Juan Armiñana
«Si hubiera tenido dinero habría comprado el Valencia CF sin pensarlo»Juan Armiñana
«Si hubiera tenido dinero habría comprado el Valencia CF sin pensarlo»Juan Armiñana nos cita en Nou Racó, el espectacular espacio para eventos del que es propietario -junto a su mujer, recalca- desde hace ... más de quince años. Está sentado en uno de los sillones en el exterior del edificio principal, tomándose un 'bloody mary' mientras habla por teléfono -luego confesará que lo estaba haciendo con el artista fallero-. Un teléfono que suena sin parar, adivinando el ritmo al que funciona este empresario que era conocido en medio mundo por ser el presidente de la falla Nou Campanar, aquella comisión con presupuestos imbatibles que ganaba premios mientras iba saltando de solar en solar al ritmo de la construcción que imprimía Armiñana a su promotora de viviendas. Una crisis inmobiliaria y otra sanitaria después, asegura que sigue con insomnio por las noches y la cabeza no se detiene. En la mesa de al lado le esperan un grupo de amigos, con quienes queda jueves sí, jueves no para comer y para charlar desde hace dos décadas.
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-¿Qué hace ahora Juan Armiñana?
-Sigo siendo empresario, pero hemos dejado la gestión directa de Nou Racó y la hemos cedido a una empresa para centrarnos un poco más en el tema de la promoción de viviendas.
-Sufrió la crisis inmobiliaria, como hostelero ha sufrido la del Covid.
-En la hostelería la hemos pasado muy canutas. El tema del Covid nos ha afectado muchísimo porque en este restaurante vivimos mucho de los eventos, pero en año y pico ha estado todo cerrado, y se han pasado momentos muy duros. Gracias a Dios, hemos conseguido salir adelante y poco a poco vamos a intentar recuperar las pérdidas acumuladas porque si sumamos la inflación no están las cosas nada sencillas para nosotros.
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-Sé que anda también en otro tipo de proyectos...
-Yo llevo cuarenta años en el mundo de la empresa, y ser empresario significa asumir riesgos, pero además ser creativos y pensando siempre en hacer cosas nuevas. Ahora vamos a sacar un proyecto en Valencia de promoción inmobiliaria muy novedoso, sobre todo para gente joven. Son viviendas pequeñas pero con mucha zona común y gimnasio, coworking, piscina… Y, sobre todo, muy asequibles.
-¿Qué ha aprendido Juan Armiñana en toda esta trayectoria como empresario? ¿De sus caídas?
-Se ve que he aprendido poco porque estoy haciendo otra vez lo mismo. Tendría que haberme retirado, pero no lo he podido hacer porque hay que trabajar para comer. No he sabido dar un paso atrás y parar. Yo quería llegar a los sesenta más relajado, pero las circunstancias… el Covid nos ha pillado con inversiones de por medio y volvemos a estar mareados. Por eso hemos decidido ceder la gestión de Nou Racó, para centrarnos en la promoción, porque la cabeza va por un lado y el cuerpo por otro.
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-¿Siente que la edad va pesando?
-Mucho. En la cabeza están las ideas, los proyectos, las ganas de acometerlos, pero te das cuenta de que el cuerpo no está igual que hace veinte años, que no tienes la misma energía, y que cuando te tomas dos copas en vez de rehabilitarte en cinco horas ahora son cinco días de talleres (ríe). Pero estoy contento e ilusionado. Vamos a intentar sacar todos estos proyectos en marcha porque espero que sean un éxito.
-¿Sigue ilusionándose con cada proyecto? ¿No lo ha perdido con los años y los traspiés?
-En mi caso no. El otro día me decía el arquitecto del proyecto del que le hablaba: «Juan, sabes que hemos hecho veintitrés proyectos distintos?». Ahí están mis ganas y mi ilusión, y sobre todo la motivación de hacer cosas distintas que no se hayan hecho hasta ahora.
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-¿Cree que estamos ante otro momento dulce de la promoción de viviendas?
-De dulce tiene poco. Los sistemas de financiación bancaria no tienen nada que ver con los que había hace quince años. Los promotores pequeños, como yo, nos estamos viendo como Caín y Abel para poder salir adelante. Y contra eso lo que tienes que hacer es tirarle imaginación, porque los grandes son más burócratas, así que toca tener la cabeza fría.
