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La ciudad de Valencia ha vivido este año su mes de diciembre más cálido desde que hay registros meteorológicos. De hecho, la noche del 31 ... de diciembre se alcanzaron 23,8 grados, la temperatura más alta en una Nochevieja desde hace más de 150 años. Pero la subida del termómetro no parece trasladarse a la confortabilidad de las oficinas de la Generalitat, en sus distintos edificios, sean palacios o complejos administrativos, a tenor de la reclamación que desde la Conselleria de Transición Ecológica y Emergencia Climática se hizo la pasada semana, para aumentar los grados del termostato de sus despachos del Complejo Administrativo 9 d'octubre (CA90).
En concreto, altos cargos del departamento que dirige Isaura Navarro reclamaron la posibilidad de poder subir la temperatura del equipo de climatización porque en el despacho de la consellera hace frío. Una versión que sostienen distintas fuentes presentes en una reunión mantenida entre todos los equipos que tienen sus dependencias en el CA90. La petición del equipo de Navarro es, cuanto menos, llamativa, por proceder del departamento que procede, el encargado de velar por la Transición Ecológica y la Emergencia Climática en la Generalitat. Un requerimiento que incluso provocó sorpresa entre algunos asistentes, que ofrecieron ingeniosas alternativas para calentarse, como el uso de los famosos chalecos que en su día compró la Conselleria de Economía para que sus funcionarios y cargos pudieran trabajar con algunas ventanas abiertas, para ventilar los espacios durante la pandemia.
Pero, ¿por qué la Conselleria de Agricultura tiene que pedir permiso para cambiar la temperatura del termostato? Pues porque el complejo administrativo tiene programados los aparatos de climatización en base a los grados que fijó un Real Decreto del Gobierno central, el pasado verano. En concreto, el Consejo de Ministros aprobó en agosto limitar la temperatura del aire acondicionado a 27 grados en verano y la de la calefacción a 19 en invierno en edificios públicos, establecimientos comerciales, espacios culturales, estaciones o aeropuertos, para paliar los efectos de la crisis energética provocada por las réplicas de la guerra en Ucrania. De ahí que nadie en el CA90 pueda poner el aire caliente a más de 19 grados. Básicamente, porque están programados para que no se pueda subir para así cumplir con el decreto energético. De hecho, con una simple visita al complejo de la Generalitat se puede observar que hay decenas de carteles explicativos en los que se delimitan las temperaturas.
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Los problemas de temperatura de los que se queja Agricultura no son los únicos. La Conselleria de Hacienda ya protagonizó hace semanas un incidente con los calefactores individuales de los que echaban mano los empleados públicos para calentarse. En concreto, el departamento que dirige Arcadi España emitió una circular para prohibir el uso de los radiadores que algunos funcionarios y cargos habían llegado a comprarse para subir la temperatura del Palau del Almirall, también sometido a los rangos de temperatura del decreto del Gobierno.
Tras haber detectado que numerosos funcionarios utilizaban radiadores de aceite, de convección, alfombrillas eléctricas o equipos de efecto Joule en las instalaciones de la Conselleria de Hacienda, procedieron a prohibir su uso. No sólo eso, es que la Subsecretaría «no autoriza su uso y procederá a retirarlos de las instalaciones» para, según explican en la circular, evitar sobrecargas en las líneas eléctricas de baja tensión del edificio que puedan llegar a causar hasta cortes de suministros o conatos de incendio. Una medida que causó malestar entre los empleados, que aseguran estar pasando frío en su espacio de trabajo. Lo curioso de la circular, emitida por Hacienda, es que desveló que la propia Conselleria no estaba cumpliendo con el Real Decreto del Gobierno central, puesto que detallaba las temperaturas a las que los dos edificios de la calle Palau tienen marcado su punto de confort. Y ni el frío ni el calor son los que estipula la normativa. Los edificios de la Conselleria, dice la circular, «se diseñan para cumplir las temperaturas de confort en los recintos habitables acondicionados. En la reforma recuente del edificio de Palau, las temperaturas de confort para las que se ha diseñado son de 21 grados en calefacción y 26 grados en refrigeración». Es decir, dos grados por encima de lo que marca el decreto energético, en caso de tener que calefactar el ambiente en temperaturas de invierno, y uno más en las que se estipula para al aire acondicionado.
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