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Cuando Isa Camps apareció caminando por la calle Poeta Querol del brazo de su padre, el expresidente de la Generalitat Francisco Camps, un aplauso cerrado sonó entre los curiosos que se habían congregado con vistas a la iglesia de San Juan de la Cruz, el ... templo donde los Camps Bas ha celebrado todos los acontecimientos religiosos importantes. Vestida con un precioso vestido que había pertenecido a su abuela materna, y que Lila Albanozzo adaptó con maestría, novia y padrino entraron a la iglesia camino del altar, donde ya la esperaba un emocionado Giovanni Bonavera, un joven abogado genovés que conoció en el Parlamento Europeo, donde trabaja la pareja. Lucía elegantísimo vestido con chaqué, y con él el resto de invitados, como manda la tradición de su ciudad natal, y sonaron las voces del coro de la Orquesta Sinfónica del Mediterráneo acompañado de órgano y catorce instrumentos de viento y de cuerda, dirigida por Juan Antonio Ramírez, en una ceremonia que fue oficiada por el padre Florencio y concelebrada por el canciller de la diócesis José Francisco Castelló y el responsable provincial de los Carmelitas, el padre Amando.
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María José Carchano
Entre los invitados, muchos amigos de la pareja y una numerosa representación de la familia del novio llegada desde Italia, entre ellos los padres, un reconocido abogado en Italia, Enrico Bonavera, y la consejera regional Lilli Lauro, además de sus tres hermanos. Asistieron personalidades reconocidas como el empresario Jorge Alonso, Guillermo Zarranz y Nené Burriel, el hotelero José Luis Santos y Cristina Yanes, el periodista Carlos Herrera, los exconsellers Paula Sánchez de León, Belén Juste o Manu Llombart, además del expresidente del Consell Jurídic Consultiu, Vicente Garrido y su mujer, Begoña Mortes, grandes amigos de los Camps, o la que fuera su jefa de gabinete, Henar Molinero. También Adolfo Suárez Illana, el exCEO del Banco Santander, Javier Marín, el embajador Gustavo Arístegui o el eurodiputado Antonio López-Isturiz.
Al acabar, Giovanni e Isa, ya convertidos en marido y mujer, rezaron a la Virgen del Carmen en la capilla de la Comunión en un acto muy íntimo, donde la comunidad de Carmelitas bendijo el matrimonio.
El convite se celebró en el espacio los Toros del Palau de les Arts, un salón a dos alturas donde los novios llegaron escoltados por labradores que les interpretaron un baile tradicional valenciano, la Xàquera vella. En realidad, la música estuvo siempre presente en la boda, y el cóctel fue amenizado por profesores de la Berklee, mientras la fiesta posterior corrió a cargo del grupo Badlands. Los novios, que bailaron Edelweiss de 'Sonrisas y Lágrimas' adaptado a vals, también quisieron recuperar una tradición casi perdida, la de la tarta nupcial que, como el pesto, vino desde Génova, hecha de hojaldre y crema pastelera, con un diámetro de 1.90 metros y decorada con seis mil fresones. Los italianos se emocionaron además con la entrega del ramo, una tradición poco conocida allí, y entonaron una canción en dialecto genovés, una sorpresa más que se sumó al día soñado por los recién casados.
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