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B. ORTOLÀ
XÀBIA.
Viernes, 28 de septiembre 2018, 00:52
El actual ministro de Ciencia poco podía imaginar en 2005, cuando compró un chalé en Xàbia, los quebraderos de cabeza que acabaría generándole trece años después. La adquisición de la vivienda la hizo junto a su mujer, Consuelo Femenia, natural del municipio alicantino y máxima artífice del amor que siempre ha profesado Pedro Duque a este punto del litoral de la Marina Alta.
Un sentimiento recíproco, pues Xàbia quiso agradecer al astronauta que la pusiese en el mapa mundial. No en vano, llevó su escudo en el primero de los viajes espaciales que protagonizó. Por todo ello en 1999 fue nombrado hijo adoptivo de la localidad, un año después de dar 134 vueltas a la Tierra.
La vivienda se encuentra en una zona privilegiada, frente al mar, otra de las pasiones confesadas del ministro. Se trata de una urbanización en cuyas calles se aprecia el poder adquisitivo de los que allí residen. Las viviendas son fastuosas, «de las que aparecen en las revistas de moda y arquitectura; no les falta ni el coche de lujo en el garaje», apunta un vecino.
Pero al llegar a la casa de Duque y Femenia se constata lo que los amigos y vecinos han estado asegurando desde que saltó a los medios la noticia de las presuntas irregularidades: «Es una vivienda privilegiada por las vistas, pero modesta si la comparas con todas las que hay a su alrededor. No tiene extravagancias y lujos como los que se observan en las demás».
Algunos se atreven a decir que la vivienda «ha quedado anticuada, incluso a simple vista parece descuidada, austera». Incluso los hay que destacan que no se ha hecho un derroche de dinero como en el resto de propiedades: «A la fachada exterior le hacen falta dos manos de pintura». La casa cuenta con una piscina de gran tamaño y un jardín de dimensiones considerables en el que enormes árboles impiden la visibilidad e intromisiones ajenas.
En cuanto a la vida en Xàbia del ministro y su esposa, embajadora española en Malta desde unos días antes de la incorporación de Duque al gabinete de Pedro Sánchez, algunos de sus vecinos destacan que se trata de una familia que «pasa sus vacaciones de forma muy discreta». Sin embargo, quienes los conocen aseguran que «da gusto pasar una velada con ellos, si bien los compromisos les privan de poder permanecer realizar largas estancias en Xàbia».
Algunas de las personas más cercanas a la familia remarcan que nunca han dejado de tener relación con las amistades de toda la vida, a las que el actual ministro «se adaptó muy bien desde el primer momento». Cuando visitan la localidad costera «hacen una vida normal. Les gusta estar en familia y disfrutar del pueblo como todo vecino que se precie», apuntan.
Respecto a las informaciones sobre la controvertida sociedad instrumental, muchos de los que los conocen afirman que son «personas muy honradas». Una imagen que la pareja, especialmente el ministro, también transmite al resto de vecinos de la localidad. Muchos aseguran que no dudan de su integridad: «¿Cómo van a cometer una ilegalidad si son funcionarios?».
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