Burguera
Jueves, 8 de agosto 2024, 00:30
Comienza a desactivars la purga que ha acabado en los tribunales y que inició el ex director de la Agencia Antifraude, Joan Llinares, cuando hace ... un año este periódico desveló un caso de posible acoso sexual investigado en el seno del organismo público, y que finalmente fue archivado. Llinares, ya jubilado tras un intento fallido de designar a su sucesor, cesó a una funcionaria y expedientó a otras dos empleadas de la institución en el contexto de una situación (una denuncia anónima de empleadas que se quejaron, en el marco de la elaboración del plan de igualdad de la Agencia, por haber recibido mensajes de contenido sexual indeseado, caso que finalmente fue cerrado sin que se identificase la situación de presunto acoso) que acabó con una comparecencia de un Llinares enfervorecido en Les Corts, donde atacó al PSPV, a los sindicatos y a las empleadas de la Agencia, contra las que inició una serie de actuaciones disciplinarias que, ahora, los tribunales señalan contrarias a derecho.
Publicidad
El TSJ de la Comunitat falla contra una resolución de la AVAF, que, paradójicamente, se encarga de velar por las buenas prácticas en la Administración y que, sin embargo, protagoniza un auto judicial que la condena por vulnerar los derechos fundamentales de una de las empleadas de la Agencia, defendida por el despacho de abogados de Javier Coto frente a las decisiones de la que entonces era la máxima autoridad de la oficina, Llinares.
Tras conocerse públicamente la investigación que hace un año tuvo que abrir Antifraude por una serie de denuncias anónimas, Llinares inició una auténtica caza de brujas contra las personas que él consideró que habían roto la confidencialidad con la que se debe trabajar en la Agencia. El exdirector interpretó que el secreto en las investigaciones también debía afectar a los conflictos laborales que desde hacía meses se estaban registrando en una Agencia con un inusitado índice de rotación entre sus funcionarios, ante un clima laboral que los sindicatos consideraban irrespirable. Llinares, que empleó habitualmente el método de la libre designación para incorporar funcionarios a la plantilla, también intentó cesarles en el momento en que consideró que se enfrentaron a él. En el momento en que Llinares expedientó a dos funcionarias, una tercera presentó ante Les Corts un escrito, como delegada de personal de CCOO, donde constata la situación de tensión, especialmente después de que la apertura de los expedientes disciplinarios a las funcionarias, acusándolas de romper con la confidencialidad de la actividad de la oficina. ¿Y qué hizo Llinares? La cesó.
La funcionaria interpuso un contencioso administrativo. La Agencia alega ante al juez que el escrito presentado ante Les Corts por la funcionaria purgada tenía como objetivo «sembrar una sombra de duda sobre el recto proceder de esta institución y de la persona de su director», y que provocó «un daño a la reputación de esta institución, ocasionado por la publicación inmediata en un medio de comunicación de la presentación de dicho escrito», en referencia a la noticia que LAS PROVINCIAS publicó cinco días después de que la funcionaria pidiese amparo a Les Corts, de la que depende Antifraude. Todo ello, según alega la AVAF, «conlleva una clara intención de interferir» en la comparecencia que tenía que realizar el propio Llinares (a petición propia en el parlamento), con el fin de «infundir dudas y tergiversaciones, con el consiguiente daño a la imagen de la institución».
Publicidad
Paradójicamente, la AVAF tiene entre sus principales cometidos promover las denuncias internas de funcionarios que, de manera anónima, puedan desvelar actuaciones administrativas irregulares. Ese ánimo denunciante sobre la actuación de otros no parece que presidiera el talante de Llinares en lo referente a su modo de gestionar la Agencia, que alegó para el cese de la funcionaria que su «conducta muestra una falta de lealtad con la institución en la que presta sus servicios y con la persona titular de la dirección de la misma». Como era una designación en función de la confianza, Antifraude consideró que podía retirarle esa misma confianza y cesarla. La sentencia, sin embargo, advierte de que Antifraude pretendía ignorar el conflicto laboral que engloba toda la situación y recuerda que la funcionaria tenía encomendada una labor de representación sindical, derecho que fue conculcado por Llinares al cesarla.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.