Había muchas ganas de volver a subirse a unos tacones y celebrar la vida, y qué mejor que hacerlo en una boda. Y si fue tan emocionante como la de Natalia Tripipatkul con el exfutbolista David Navarro todavía más. La pareja lleva ya once años ... juntos y quiso compartir con la familia más próxima y los amigos más íntimos un enlace en el que hubo muchos momentos emotivos. «Viendo la emoción de quienes nos acompañaban ese día, nos sentimos muy muy queridos, y no nos lo esperábamos», cuenta Natalia, que recordará siempre con mucho cariño el momento en que Carlota, la hija de los dos, corrió hacia su padre y lloraron juntos.
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Natalia y David se casaron en la Alquería de Vilches, en una ceremonia que ofició un buen amigo, Nicolás Francolini. Ejerció de padrino otro amigo de la novia, que llegó en un tuctuc, un taxi típico de Tailandia, porque aunque su familia es de origen chino, viven entre Bangkok y Londres. Hablaron las hermanas de Natalia, Achara y Helena, las niñas, Vega, Lara y Carlota, en una boda en la que cada uno de los invitados, treinta adultos y 18 niños, quisieron poner su granito de arena. El vestido de novia lo firmó Sandro, con cola cosida por la madre de una buena amiga, mientras que la peinó Tono Sanmartín y el maquillaje corrió a cargo de Franky Reyes.
También se casaron hace unos días la empresaria Lola Ribas y el torero Jesús Chover. La ceremonia se celebró en Benimàmet, en la parroquia San Vicente, donde ya se convirtieron en marido y mujer los abuelos de la novia y otras generaciones anteriores. El enlace se inspiró en el azul del anillo de compromiso de Lola, un zafiro vintage que Jesús le entregó en el Coliseo de Roma; un color que tapizó cada rincón de la finca familiar de Lola Ribas, Alquería Lolín. La novia es organizadora de eventos, así que sabía qué quería exactamente a la hora de decorar un lugar donde había imaginado muchas veces su enlace, donde se mezcló la elegancia italiana con la tradición valenciana. Jarrones de Positano reinventados en forma de vasijas de la terreta o naranjas que evocaban la esencia del lugar que les ha visto crecer. Lola lució dos vestidos de la firma Milanova, uno de ellos un diseño convertible que la acompañó desde la ceremonia hasta la fiesta, y que se fue transformando al ritmo de la boda.
El momento del corte de la tarta fue único, ya que la cortaron con la espada de matador de Jesús, la misma que utiliza en el ruedo, y al que siguió el conmovedor discurso que les dedicó Vicente Ruiz El Soro, que interpretó ademas con su trompeta el Ave María.
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La boda de Tanya Luján Mota y Carlos Arnal Bevía se celebró, por su parte, en la parroquia de Santa Bárbara ante 250 invitados, que pudieron admirar el magnífico vestido diseñado por Alejandro Resta. El genial modisto valenciano se inspiró en aquel que lució la princesa Grace Kelly en su enlace con Rainiero de Mónaco, y el resultado fue sensacional. Tanya llevaba una maxifalda de tul en tres escalones y una delicada blusa de encaje con cuello 'perkins' cosida a mano y llena de botones.
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