El evento que da comienzo a las fiestas navideñas en Valencia

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María José Carchano

Esta semana se encendieron las luces de Navidad en el Mercado de Colón, que es a Valencia como el árbol de Navidad en el Rockefeller Center en Nueva York. Fue el jueves, con un ambientazo espectacular. Mientras se encendía el árbol, decorado por Mateo Climent, los niños del coro del Caxton College cantaban villancicos y la canción 'Last Christmas', que no se sabe muy bien por qué siempre enciende el espíritu navideño más que los peces en el río. Este año, el interiorista ha querido recrear unas navidades deslumbrantes en el mercado, con más de 50.000 bombillas adornando este emblemático edificio. En las entradas, dos dos majestuosas coronas en la calle Jorge Juan dan la bienvenida a los visitantes y llevan el tradicional muérdago navideño que simboliza la acogida a cada persona que cruza el umbral.

A la misma hora que la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, encendía las luces en el Mercado de Colón, iban llegando invitados a la copa navideña de la joyería Marfil. No hacía nada de frío y entre los villancicos, las luces y la emoción de ver el mercado tan bonito y animado, la noche no podía ser más que mágica. La ocasión requería ponerse mona, sacar los tacones y las joyas y brindar por unas fiestas que nos pillan con muchas ganas, al menos por ahora (ya veremos el 6 de enero). La joyería lucía preciosa, decorada como un cuento de la Cenicienta, con un zapato de cristal y un carruaje en el escaparate, por el estudio Bomarzo. Dentro, las bandejas de plata con bombones de colores, creados en exclusiva por Papúa Chocolates, y las copas talladas y decoradas con frutas del bosque, ponían el glamur a un brindis con cava Tantum Ergo rosé, al que es difícil resistirse.

La fachada de la joyería lucía también navideña con la decoración del Atelier de la Flor y las vitrinas del interior se llenaron con diamantes y zafiros de alta joyería mientras un DJ ponía temas del hotel Costes de París. Vamos, que la cita no pudo ser más exquisita, tanto como los invitados, entre ellos el empresario Paco Gavilán y Amaya Fernández de Uzquiano, Pepe Ribes, el diseñador de muebles José Miguel Martínez-Medina, Elena Ravello y su madre, Pura Barber, Paula Bernal, Carol Merino, Patricia Cerveró, Sonsoles Gómez-Torres, Adela Nogués, Lalo Ravelo y Marta Faubel, Jorge Morata, Cristina Vélez, la arquitecta Arancha Pérez-Pous, la diseñadora Lucía Fernández de Castro, Sandra Montalt, José María Gimeno y Mariángeles Alemany, el estilista Álex Jordán, Fran Sanchis y Alicia Chirivella, Bego Camps -recién recuperada de una caída bastante molesta-, Isabel Cosme y Nando Rodríguez, Borja Ávila y su mujer, Carla Giner, Juana Camps, las hermanas Blanca y Marta Handrich, Patricia Montoro y muchos más amigos de la familia Marfil. También estuvo María Cosín -ideal vestida de Kaycas de Diego- y su marido Mario Mariner, que recordaba emocionado el homenaje que recibió su padre hace unos días al recibir el premio José María Jiménez de la Iglesia del Foro Empresa y Humanismo, que preside Iñigo Parra. No faltó el grupo de amigas de Mónica Duart, su hermana Toti, Andrea Villafañe y Sonia Baselga, además de Marieli y María José Albert con su hija María Meco y la diseñadora Dolores Enguídanos, premio Aguja Brillante del Gremio de Sastres y Modistas. Pendientes de todos los invitados, estuvieron hermanos Héctor, Paloma y Begoña Marfil con sus padres, Manuel Marfil y María José Tallada.