que Puig tiene sobre la mesa -y tendrá hasta el próximo martes- para tomar una decisión. Hacer coincidir autonómicas y generales permitiría 'arrastrar' voto entre una y otra cita. «La movilización que se puede lograr el 28-A será muy difícil de repetir apenas un mes después», admiten fuentes de la dirección del PSPV. El voto diferenciado, el que distingue entre formaciones políticas en función de la cita electoral de que se trate, no es significativo. Y, en cambio, que un votante «extienda» su apoyo a otra mesa electoral entra dentro del previsible comportamiento electoral.
De manera que lo que Puig tiene sobre la mesa es eso, la invitación a sumar la cita autonómica a las generales con la expectativa de poder sumar a su resultado la movilización que pueda obtener Pedro Sánchez. El movimiento puede resultar atractivo -el porcentaje en las generales siempre supera al autonómico- pero no resuelve algunos de los 'peros' con los que se encuentra el jefe del Consell para adoptar una decisión así.
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Entre ellos, el vinculado a la negativa de la líder de Compromís a un avance electoral. El argumento de la movilización de la izquierda puede no convencer a Oltra, sabedora de que su coalición tiene en el anclaje con las elecciones municipales uno de sus factores más atractivos. «¿Donde pone que adelantar elecciones, y no dejarlas en mayo, da más garantías de que el Botánico mantenga la mayoría absoluta?», reflexiona un cargo de la coalición nacionalista, que entiende el análisis que hacen los socialistas en clave de «conveniencia partidista», y en ningún caso vinculado a razones de beneficio para la Comunitat.
Entre los socialistas, además, también está consolidado el análisis de que el aparato del partido no está en condiciones de afrontar un adelanto electoral. «No se ha hecho el trabajo previo», señala una fuente que apunta al secretario de Organización, José Muñoz, como responsable de esta circunstancia. «No sería imposible, pero con tan poco tiempo sería muy difícil», explican quienes creen que la maquinaria electoral del PSPV está lejos de poder afrontar un adelanto electoral con garantías.
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Con argumentos a favor y en contra, Puig optará previsiblemente por esperar hasta el último momento para tomar una decisión. En su entorno son varias las voces que dan más importancia a los argumentos para avanzar comicios que para mantenerlos el 26 de mayo, de la misma manera que esas mismas voces reconocen, en privado, que ven poco probable que Puig acabe dando un paso de esa trascendencia política.
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