El padre de Myrian González llegó a Argentina medio desnutrido de su Salamanca natal buscando mejores oportunidades, «Fue un luchador, que falleció cuando yo tenía dieciséis años», recuerda Myrian, que un año después se fue a Estados Unidos a estudiar desde Formosa, una provincia al ... norte del país sudamericano. Fue su primer destino en un recorrido vital que le ha llevado a mudarse más de una veintena de veces, en una inconsciente búsqueda de aquel lugar que pudiera sentir como propio. Lo encontró en Valencia, y de hecho aquí se ha establecido y ha formado una familia. Ella lo explica de una forma muy sencilla, y es que cree que Valencia le dio el lugar propicio para crecer, tanto personal como profesionalmente.
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La primera vez que llegó a Valencia lo hizo con su madre, que se había casado de nuevo y tenía dos hijos menores. Y aunque su familia pronto se fue y se estableció en Londres, ella ya no quiso marcharse. Y eso que sus inicios no fueron fáciles. A la espera de que le homologaran su título, trabajó en bares, tuvo varios emprendimientos y, debido a un problema de salud, comenzó a formarse en terapias complementarias que la han llevado a conocer la medicina tradicional china, a la que unió su formación en la práctica física deportiva. «La vida me regaló un despertar, saber cuál es la misión que nos ha traído a este mundo». En ese sentido, Myrian cree que, además, ha tenido varios impactos en su vida que la han definido como persona: «la muerte de mi padre, encontrar en Valencia mi lugar, casarme y ser madre y mi viaje a Ucrania».
Myrian cuenta cómo consiguió en los inicios de la guerra contra Rusia traer a España a casi dos mil personas. Esa parte solidaria le ha hecho involucrarse en decenas de proyectos y oenegés, hasta encontrar su propio espacio. «A veces me siento que soy una superheroína porque no sé cómo llego a todo; otros días tengo mis bajones, pero me siento muy orgullosa de no haber tirado la toalla». Se ha especializado en medicina del dolor y acaba de crear el Método Yùhé, que nació como base de las enseñanzas tahoístas y que en chino significa sanar. «Es un momento de plenitud para mí».
Instalada en Port Saplaya, adora el mar y las playas que hay al norte de Valencia, pero también la Sierra Calderona o zonas como la Albufera, el centro histórico o el cauce del río. «Siempre hay algo que añoras, porque Argentina me vio nacer, pero mi hija es valenciana y esta tierra me dio la oportunidad de crecer». Adora el socarrat de la paella, el café con hielo y limón o las alcachofas.
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