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ELENA MELÉNDEZ
Viernes, 28 de octubre 2016, 19:47
Son padre e hijo y además comparten proyecto empresarial. Pascual Segura lleva varias décadas consolidado como uno de los peluqueros de referencia en Valencia, con nueve salones en activo y el proyecto de seguir creciendo fuera de nuestra ciudad. Nacho Segura, por su parte, se formó en empresa y finanzas y, tras una temporada en Londres aprendiendo inglés y la breve experiencia laboral en una empresa, empezó a trabajar con su padre en las peluquerías. «A veces una experiencia laboral con la familia es complicada, pero en nuestro caso siempre nos hemos sabido llevar. Además de padre es mi jefe, tenemos una muy buena relación fruto de conocernos bien, llevamos muchos años trabajando juntos y hemos sabido organizarnos», explica.
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Quedamos para hacer la entrevista en el salón de Isabel la Católica, el más antiguo que tienen, que además alberga el despacho donde se desarrolla su día a día. La relación de Pascual con la peluquería llega casi sin buscarla, pues el ahora empresario iba para deportista. «En Jesuitas formaba parte del equipo de atletismo y pensé en dedicarme a ello. Mis padres murieron cuando yo era muy joven y al terminar el bachiller me fui a trabajar a Estocolmo por casualidad. Allí me aficioné al mundo de la peluquería», recuerda, y confiesa que en ese momento lo que él quería era dejar de estudiar, pues su hermano era el buen estudiante y él quería hacer otras cosas. «La peluquería fue una excusa al principio». Al volver a Valencia abrió su primer salón, luego el segundo y así de manera sucesiva hasta crear la cadena que dirige hoy en día, siempre en barrios emblemáticos de la ciudad, siempre siguiendo un instinto implacable para saber que pieza mover.
Además del día a día en los salones, Pascual y Nacho han compartido momentos profesionales muy especiales, como cuando iban a los veleros de Copa América con parte del equipo para peinar a los regatistas o la visita a sus salones de Bo Derek, Valeria Mazza o Sofía Loren. «En 2015 fuimos los peluqueros oficiales de los premios Goya, un trabajo muy gratificante que duró varias semanas».
Padre e hijo comparten rasgos, presencia y una estética cuidada y atlética, fruto de la afición por el deporte y la disciplina que Pascual supo transmitir a su hijo y que ambos han integrado en su día a día. «Para nosotros es algo natural, el trabajo y el ejercicio forman parte de nuestra rutina. Cuidarnos no es algo accesorio, forma parte de nosotros», explica el empresario. Cuando pido a Nacho que me diga qué valores ha heredado de su progenitor, habla de tenacidad. «Primero, aparte de jefe, es un buen padre y siempre me lo ha demostrado. Es una persona muy trabajadora, un tío serio. Si me tengo que parecer a alguien, me encantaría que fuera a él», responde. Pascual lo escucha hablar y explica que aprende mucho de su hijo, el cual ante todo es buena persona. «Es encantador, tiene mucha fuerza. Cree en mí y me gustaría parecerme a él en lo que pudiera», añade.
El primer contacto de Nacho con el negocio nace de niño, cuando iba a ver a su padre, y años más tarde, colaborando como apoyo durante las vacaciones escolares, tiene un bonito recuerdo de un fin de año. «Terminamos de trabajar después de todo el día, cerramos y antes de irme a una fiesta con mis amigos, mi padre me dio un abrazo en la calle», relata quien hace apenas unos meses fuera padre, que reconoce estar loco con su primer hijo.
Al preguntar a Pascual si se considera más creador o empresario, él responde que lo que le gusta es el negocio de la peluquería, que no se considera un peluquero al uso y tan sólo está pendiente del salón. «He sabido compaginar la faceta de empresario con la de peluquero. Hay que tener mucha intuición para saber dónde abrir los salones, predecir las tendencias»La mayor satisfacción para ambos llega cuando la persona que entra a la peluquería sale por la puerta satisfecha y contenta con el resultado. «El pelo afecta muchísimo. Un cambio de imagen define el estado psicológico y la forma de verse a uno mismo. Cuando uno se siente bien va por la vida pisando fuerte, y eso se transmite», precisa Nacho.
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