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Boke Baza, el incansable lápiz del urbanita

Boke Baza, el incansable lápiz del urbanita

Ni siquiera recuerda cuándo comenzó a dibujar este artista que a los trece años ya había diseñado una silla. Vivió en Londres pero no lo cambiaría por Valencia. Prefiere el palpitar del asfalto a los ambientes bucólicos, cabalga desde hace décadas sobre una Harley y recién cumplidos los cincuenta se ha lanzado a bailar swing

Ramón palomar

Valencia

Martes, 12 de diciembre 2017, 00:38

¿Se imaginan ustedes con 17 tiernos años viviendo la vida en un piso con cuatro amigachos artistas? A lo mejor, en estos tiempos en los cuales el personal se emancipa del nido familiar justo cuando asoma el hocico de la prejubilación, no se lo imaginan. O quizá sí se lo imaginan, y entonces se llevan las manos a la cabeza porque intuyen que, a esa edad, sin la férula de los padres marcando el camino correcto sobre la chepa, ustedes se habrían torcido por pura incapacidad para aplicar cierta disciplina en su existencia. Boke Bazán, licenciado en la facultad de Bellas Artes de Valencia y en la Middlesex University de Londres, director creativo, diseñador y consultor de comunicación de Nociones Unidas (su propia empresa), docente además en el master de Diseño en Bellas Artes y en el CEU, aterrizó en Valencia desde Elda con esos 17 añitos y vivió la vida loca y no tan loca, con sus noches alevosas, en un piso alquilado junto a cuatro amigos. Y no se torció. Y se divirtió. Y salían a fiesta jacarandosa cada jornada porque cuando no era uno era otro el que la liaba. Y en más de una ocasión expulsó de su habitación a una pareja risueña que se había colado mientras refocilaba en su lecho porque él, de vez en cuando, necesitaba dormir para proseguir (con éxito) sus estudios. Sospecho que la dispersión rotunda nos habría embargado a muchos de nosotros. Pero a Boke no. Porque siempre mantuvo las ideas claras, las ganas de aprender y los reflejos afilados. A eso se le llama inteligencia.

Viajero, cinéfilo, lector, amante del cómic y de la pintura, lo de este diseñador es un no parar

Finalizados sus estudios en Valencia marchó a Londres un año gracias a una beca y allí desarrolló su faceta de diseñador. Pero Londres no le impresionó. Él ya venía con la mili hecha, como quien dice, y con la osamenta curtida. No sintió por lo tanto el pasmo algo pueblerino de los que visitan talluditos por primera vez esa ciudad y se nos tornan un pelín papanatas comentando el toque cosmopolita de la urbe presidida por el Big Ben. «En realidad Londres no me gusta, y no lo cambiaría jamás por Valencia», apunta sin cortarse. Pero allí, sin sucumbir a los cantos de las sirenas del esnobismo, aprovechó el tiempo y, sobre todo, los ordenatas que la facultad inglesa le ofrecía. Su personalidad no se agrietó un ápice. «Valencia, en aquella época y ahora también, era una fiera en materia de diseño y de arte. Londres en ese campo no tenía nada que enseñarnos. Pero en Londres encontré el adelanto de las tecnologías que todavía no habían llegado a nuestra vida, sobre todo en cuanto al diseño». Cuando regresó a Valencia encontró un puesto en el estudio de MacDiego, y luego atravesó las entrañas de buena parte de nuestras agencias hasta que montó su propio tinglado.

Destaca Boke, me barrunto, por su visión de futuro. Y así, redondea su formación con amplios conocimientos de psicología Gestalt y también en materia de PNL, o sea programación neurolingüística. ¿Comorrr?, que mascullaría nuestro añorado Chiquito de la Calzada. Pues les explico: se trata de comprender a esos clientes corroídos por las dudas. Boke les ayuda a hilvanar sus pensamientos y sus proyectos, les muestra cómo comunicar más y mejor, cómo gestionar sus discursos. Boke se mueve en los terrenos híbridos de la creación publicitaria, el diseño y la comunicación. Cuidan en su negociado tanto de la publicidad como de su diseño, de ese modo los cables sueltos no ahorcan las pretensiones del cliente y éste queda satisfecho. Ahorita mismo andan enfrascados en su estudio con la imagen del 75 aniversario de la Orquesta de Valencia, con la campaña de Teatres y con la imagen del Fórum Internacional de la Música de Valencia. También trabaja para un buen número de empresas privadas y Boke me confirma la conciencia de nuestros empresarios hacia el diseño de sus productos y la forma de promocionarlos.

Le encanta nuestra ciudad, Valencia, la vindica siempre que puede y se considera un privilegiado por vivir aquí. No obstante, este amor al terruño no le impide disfrutar viajando, saboreando otras culturas. Conoce América del Norte y del Sur, China, Europa, Japón... Además de Valencia, se queda con dos ciudades que ha visitado en más de una ocasión: Nueva York y Tokyo. Se confiesa turista urbanita. Le seducen las ciudades y sus gentes, ese palpitar que brota desde el asfalto; en cambio, prescinde de los paisajes. Los rascacielos. Las avenidas. Los mogollones de masa humana frente al semáforo. Todo ese runrún. Utiliza desde 1992 su Harley-Davidson electra glide sport y se ha embarcado, con sus recién cumplidos cincuenta tacos, al aprendizaje del baile swing. Boke Bazán desde luego no se aburre. Sus hijos, Azul de quince años y Siena de trece, me huelo que tampoco. Con un padre así no cabe el tono morigerado. Precisamente Boke a la edad de su hija Siena ya diseñó una silla. El resultado fue, claro, horrible, pero la pulsión creativa presidía sus juegos. No recuerda cuándo comenzó a dibujar porque en su memoria el lápiz era la natural prolongación de sus dedos. Es cinéfilo, lector, amante del cómic y de la pintura. Lo de Boke es, en definitiva, un no parar con mucho swing.

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