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¿Quién traicionó a Zaplana? ¿Quién ideó el plan para iniciar una investigación que ha terminado con el expresidente de la Generalitat y exministro condenado a diez años y cinco meses de prisión? El sumario del caso Erial es una pila de miles de folios ... donde, tras meses de intenso trabajo, no se ha podido determinar quién escribió los cinco folios que han noqueado a uno de los políticos más influyentes de la historia reciente de la Comunitat. No por su contenido sino por las pistas dadas para iniciar el proceso. Nadie sabe el nombre del rival que ha tirado a la lona al campeón, acusado de amasar una fortuna gracias a las adjudicaciones de las ITV. En este caso, las casualidades no existen.
La única pista que hay son los conocidos como 'los papeles del sirio', unos documentos que supuestamente se hallaron en un piso en el que vivió Zaplana y que detallaban un plan para la adjudicación de los parques eólicos de la Comunitat Valenciana -al final ha sido condenado por cohecho y blanqueo por las adjudicaciones de las ITV-: «Cinco hojas a máquina con tachaduras y un recorte de periódico fechado el 3 de noviembre de 2009».
La Guardia Civil halló los papeles en una pila de documentación que el hermano de Marcos Benavent 'el yonki del dinero' había llevado a un despacho de abogados de la calle Yecla. Los agentes fueron a recopilar información sobre Imelsa y en ese océano de folios hallaron el primer paso del caso Erial, unos folios escritos a máquina y tachados con bolígrafo, que pueden dar con los huesos de Eduardo Zaplana en la cárcel, ya que ha sido condenado a diez años y cinco meses de prisión.
¿De dónde salieron los papeles? El primero en dar una pista fue Marcos Benavent, quien aseguró que fue Imad Ahmad Al Naddah -de ahí 'los papeles del sirio'- el que le entregó los documentos. Ambos se conocían por coincidir en actos del Ayuntamiento de Valencia y de la Generalitat por ser Imad responsable de la comunidad árabe en la ciudad. La investigación certifica que el único dato real es que estas dos personas se conocían y que uno remitió los papeles al otro. Eso es irrebatible, lo único seguro en este asunto cogido con pinzas.
¿Y cómo llegaron a manos de Imad Ahmad? El ciudadano árabe apuntó en su declaración que los halló en un piso que alquiló entre 2008 y 2015 en la plaza Legión Española, que antes había sido ocupado por el matrimonio Zaplana-Barceló. Según el testigo, los encontró en un hueco de la pared del dormitorio principal, al lado de la caja fuerte. Aseguró que sólo había encontrado los documentos escritos a máquina, no el artículo de prensa sobre las adjudicaciones del plan eólico -ese artículo es posterior a la salida de Zaplana y de su esposa del piso-.
Una versión que posteriormente fue contradicha por Marcos Benavent, que cambió su declaración original, y que aseguró que ambos se inventaron el lugar en el que se encontraron los papeles, y que no fue en la casa del matrimonio Zaplana-Barceló. Tampoco dijo dónde, generando nuevas dudas.
La investigación destaca que Imad Ahmad mantuvo en todo momento el mismo relato pero destaca que es imposible corroborar la versión con alguna prueba. Benavent, que en principio sí que apuntó que los folios se hallaron en casa del expresidente, justificó su giro en la declaración diciendo que en su primera comparecencia no estaba en sus facultades mentales y físicas. El 'yonki del dinero' tampoco pudo explicar por qué se habían inventado la historia, por qué su conocido tenía vinculaciones con la policía y añadió que vio los documentos por primera vez sin tachaduras y que eran más de 300 folios. Una serie de incongruencias que dejan muchas preguntas sin resolver en la investigación.
Algunos testigos apuntaron durante toda la instrucción que todo fue una maniobra para tender una trampa a Zaplana, para que se iniciara una investigación. Una teoría de la conspiración que no ha podido ser probada a vista del tribunal.
Las pruebas realizadas, según consta en el auto de la sentencia, confirman que no hay un dato objetivo que demuestre que esos cinco folios fueran escritos por Eduardo Zaplana o que los hubiera tenido en sus manos, porque no hay ninguna prueba de ADN que así lo confirme, «por lo que parece claro que no pudo ser un documento olvidado por él en la referida vivienda». Zaplana siempre se mantuvo firme en su declaración: no soy el autor de esos documentos.
Al final, alguien puso allí unos papeles que se convirtieron en un hallazgo casual con consecuencias determinantes: «Un hallazgo casual del que se dio cuenta al juez de instrucción y que sirvió como punto de partida de la investigación policial, sin más. Un hallazgo casual lícito que sirvió de punto de partida de la investigación policial y de la instrucción de la causa». Una trampa o no, el efecto mariposa ha terminado con la condena del expresidente de la Generalitat. Del posible amaño del plan eólico, donde el juez no ha visto arreglo, a caer por las ITV.
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