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-¿Cree que es necesaria la creatividad como promotor inmobiliario?
-Le pongo un ejemplo. Hace veinticinco años tomé la decisión de que todas nuestras viviendas tuvieran grandes terrazas, y de ahí la palabra Atikkos. Y durante el Covid todo el mundo lo agradeció muchísimo.
-Si mira atrás, ¿siempre quiso ser empresario?
-Sí (contesta rápidamente). Mis dos abuelos fueron empresarios hace sesenta años, pero a mi padre no le interesaba. Él fue doctor en ingeniería industrial y le gustó siempre la enseñanza, pero a mí siempre me ha gustado. Él era más tranquilo, a mí me ha gustado el riesgo. Lo habré heredado de mis abuelos; por parte de madre, Antonio, tenía una empresa de madera, por parte de padre, Juan, una empresa constructora, aunque no es la misma que yo creé posteriormente.
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-¿Tener tan clara una vocación quiere decir que sabe que su vida siempre estará dedicada a la empresa?
-Por supuesto, y mirar hacia atrás ni para coger carrerilla. Tienes que siempre mirar hacia adelante e ilusionarte con lo que tienes, e intentar salir. Y si le digo a alguien que tengo ganas de jubilarme me contesta que en realidad yo no me voy a jubilar nunca; primero, porque no te va a aguantar nadie en casa y, segundo, porque estoy acostumbrado a que mi cabeza no pare. Son muchas noches de insomnio, de andar por el río con unos cascos, música y relajarme porque de ahí (se señala la cabeza) tiene que salir algo. Por eso también un paso atrás con el Racó, porque han sido diecisiete años sin parar, 365 días al año.
-¿Ha recuperado los fines de semana?
-Eso era lo que quería, pero los proyectos inmobiliarios hay que sacarlos adelante, y pensar en cómo financiar, cómo vender, cómo ilusionar... Y hasta que lo arranquemos pienso: ¿tendré algun fin de semana libre?
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-¿Lo ha pasado mal?
-Todo esto te genera mucha presión, y encima yo soy de los que opinan que las sociedades tienen que ser impares y de menos de tres, así que me lo como yo todo. Así ha sido toda mi vida y ya no tiene solución.
-La sociedad le conoció como presidente de la falla Nou Campanar, ¿todavía está vinculado a la fiesta?
-Llevo cuatro o cinco años en la falla Espartero y estoy disfrutando muchísimo, pero ya no de presidente… tengo el cargo de secretario adjunto para la vicepresidencia quinta para asuntos intrascendentes (ríe). Sigo apoyando a la comisión en lo que necesite y para mí supone salirse de la rutina de trabajo, porque a mí las fallas me apasionan, aunque estas no son las que conocí de pequeño; antes no existía la noche, y ahora lo que no existe es el día. Eso sí, queremos seguir ganando.
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-Usted siempre ha luchado por ganar. En las fallas, seguro, ¿en la vida también?
-Y en el fútbol, y fíjese cómo estamos, madre mía… Esperemos que nos podamos salvar. Soy valencianista desde que heredé el pase de mi abuelo a los tres años... No entiendo cómo Peter Lim no se apoya en la sociedad valencianista; ha dejado a toda la afición abandonada. Si tuviera la oportunidad le preguntaría en qué le podemos ayudar para tirar esto adelante entre todos. No creo que la solución sea 'Peter, go home'.
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-¿Si hubiera tenido el dinero hubiera comprado el Valencia?
-(Contesta inmediatamente) Seguro. No me lo hubiera pensado.
-Y sus hijos, ¿le han seguido?
-No quiero (ríe). Están en Madrid, uno en Antena 3, otro en la Liga Profesional.
-Ha hablado de su mujer, de la persona con la que ha gestionado Nou Racó todos estos años... ¿Qué le ha aportado?
-Carmen es la persona que en los últimos veinte años me ha apoyado sin fisuras, la persona que trabaja conmigo, que me ayuda en todo. Es mi mano derecha, lo ha sido y lo seguirá siendo.
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