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El exmarido de Carolina Punset se cuela en su boda

El exmarido de Carolina Punset se cuela en su boda

Cómo descubrió que le era infiel con Alexís Marí. Su falta de «empatía social». La política vista como un trampolín para la promoción personal. Una dura carta pública en el día en que pasa por el altar se convierte en el regalo envenenado para la eurodiputada de Ciudadanos

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Lunes, 13 de febrero 2017, 20:37

Una supuesta infidelidad que trunca veinte años de relación. Acusaciones de falta de empatía social o de deseo de utilizar la política como trampolín. No eran seguramente los ingredientes que habría escogido Carolina Punset para su tarta nupcial el pasado fin de semana, cuando contrajo matrimonio en el Veles e Vents con su compañero de filas Alexis Marí. Mientras daba el sí quiero, sintomáticamente arropada por ese tripartito que está en las antípodas de Ciudadanos, el ex marido de la novia, Carlos Moro, le dejaba un regalo envenenado en forma de columna de opinión en Voz Pópuli al tiempo que escapaba a París con una de las hijas de ambos. Y el mismo día de la boda colgaba una foto de la joven con la catedral de Notre Dame al fondo.

El artículo no podía ser más explícito. En él, Carlos Moro desgranaba conversaciones que no dejaban en muy buen lugar a Punset, acusándola de tener «una pura y simple falta de empatía», de ser soberbia y desleal, de describir una trayectoria política donde lo más importante ha sido la promoción personal... Todo ello contado por quien se autodefine como su principal valedor, el hombre que la ayudó a crecer desde su trampolín en Altea. Y que confiesa haber sido un ingenuo al no percatarse de que Alexis Marí, a quien define como el asistente de su ex mujer, estaba progresivamente ocupando su lugar «en todos los planos, incluida una relación sentimental oculta y paralela».

El diálogo en torno a uno de los episodios más conocidos del paso de Punset por Les Corts sirve de arranque para el artículo. «Pero si les has llamado paletos, le dije. Ya lo sé -me respondió Carolina riéndose-. ¡Es que son unos paletos!». La conversación aludía a sus palabras durante la investidura de Ximo Puig para asegurar que la inmersión lingüística en valenciano era «volver a la aldea». Subraya su ex marido que las críticas que arreciaron tras aquel comentario «no hicieron mella en Carolina como habría cabido esperar. Por el contrario, a ella le hizo feliz la reacción de los agraviados pues la ponía en el centro de los focos de los medios, lo que disparó su tasa de popularidad». Es decir, que a ella lo que le interesaba era estar en boca de todos. Que hablen.

Llega a decir que la dedicación de Carolina en Ciudadanos, «junto a su asistente Alexis Marí», fue maniobrar en luchas intestinas y promocionarse en los medios. Incluso asegura que la aludida llegó a presumir ante él de tener «encandilados a la mitad masculina de Les Corts, incluido su antagonista, Vicent Marzá», uno de los invitados a la boda que se celebró hace poco más de una semana. «Se veía a sí misma magnífica e irresistible», escribe. Lo cierto es que en el enlace había muchos más miembros del actual Consell que compañeros del partido al que los dos contrayentes pertenecen, algo que no pareció salirse del guión si se piensa que entre todas las fechas posibles eligieron para casarse aquella en que Ciudadanos celebraba en Madrid una Asamblea General determinante para su futuro político.

Carlos Moro detalla la forma en que llegó el final de su relación. El momento en que se enteró de forma abrupta de que Carolina y Alexis eran amantes: «Yo llevaba un tiempo muy inquieto observando a mi compañera y madre de mis hijas con un comportamiento muy extraño. Un día de noviembre de 2015 regresé anticipadamente y sin avisar de un viaje, y lo que me encontré fue lo suficientemente ilustrativo para sugerirle mi invitación a marcharse de casa para que no regresase nunca más».

El marido despechado ya había hablado en su perfil de Facebook sobre aquella traición el pasado 21 de noviembre: «Un día como hoy, hace justo un año, sufrí el mayor desengaño de mi vida. Hoy, feliz, salgo en un velero desde las Palmas de Gran Canaria hacia el Caribe. Y recuerdo la estrofa de una canción que decía, bendita su suerte, bendita la mía» Sin embargo, a esas alturas ya no estaba descubriendo nada nuevo, pues Punset y Marí llevan su relación con absoluta normalidad desde hace tiempo. Jamás se han escondido, especialmente él, que no dudó en verbalizar el amor que siente por ella desde la tribuna de oradores mientras la novia lo escuchaba en la de invitados. Pero ha habido más. Diversas veces la ha aludido veladamente en su oratoria, ha llegado a vestir camisas a cuadros para ir a juego con las de ella y hasta bromeó, por supuesto desde la tribuna, con que igual le tocaba «dormir con el perro» tras considerar que la eurodiputada que más trabaja es Marina Albiol. El mismo formato escogido para la boda, una ceremonia pública con presencia política en vez de restringirla al ámbito privado, evidencia esta voluntad de no pasar inadvertidos.

