El Covid o la vida
LA VIDA (DES)MADRE DE ·
Secciones
Servicios
Destacamos
LA VIDA (DES)MADRE DE ·
Primer asalto. Pasó todo muy rápido. Un martes me vacunaban con la primera dosis de Moderna. Como buena aprensiva que soy acudí a la cita con reservas y preparada para los consabidos efectos secundarios que pudieran venir. Los quince minutos de espera tras el pinchazo ... los pasé controlando los números rojos del reloj de pared. La eternidad. Sentí un ligero mareo que atribuí a los nervios. Caminé hasta mi casa con el brazo caliente y dolorido. Esa misma noche tuve fiebre y malestar, algo parecido a un resfriado con un regusto viral, un mar de fondo que en ese momento no supe descifrar y al que hice frente con un analgésico común. Al día siguiente me levanté algo mejor y mi primer pensamiento fue: «Prueba superada, en unas horas estaré como nueva». El tsunami estaba a punto de llegar.
Después de comer me invadió un cansancio radical y a media tarde se instaló (para quedarse cerca de una semana) un dolor de cabeza en una de mis sienes. Me atendió por videoconsulta un médico que atribuyó toda la sintomatología a los efectos habituales de la vacuna. Me prescribió Paracetamol para calmar el malestar, me metí en la cama sin cenar y temblando de frío pese a que estábamos en julio. Pasé dos noches durmiendo a medias y una mañana descubrí impactada que había perdido el olfato y el gusto. Casi a la vez, mi apetito se esfumó por completo. Me hicieron una PCR en el ambulatorio que dio positivo 'cum laude' con una carga viral de concurso. La conclusión de la médico fue que ya estaba contagiada y que la vacuna había propulsado el virus en mi organismo como si fuera una bala.
Mis recuerdos de los días siguientes están bañados por una nebulosa densa. Fiebre, jaqueca, dolor muscular, tos, náuseas, insomnio, bajón anímico, flojera y mareo. En la cama mal, en el sofá mal, sentada peor, de pie imposible. El pitido intermitente de la pinza para el dedo que calibra el nivel de oxígeno en sangre y de cuyo resultado depende tu porvenir. «Por debajo de 95 al hospital cagando leches», te advierten. Te agarras al combinado Paracetamol-Nolotil como si fuera un salvavidas. En la mesilla de noche el termómetro, la botella de agua que nunca se termina, los pañuelos, el libro que eres incapaz de leer. Al contacto con la ropa la piel te quema y la fatiga es tal que subir un tramo de escaleras te cuesta diez minutos. Cuando termina el día se parte el suelo y el cielo y un abismo insondable se abre ante ti. Una de las noches me cuesta respirar más de lo normal y tengo ganas de vomitar. Quiero coger el teléfono para pedir ayuda a mi marido, que duerme en otro extremo de la casa, pero soy incapaz de estirar el brazo para llamar, tampoco puedo levantar la voz. Espero varias horas mirando el techo a que se haga de día y alguien entre por la puerta para avisar a un médico. Esa es la parte más honda de la travesía.
Tres días después empiezo a notar una leve mejoría y decido arañar fuerzas de donde sea. Poco a poco me obligo a beber agua y a comer, empiezo a sentarme aunque sea unos minutos, veo 'Creed', la peli en la que Silvester Stallone se vuelve a poner en la piel de Rocky, rezo, leo mi horóscopo para agosto, arraso Amazon comprando complejos vitamínicos y 'funko pops' para mis hijos (ambos contagiados y sin síntomas), doy mi primera vuelta a la manzana con mi perro, preparo croquetas (sentada en una banqueta y en varias etapas), me meto en un foro de internet de enfermos de Covid, vuelvo a mirarme en el espejo sin asustarme, me pongo una mascarilla en el pelo y me limo las uñas, pido una pizza de la que solo me como una porción, me tomo un zumo de naranja en la terraza, me instalo una app para aprender a respirar desde el diafragma, me peso y compruebo que he perdido cuatro kilos, me río con varios Tik Tok de gatos haciendo cosas, busco vuelos baratos en Skyscanner, me descubro, de nuevo, haciendo planes, alejándome, paso a paso, de ese precipicio del que he estado colgada dos semanas y al que hoy solo soy capaz de asomarme a medias. La vida, en esta ocasión, gana.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.