
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Una mascletà es mucho más que una sucesión de petardos. Es un evento social, una seña de identidad valenciana, un arte en la creación de ... armonía con sonidos tan poco musicales como los de una explosión. Una agitación al unísono del oído, la vista y el olfato. Es el despertar del letargo invernal. Y Valencia, cuando escucha los primeros petardos, se crece como cuando entra en nuestro despacho ese becario monísimo de la muerte y tú te recompones en tu silla, levantas el cuello, hinchas el escote y sonríes mientras piensas: anda guapa, despierta que no te vean así con cara de recién levantada.
Ayer sonó la primeras mascletà y la ciudad, pese al frío, el viento y la amenaza de lluvia, ha empezado a prepararse para la primavera. Así es que, chicas, ya está bien de sofá y mantita, a la calle, todas a la calle: sacad las minifaldas y las cazadoras vaqueras de los cajones, bajad de los altillos los zapatos de tacón y rescatad del destierro los vestidos escotados. Demos rienda suelta a los sentidos más concupiscentes: un vinito que anime el cuerpo, una terracita que broncee nuestro escote y unas gafas de sol que nos permitan observar clandestinamente.
La mascletà de ayer fue el inicio de las fallas. La gente la disfrutó como se disfrutan las primeras veces, con ganas de que te sorprendan, con todas las expectativas por cumplir, con la emoción con la que se viven las novedades y los comienzos. En el número veintidós de la plaza del ayuntamiento, en el mismo edificio en el que tiene balcón la familia Segura, el fundador del IVI, José Remohí, invitó a un buen grupo de periodistas al lugar donde ve la familia la mascletà, y que tiene unas vistas privilegiadas. «Quiero agradecerles el apoyo que me han dado durante toda mi carrera», explicó Remohí. Respondieron a la invitación Bernardo Guzmán, que fue con su mujer Inma Castelló y su hijo Jorge Guzmán, Ximo Rovira con su mujer Ana Mascarell, Dani Valero, el doctor Kaled Safarí y su mujer Alicia Hassna, Juanma Domenech y Evelyn la Rosa.
José Remohí es fallero desde que tenía ocho o nueve años. «Ahora soy de Almirante Cadarso porque mi hijo Pablo tenía un amigo allí», cuenta el fundador del IVI, que vive las Fallas como cuando era joven. Por su balcón pasarán no solo amigos, sino periodistas como Joaquín Prats, colegas de profesión y gente de la comisión.
Unos pisos más arriba, en el ático del mismo edificio, Julio y Sandra Aparicio, de la empresa Aeol, compartieron mascletà con Mónica Morales, o con la fallera mayor de la falla Pizarro, Trinuca Larraz.
El balcón del Ateneo, con Carmen de Rosa como anfitriona, recibió amigas como Ana Bruger, la diputada Lucía Peral o el secretario autonómico Pablo Broseta.
Este año se echará de menos el balcón de Argimiro Aguilar. «Con dolor de corazón y después de casi veinte años, este es el primer año que no tenemos balcón de fallas, ya que el edificio lo han vaciado por dentro y lo van a convertir en hotel de cinco estrellas de lujo».
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