Los que han veraneado en Benicàssim desde que eran niños se reconocen entre ellos porque al municipio lo llaman Beni. «Este acotamiento del nombre es ... nuestra primera contraseña, exclusiva y confusa al forastero, que sólo traduce la pasión que se sentimos por estar aquí», explica Alicia de Belda, que pasa los veranos en las Villas, la zona más conocida junto con la urbanización Playetas. «Mi familia materna veraneaba en Villa Mora, en la calle Doctor Comín, un médico bondadoso e ilustre que fue familiar nuestro. Estaba a pocos metros del mar y colindaba, por un lado, con Villa Cadenas -éramos buenos vecinos- y por otro, con los huertos de la tía Teresa, una benicense conocida por sus amplias extensiones de cultivos y a la que se le tenía un gran respeto».
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El abuelo de Alicia, Pepe Mora, era arquitecto y colaboró en el diseño de un residencial que se levantó en la antigua Villa Mora. Allí veranean ahora sus dos hijas y varios de los nietos, entre ellos la familia de Alicia. Lo que no se ha perdido es ese sentimiento de pequeña colonia, tranquila y familiar. «Veranear en Beni es parecido a ser miembro de un equipo; es un sentimiento de pertenencia que llena el corazón de orgullo, incluso en invierno. No envidiamos lugar alguno, por muy lejos que viajemos, aquí se vuelve siempre, voluntariamente, sin forzar, con los ojos cerrados», cuenta Alicia.
Y es que lo que más valoran los que veranean en 'Beni' son las pandillas de amigos, nunca fallan, es una unión muy especial. Luis Lonjedo, Fernando y Nacho Aliño, Marta Pons, Elena Carbonell, Aurora García Comín, Patricia Stuyck, Belén Bordills, Belén Valiente, Begoña Aguirre, María Aymerich, Carlos Martí, Patricia Benayas, Santiago Blanco, Eva López, Paula Molinero, Felipe Vizcarrondo, Julio Campos, Carolina Gómez, Charli García, Manuel Suárez, Yaco de Zunzunegui Bacharach, Nacho García Comín, Sonsoles Santamaría, Sara Tamarit Mora, Pablo Forcada, Pablo Ruiz, Beti Llixiona, Javier Carpi, o Miguel Ríos-Capapé Carpi, son algunos de los amigos de Alicia, contando por supuesto con su hermana Cony, y su hermano pintor, Jose Manuel, que a veces firma sus obras con el gracioso juego que hace con los apellidos 'Deverdad Mola'; en lugar de, de Belda Mora.
«Hace muchos años, con la llegada la noche, acudíamos al mítico pub Bárbol, donde coincidíamos con los veraneantes de Playetas. ¡Eran tan guapos y famosos…! También era punto de reunión con los residentes en La Caleta, un amplio y privado residencial, situado justo entre ambas zonas costeras, que se hizo famoso porque José María Aznar pasó algún verano allí y se llenó el imaginario del resto de los veraneantes de leyendas de cómo veranearía el ex presidente del Gobierno, qué había hecho, si habría participado en el famoso campeonato anual de Pádel del Club Deportivo Las Playetas», recuerda.
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La oferta de Benicàssim ha ido mejorando con los años. Los chiringuitos de siempre han dado paso a restaurantes más cuidados. «A veces echo de menos aquella autenticidad de chiringuitos como el 'Jota's', un clásico de los 80 al que llamábamos 'el mosca', y sus cucuruchos de papel con las patatas recién fritas con ketchup que había que olerlo... ¡Era la bomba!».
Entre sus recomendaciones actuales, destaca el restaurante Masía Bellver. «Dentro de la masía hay una zona llamada El Puente, que es un homenaje a un restaurante antiguo que se llamaba eEl puente de Madera y que nos encantaba Mi pandilla, en la que somos unos 40 amigos de Las Villas, hemos conseguido reserva en El Puente, en pleno agosto, y eso nos tiene muy ilusionados».
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El Club del Palasiet es otro de los lugares imprescindibles de Benicàssim. «Tiene las mejores vistas de todas las playas y frente a sus mesas arranca la vía verde, unas antiguas vías del tren, cuya construcción a finales del siglo XIX motivó el descubrimiento de este tranquilo pueblo de pescadores». De su carta destaca sus arroces, el tomate gigante rosa y el carpaccio de gambas, «que es algo así como materializar la felicidad». Alicia recuerda que no se puede dejar de mencionar las papas García, que «con una cerveza bien fría - incluso con limón granizado - es el aperitivo perfecto».
Su ruta de restaurantes preferidos incluye Amar, en la planta superior del mítico hotel Voramar, con unas vistas también espectaculares, y frente a la playa, otras dos recomendaciones: Villa Sofía y cafetería El Torreón, frente a la torre vigía del siglo XVI. En el pueblo también hay buenos restaurantes, como Doma, El Charquito y Pimienta Rosa. «Después, para tomar unas copas, hay que pasar por Travesura, El Tren de la Costa y no perderse el concierto de The Tweeters. ¡Esa noche siempre es muy divertida!».
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Para pasear, lo mejor es perderse por el paseo marítimo de Pilar Coloma, el lugar más concurrido. «Por el pueblo también es agradable recorrer la plaza de los Dolores y las calles peatonales que rodean a la iglesia más antigua del pueblo, disfrutando con un helado de los Jijonencos, sin olvidar las grandes rutas que se hacen en los alrededores del municipio, a pie, en bicicleta, por el Desierto de las Palmas, las Agujas... Las vistas son inigualables».
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