Máximo Huerta sujeta en brazos a su perra, Doña Leo, que da nombre a la librería que ha abierto en Buñol. damián torres

Las decisiones de Máximo Huerta para cuidar de su madre

Cambiar un programa diario en directo por otro semanal y abrir una librería en Buñol, han sido las últimas decisiones profesionales del escritor y periodista, que se ha instalado en la casa familiar

Miércoles, 18 de enero 2023, 01:24

Frente al escaparate, brindando con champán por la apertura de su nueva librería en Buñol, Máximo Huerta echa rápidas miradas al interior del local. Observa cómo está su madre, Clara, que ocupa un lugar privilegiado para no perderse nada. La escena se repite, porque Clara ... fue testigo silencioso el día en que el periodista asumió la cartera de Cultura, en aquel efímero paso por el ministerio, y en cada uno de los escalones que ha ido conquistando Máximo Huerta en su carrera profesional. La diferencia es que su salud es mucho más frágil esta vez, y de hecho, dos días después el escritor, ahora también librero, está a su lado en el hospital «con oxígeno y el pecho fatal». Se lo contaba en Instagram a Bibiana Fernández, que le había felicitado, como hicieron tantos otros, por un nuevo proyecto tan personal como es La Librería de Doña Leo, y que inauguró el martes pasado. «Esta es la cara de la moneda que no sale en Instagram», escribía.

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Hace ya mucho tiempo que Máximo Huerta no busca los flashes y sus pasos tienen mucho que ver con otra forma de entender este momento vital en el que se encuentra, y en el que estar junto a su madre es prioritario. «Reivindico la vida lenta, la del pueblo; vamos con muchas prisas, tenemos ganas de llegar no sé adónde», decía en la presentación de la librería, y añadía que de cada una de las facetas que le atribuían -periodista, escritor, presentador, ministro, librero- él se quedaba con la de hijo. «Y de hecho, que esté mi madre ahí dentro en la librería, una mujer que me ha dado la vida, que ha leído mucho, y que ahora no puede leer por el tumor que ha tenido, es la mayor satisfacción», decía Máximo Huerta a las puertas de un local en la céntrica calle donde cada año se celebra la tomatina.

Juan Castillo y Máximo Huerta, delante del escaparate de La Librería de Doña Leo, en Buñol. instagram

La mirada de Máximo

Máximo Huerta ha subido a sus redes sociales una de las imágenes que ha provocado un mayor número de reacciones, todas positivas: se trata de una foto donde el escritor está sentado a las puertas de La Librería de Doña Leo junto a su pareja, Juan Castillo, un canario con quien comparte su vida desde hace ya varios años, y que siempre se ha colocado en un discreto segundo plano. De hecho, no fue hasta que la relación estaba muy consolidada cuando él mismo la hizo pública, aunque siempre de una forma muy sutil, compartiendo alguna fotografía por redes, donde normalmente aparecían otros amigos.

Los comentarios a la fotografía, que iba acompañada de una sola frase, 'qué suerte he tenido', han sido numerosísimos. «Quédate con quien te mire como Máximo a Juan», decía una seguidora. «La librería es bonita, pero es que los libreros son mucho más bonitos. Os quiero», les respondía un amigo.

En octubre tuvo que suspender algunos actos por sus propios problemas de salud y en noviembre, Clara tuvo que ser sometida a una operación muy delicada por el cáncer que le detectaron en 2020, y que ha ido deteriorando su salud, sobre todo en el último año. Y es el motivo por el cual decidió llegar a un acuerdo con À Punt para dejar de presentar el programa diario que se emitía en directo cada tarde y poder estar mucho más disponible para ella. No se va a ir de la televisión, de hecho un día después de inaugurarse la librería, Máximo Huerta formaba parte del plantel de presentadores estrella en la presentación de la nueva programación de À Punt. Su nuevo espacio se llamará 'La vida al màxim' y son entrevistas «como si se tratara de un show de Truman». En realidad, ya están grabados, al menos los primeros, así que el escritor no pretende moverse demasiado de Buñol, donde ha vuelto a vivir en la casa familiar. «Estar en mi pueblo es como cerrar el círculo, donde empecé y donde me apetece estar descansando. En realidad, es uno más de los capítulos que me quedan por vivir».

De hecho, su última obra, 'Adiós pequeño' relata ese viaje al pasado que fue su infancia, a sus recuerdos y a sus olvidos, en una mirada a veces dolorosa, porque no siempre hay felicidad en la nostalgia. En un libro que denomina de 'autoficción', cuenta cómo despegan de sinsabores las piedras de la casa familiar después de permanecer un tiempo sin uso. La vivienda vuelve a estar habitada y en este tiempo no ha sido extraño ver algún libro en la puerta, que Máximo dejaba para que quien quisiera se lo pudiera llevar. «Estamos muy orgullosos de tener entre nosotros a alguien tan ilustre», decían varias vecinas el día de la presentación. El escritor sí es profeta en su tierra, en su querido Buñol, donde «lo intentamos dejar tranquilo para que se sienta a gusto». Mientras, algunas amigas atienden a Clara, un poco abrumada por la expectación.

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Máximo Huerta muestra sin filtros su lado más humano en el papel de hijo. También en redes sociales, donde en ocasiones parece estar desahogándose. «Los días que mi madre no me reconoce es como si no tuviera patria», escribía hace unos meses. «Mi padre no le dejaba a mi madre pintarse las uñas, ni vestirse de rojo. Jamás lo hizo. Anoche quise darle la vuelta al destino y a la vida que nos queda. Y se las pinté de rojo con un frasquito que regalaba una revista mensual. Del rojo que nunca pudo. Y ahora se mira diciéndome lo bonitas que le quedan. Y yo le digo, feliz, que sí», relataba en otro post reciente. En las estanterías de su librería están los libros favoritos de su madre, 'Genoveva de Brabante' y 'Cuerpos y almas'. «'Ponlos en la librería', insiste. Y le digo que sí, que sí a todo».

Mientras las felicitaciones no dejan de llegar, las flores inundan la fachada de la librería, la gente hace cola para pagar libros, a Máximo Huerta le preguntan si es feliz. «Con ilusión. Feliz cuesta estar porque la vida se encarga de darte sustos, pero estoy contento y tranquilo», responde, volviendo la mirada hacia su madre. «Las hojas del calendario se desdibujan», escribe por redes, sabiendo que superados ya los 85 años, el futuro se escribe sólo a corto plazo. Máximo Huerta piensa exprimir cada minuto.

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