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burguera
Viernes, 25 de diciembre 2020, 23:54
Durante la votación final del miércoles en Les Corts de los presupuestos para el año que viene se evidenció que el Botánico no goza de buena salud. A las tensiones casi endémicas entre socialistas y nacionalistas se suma ahora el evidente disgusto de Podemos al presenciar el modo en que el PSPV ha intentado hasta el último minuto que se aceptasen las enmiendas de Ciudadanos, que finalmente se abstuvo.
En términos médicos, el Botánico sufre de una hemofilia cada vez más aguda que le impide cerrar las heridas. Una patología denominada 'enfermedad de reyes' porque ha afectado a muchas monarquías europeas, y ahora también al tripartito. Los cortes no cicatrizan, permanecen abiertos, se infectan y se agravan, tal y como se ha dejado traslucir en un final de año durante el cual incluso algunos socialistas mencionaron la posibilidad de que el PSPV termine la legislatura al frente del Consell en solitario. La relación del partido de Puig es convulsa desde hace años con su principal socio en el Gobierno valenciano, Compromís. Esa tirantez se acrecentó especialmente a partir de que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, adelantase las elecciones autonómicas a marzo de 2019 en contra de la opinión de Compromís. Para ese avance contó con el apoyo de Podemos, la tercera pata del Botánico, que logró salvar los muebles electorales (sacó ocho diputados frente a los 13 escaños de 2015, la fuerza política con menor representación en la Cámara) gracias a que la coincidencia de las fechas permitió a los morados recibir el empujón de los que votaron a Pablo Iglesias.
Sin embargo, los podemistas exhibieron una firme resistencia en este último tramo de la negociación con Cs para incorporar las enmiendas naranjas al paquete legislativo vinculado a las cuentas para el año que viene.
Los altos cargos de Compromís en el Consell participaron activamente en el diálogo con Cs, y todas sus enmiendas que entraban en la competencia de las consellerias nacionalistas terminaron incorporadas. Las recriminaciones del líder de Ciudadanos, Toni Cantó, a los nacionalistas en la explicación del sentido del voto de su partido (se abstuvo en la ley de presupuestos y votó en contra de la ley de acompañamiento donde se incorporan las medidas fiscales) han enfadado a los dirigentes de la coalición que lidera Oltra. Creen que asumieron el coste político de esa negociación y no se les ha reconocido por parte de Ciudadanos, que de cara a los próximos presupuestos quizá cuenten con la misma predisposición de Compromís.
La relación entre los nacionalistas y los socialistas en el Consell pasó su peor momento en noviembre. Durante todo el mes, la vicepresidenta Mónica Oltra exhibió abiertamente su discrepancia con algunas medidas de Sanidad anunciadas en solitario por el presidente, además de reclamar mayor cogobernanza y pedir una reunión bilateral que Puig obvió hasta el que el choque se manifestaba sin disimulos. Finalmente, se reunieron, pero el modo en que Puig ha buscado el entendimiento con Cantó, la manera en que el líder de Ciudadanos dio por cerrado su apoyo a las cuentas a falta de una reunión con el presidente volvió a encender las alarmas en Compromís.
La abstención a los presupuestos y el voto negativo a la ley de acompañamiento no era el resultado deseado por el PSPV, que por primera vez desde 2015 no logra sus objetivos estratégicos. El fracaso obedece tanto a la tibia colaboración de los nacionalistas como por la oposición de Podemos. Los morados no querían saber nada de Cantó. Algo similar a lo que ha ocurrido a nivel nacional, con Pablo Iglesias respecto a Arrimadas, una confrontación que puede ir a más en la Comunitat ahora que la coordinadora de Podemos en la Comunitat, Pilar Lima, pablista de pura cepa, ha logrado consolidar su poder orgánico en el partido tras los procesos internos a nivel de comarcas y de las portavocías municipales.
Los discursos de los tres portavoces del Botánico tras la votación para el cierre de los presupuestos escenificó la brecha. El tripartito había logrado aprobar sus sextas cuentas desde 2015, y junto a la proclamación de esa alegría, ajustaron cuentas. Los podemistaslamentaron que se había producido un intento de «pasarle la factura a los valencianos de 20 millones de euros, que costaría la foto con Ciudadanos«.Compromís instó a «cuidar las relaciones, tejer complicidades» y no «hacer de la política espectáculo». «Querer ser siempre el actor protagonista mediante el desprecio gratuito puede dar rédito a corto plazo, pero no ayuda a llegar a acuerdos ni entendimientos», señaló su portavoz adjunta, Aitana Mas. Mientras que el síndic del PSPV, Manolo Mata, se quejó por la capacidad autodestructiva de la izquierda y por no renunciar al frentismo. Se fueron todos a casa aliviados pero con un regusto amargo.
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