«No abrazo a mis padres desde el mes de marzo»

Elena Sancho es médico intensivista en el Hospital La Fe, y en su último año de MIR tratar a los enfermos de coronavirus que cada día siguen entrando en la UCI ha sido un máster acelerado de lidiar con situaciones muy complejas. Ella fue una de las protagonistas de los reportajes que estos meses han salido publicados en LAS PROVINCIAS contando el día a día de los sanitarios en la pandemia, colectivo al que se reconoce con la entrega de este premio Valencianos para el Siglo XXI. Una labor titánica por la situación de aislamiento de los enfermos, la escasez inicial de medios y la necesidad de protegerse para no contagiarse.

-¿Cree que este año son necesarios reconocimientos como el de LAS PROVINCIAS?

-Creo que es importante que se reconozca la labor que hacemos los médicos y, en general, todos los colectivos que formamos parte del hospital, aunque no estoy muy de acuerdo con el calificativo de héroes, porque en realidad somos personas normales haciendo lo que sabemos hacer. Yo también he sido cajera de Mercadona y no somos diferentes.

-¿Y cómo definiría exactamente lo que hacen los médicos?

-Los médicos estamos para curar. Si no podemos hacer más de lo que hemos hecho, para aliviar y, en última instancia, para consolar. Trabajamos por y para el paciente, pero cuando ya no se puede hacer nada más nos dedicamos a la familia, porque también es importante que empiecen el duelo de la mejor forma posible. Y todo ello es una labor de equipo.

-¿Qué piensa al mirar atrás este año?

-Todavía tenemos una sensación de irrealidad después de tantos meses; por un lado, hace nada estábamos hablando de las Fallas, pasamos un verano que no tenía nada de normal. Ahora estamos preparando las Navidades y todavía hay mucha gente que habla de juntarse porque no es consciente de las situaciones que hemos vivido dentro de los hospitales. Yo no abrazo a mis padres desde el mes de marzo.

-Usted es MIR, que significa que todavía está en proceso de aprendizaje. ¿Por qué la UCI?

-En realidad el aprendizaje de un médico nunca se acaba. Cuando estudiaba en el último año, en el practicum en el hospital de Reus, me enamoré de la UCI, porque te encargas de todas las patologías que existen que pueden ser potencialmente graves o mortales.

-¿En algún momento dudaste de la decisión de ser médico?

-Yo siempre tuve muy claro qué quería hacer. Me hubiera ido a Reus o a la China con tal de estudiar Medicina. Dicho esto, momentos de querer dejarlo yo creo que lo hemos pensado todos, porque a veces las condiciones son muy duras.

-Volvió de Reus.

-Yo soy de Valencia y en realidad no era uno de mis objetivos pero La Fe me convenció, la UCI es muy completa y, por qué no, me llamaba poder volver a casa, porque me fui con 18 años y regresé con 26.

-¿Hasta qué punto es importante dejar atrás el día a día de los pacientes cuando sale?

-Siempre se nos dicen que hay que desconectar, que todos tenemos nuestra vida fuera y si no lo hiciéramos caeríamos enfermos. Dicho esto, el día que no me preocupen los pacientes dejaré de ser un buen médico.

-¿Se ha planteado alguna vez la línea entre la vida y la muerte?

-Los pacientes muchas veces saben más de lo que parece, y casi siempre son los primeros en enterarse de que algo no va bien. Lo notas, es algo sutil. Y te planteas que hay cosas que se nos escapan.

-¿Lo cree?

-Totalmente, no es que me lo plantee, es que lo sé. Creernos que lo sabemos todo me parece demasiado osado. Como diría el Doctor House, 'nunca es lupus', y la medicina no es así. Ningún algoritmo es perfecto y, si lo hay, duda. Al final lo hacemos lo mejor que podemos.