h. e. / d. b.
Domingo, 16 de enero 2022, 01:58
–El 7 de mayo de 2009 usted cambió las reglas del juego de la política valenciana con la camiseta de Camps. ¿Se volvería a poner aquella camiseta?
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–Sí, sin duda. Me volvería a poner la camiseta de 'Se Busca a Paco Camps, sólo ... vivo'.
–Camps ha sido absuelto de todos los casos resueltos hasta la fecha. ¿Después de todo eso no se plantea si fue un exceso?
–No fue un exceso. Lo volvería hacer de la misma manera porque no tenía que ver con algo judicial. Distinguí las líneas éticas y políticas de las judiciales. A veces no hay que pasar por un tribunal por faltar a la ética. Yo pasé por uno por el Cabanyal. Cuando me pongo esa camiseta fue contra el abuso de poder. Era lo nunca visto porque se iba avanzando en una quiebra de las reglas democráticas, sobre todo tras la marcha de Esteban González Pons, una quiebra intolerable. Me pongo la camiseta porque nos toman el pelo planificando un pleno en Les Corts con preguntas de control sabiendo que Camps no iba a estar. Y por eso dije que era un prófugo de la política, porque estalló Gürtel y un jueves tras otro se inventaba una excusa para no comparecer. Ahora, si el presidente Puig no puede ir un jueves, va un miércoles. La camiseta era para evidenciar que no nos íbamos a callar. Pacté con Milagrosa Martínez (entonces, presidenta de Les Corts) que me la quitaría y luego me darían la palabra para explicar por qué me la puse, y es cuando el portavoz del PP va y le dice: llámala al orden tres veces y expulsada. Eso es lo inaudito, no la camiseta. Esa borrachera de poder es lo que luego llevó a la corrupción.
–Ahora el tiro está fijado en usted como entonces lo fijó usted en Camps. ¿Qué siente?
–Mi camiseta no era irrespetuosa. El 'Sólo vivo' recalcaba que queríamos que viniera a dar la cara. Gané todas las demandas por violación de derechos fundamentales, y abrí una línea jurisprudencial que luego ha usado Eva Ortiz (PP).
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–Esa manera de señalar genera un sufrimiento personal.
–Creo que en aquel momento no lo había. Yo me lo intento tomar con deportividad cuando lo ha hecho Ciudadanos. Nunca fui una rebelde sin causa, sino que defendía a los dependientes, a las víctimas del metro o los abusos de poder. El que tenía que venir y faltaba a su obligación constitucional era él (Camps).
–Algunos casos han acabado en prisión como Rafael Blasco y Milagrosa Martínez, pero muchas denuncias han quedado en nada. Usted también hizo el paseíllo por el caso del Cabanyal...
–En el tema del Cabanyal no me acusó nadie. La Fiscalía no acusó. Es muy distinto...
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–Pero esos juicios paralelos de la política parece que persiguen un rédito electoral.
–La presunción de inocencia pesa mucho en los países democráticos avanzados. El reproche político y ético no que tiene que ir unido a una condena. Hemos visto sentencias en las que no se puede condenar porque el delito está prescrito pero dónde queda la ética. Hay cosas que no son delito pero son feas.
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–¿Ha vuelto a hablar con Camps?
–¿Hablar?
–Sí, ¿alguna vez?
–Nunca hablé con él. Él no hablaba con nadie. Ni entonces ni ahora. Era imposible acercarse a él o a los consellers. Yo no tenía los teléfonos de los consellers y ahora todos los síndics de Les Corts tienen mi teléfono y acceso a mí 24 horas. Los mortales no podían acercarse a él.
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