La diana de Nacho Canut

¿Algo más de su infancia? Contaba en una entrevista a LAS PROVINCIAS que de niño se dio cuenta de que estaba rodeado de seres a los que no entendía. «Intento convivir y ser educado con todo el mundo, pero la gente es muy rara», decía.

Todo cambió cuando él y Carlos Berlanga, hijo del cineasta valenciano, conocieron a Alaska y les propuso crear un grupo. De ahí salió Kaka de Luxe. Carlos y Nacho eran amigos, se entendían, porque se sentían igual de extraños en el mundo en el que vivían, donde la familia de Nacho hubiera querido que se convirtiera en médico, la de Carlos en abogado. «Durante un tiempo iba a la facultad (de Biología) pero me quedaba en el coche durmiendo. Mis padres no saben que en realidad no iba a clase». El creador de himnos como 'A quién le importa' o 'Ni tu ni nadie' dice que cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, él decía millonario. Verdad o mentira, lo cierto es que no estaba bien visto en aquella familia de roles tradicionales dedicarse a la música, al faranduleo, y no fue el único de los hermanos que ha acabado en alguna faceta artística. «Mi padre nos lo prohibió».

Pero Nacho Canut siempre fue muy libre. Libre para decidir y para contar, aunque ahora reconoce que se corta mucho más, porque las redes sociales y lo políticamente incorrecto se llevan muy mal. En realidad le encantan, y tiene casi 50.000 seguidores en Instagram, pero su cuenta es privada. En cambio, odia la televisión. Como cuando dice que querría ser vegetariano y decir que odia la carne, pero que en realidad le encanta.

Tampoco se planteó nunca estar en un armario, o salir de él. «Cuando en México nos preguntaban a Carlos y a mí si nos gustaban las rubias o las morenas, yo contestaba que a mí me gustaban los hombres, y que me daba igual el color de pelo. Carlos contestaba que él sí los prefería rubios». Con Berlanga tuvo una relación complicada por culpa de las drogas. En aquella entrevista a un canal mexicano todavía le daba vueltas a su muerte. «Le dije que hiciera lo que le diera la gana, quizás si hubiera insistido en que dejara de drogarse...». Alaska contesta: «era decisión suya, no se podía hacer mucho más». Nacho decía en Esquire que no ha sido de tomar drogas ni beber. «Empecé de mayor».

Ya lleva cuarenta años de pareja musical con Alaska, y durante este tiempo les ha dado tiempo a todo. A estar en lo más alto de la gloria, a tener que abrir un bar, a ser DJ y a autoeditarse. Sí, después de los exitazos de Alaska y Dinarama, pero es que el mundo de la música es así. Con Fangoria han vuelto a triunfar y son un grupo muy consolidado, treinta años después. En este tiempo les ha dado tiempo, sobre todo, a conocerse. De él dice Alaska que es «divertido, sociable y talentoso», y que quizás tenga demasiado sentido del humor y una ironía que, reconoce Nacho, no todo el mundo entiende.

«El secreto es que no discutimos porque somos poco raciales, somos más ingleses, así que si algo no me gusta me callo. Con ella, sin embargo, no disimulo, quizás porque ya no tengo que agradarle, como a una pareja». Respecto a eso, ha hablado varias veces de su novio francés, una relación larga y donde «él se encarga de cambiar las sábanas», decía en Vanity Fair. Confiesa sus filias: Marisol, Beyoncé, Warhol, volar en bussiness, los emojis de la flamenca y el rayo de Bowie, del que siempre ha sido un gran fan. Verdad o mentira, lo cierto es que Nacho Canut es uno de los compositores con más talento del panorama musical nacional. Quizás a nadie le importe lo demás.