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Las reticencias a las subvenciones nominativas con las que el tripartito llegó a la Generalitat, allá por 2015, son cosa del pasado. De un tiempo ... remoto. Y no sólo olvidado, sino también remendado, rectificado a tener del modo en que la izquierda trufa de ayudas 'ad hoc' los presupuestos para el año próximo. A esas apuestas con nombres y apellidos a través de las partidas presupuestarias ya conocidas, se suman ahora las que llegan a través de las numerosas enmiendas que se presentan a las cuentas.
La izquierda ha realizado un importante ejercicio de ajuste, retoque y afinamiento de su presupuesto. De cara al ejercicio actual, el Botánico presentó hace un año un total de 176 enmiendas. No son pocas. En alguna ocasión a lo largo de estos años de mandato del tripartito, el anterior conseller de Hacienda, Vicent Soler, llamó a capítulo a los síndics de PSPV, Compromís y Podem ante lo que consideraba una especie de enmienda a la totalidad. Y si 176 podrían parecer muchas, para el próximo año son 181, que se elevan a 220 si se incluyen los retoques del articulado de la ley de presupuestos.
El rectificado sirve en muchos casos para dar un empujón económico a ayuntamientos afines, repartir café para todos entre universidades, incrementar el apoyo a colegios profesionales, asociaciones, federaciones, mancomunidades, fundaciones y organismos públicos ajenos a la Generalitat. Todos con sus nombres y apellidos.
Al igual que ocurre tras una jornada electoral, cuando todos los partidos encuentran un modo de resaltar las cifras más positivas para su causa, a buen seguro que el tripartito es capaz de justificar todas esas aportaciones directas. En cualquier caso, resulta curioso que aquella mala fama de las subvenciones nominativas, cuando en 2015 se regateaban a entidades como Cruz Roja, Caritas o Casa de la Caridad, ahora han pasado a ser una moneda de cambio habitual.
La izquierda resaltó hace una semana, cuando presentó sus enmiendas, los 50 millones de ayudas directas para el sector de la cerámica. Los azulejeros de Castellón. Sin embargo, no son los únicos que se benefician de los retoques en las cuentas de la Generalitat. Ayuntamientos como el de Valencia, Villarreal, Onil o Faura (todos gobernados por la izquierda, en algún caso por destacados dirigentes del PSPV) se convierten en beneficiarios de concesiones directas para proyectos vinculados con el turismo. Igualmente, se detraen partidas dirigidas a la Dirección General de Tecnologías de la Información con el fin de crear una ayuda a la empresa que organiza un festival (Dreamhack, organizado por Encom Games) de juegos online en Valencia o se incrementa la aportación para el consejo de colegios de abogados de la Comunitat o se inyecta el capital necesario para el impulso de una fundación tutelada por el Consell como Valgrai (Innovación).
También se reparte una partida que inicialmente iba destinada solo a la Universidad Politécnica (más de medio millón de euros) y finalmente se disgrega entre la UPV y las universidades de Valencia, Alicante o el CEU. De una partida de gastos diversos se detraen 300.000 euros para el Puerto de Alicante o un millón para la SGR, se incrementa la aportación y el número de asociaciones vinculadas con el impulso a la innovación subvencionadas, mientras que en el programa de emergencia habitacional se incluye una concesión directa a la Federación de Asociaciones Gitanas. Beneficiados con nombres y apellidos, algo que chocaba con la idea del tripartito cuando llegó al poder de primar la concurrencia competitiva en todo y para todos, lo que, sin embargo, ralentiza el apoyo a proyectos interesantes... o que interesan, que no es lo mismo.
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