Lejos queda ya aquel otro mensaje del ex marido, también a través de la misma red social, días después de desvelar una relación que entonces sí era desconocida: «De cómo reponerse de una ruptura matrimonial traumática: largarse lejos, que aunque llevas las penas contigo, ayuda mucho». Y en respuesta a un comentario, aseguraba: «Bueno, bueno, no sé si es ser afortunado descubrir que la madre de tus hijas y tu compañera de más de veinte años resulte un fraude absoluto fake en inglés».

Un trotamundos con pedigrí

  • carlos moro

  • Madrileño nacido en 1958, es hijo de un ejecutivo de una compañía aérea, sobrino del escritor Dominique Lapierre y hermano del premio Planeta Javier Moro. Criado en un ambiente privilegiado, estudió en el Liceo francés y ha viajado durante toda su vida. También Carlos quiso dedicarse a la escritura y publicó una novela. En alguna de sus biografías se puede leer que ha sido road manager, escritor, director de cine o promotor inmobiliario, ocupaciones que dice haber dejado a un lado para ocuparse de la carrera política de su ex mujer.

Subraya que no le mueve la venganza, pese a publicar su demoledor artículo el mismo día de la boda, e incide en que lo importante para él fue «descubrir a un personaje de quien me siento responsable por haber contribuido a su forja como político». De hecho, asegura que «Caro no estaba muy satisfecha con su desarrollo profesional y le propuse la idea de organizar un movimiento político de carácter municipal». Ahora la acusa de haber acabado «en el lado opuesto de nuestras iniciativas y los valores que defendíamos». No en vano, cuenta que con Carolina Punset dedicada a la política en Altea, él decidió dejarlo todo. «Estaba encantado con el entusiasmo y satisfacción que el ejercicio de la actividad política le producía. Tan feliz que no dudé en dejar a un lado mi actividad profesional y dedicarme en cuerpo, alma y hacienda propia a la carrera política de quien entonces era mi mujer».

¿Y qué pasó después de que Carlos Moro descubriera, según sus palabras, que Punset no le era fiel? En el artículo da algunas pistas que explican los pasos en política que ésta ha dado durante el último año. A los dos meses de la separación decide marcharse como europarlamentaria a Bruselas para cubrir la vacante que dejaba Juan Carlos Girauta. Su ya pareja oficial «subía en el escalafón» y ocupaba su puesto al frente de Ciudadanos en Les Corts, maniobra que Moro resume en una frase: «Dos excelentes sueldos».

Podrían estar así cubiertas las ambiciones personales de Carolina Punset, pero la realidad que dibuja su ex marido es muy distinta. «Raramente despierta la actividad europarlamentaria el interés de los medios de comunicación». No le gustaba tampoco que su estela se fuera apagando en el partido, eclipsda por nombres como Inés Arrimadas. «Ella aspiraba a ser portavoz nacional». Según este relato, pocos meses después del cambio de destino Punset intenta volver a la política española y busca ser incluida en las listas para las elecciones nacionales, sin éxito. A partir de ahí, con motivo del giro hacia el PP de Ciudadanos, muestra su disconformidad en público. Y ese sería el motivo por el que decidió dejar la ejecutiva «provocando el mayor daño posible». Y aquí el artículo habla de que todas las críticas que vierte sobre el partido proceden de alguien que ya obró del mismo modo, al pactar con el PP cuando gobernó en coalición en Altea o apoyarse en el mismo sistema de primarias actual para encumbrarse en la Comunitat Valenciana.

Ha habido más roces, como el motivado por su desapego hacia la Senyera, que desembocó en la dimisión de la Ejecutiva de Ciudadanos. En diciembre apoyó sin disimulo a los críticos con Rivera, pero no aceptó el reto de presentarse a primarias. Así que, para Carlos Moro, celebrar la boda el mismo día del cónclave de Ciudadanos en Madrid se convertía en el «último patético intento de notoriedad». «Que tiemble Albert Rivera», ironiza el marido despechado, quien intenta recuperar su trayectoria profesional. De momento, tras lo que podría calificarse como un desahogo a través de esta carta pública, sigue viajando y acaba de finalizar un documental para televisión sobre el Lute. Y disfrutando de Altea, «en una casa muy bonita frente al mar», ese Mediterráneo por el que dejó hace ya casi treinta años su Madrid «sucio, ruidoso y agresivo», como contaba en una entrevista hace años.

Carlos Moro ha tenido su momento de protagonismo. Desde París. Con una carta. El hermano menos conocido del novelista Javier Moro, premio Planeta en 2011, sobrino además del gran Dominique Lapierre, aquel que escribió La Ciudad de la Alegría, ocupa ahora las páginas del periódico, aunque el motivo sea tan sórdido como sacar los trapos sucios más personales.

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