Borrar
Modesto Granados, la máscara y el logotipo andante

Modesto Granados, la máscara y el logotipo andante

Subió al escenario del prestigioso congreso mexicano camuflado bajo una careta de luchador, lanzó un divertido exabrupto y en medio de la hilaridad desatada en el auditorio se presentó como el mejor diseñador gráfico en la categoría de más de 130 kilos. Desde entonces su profesión y la báscula se han aliado con él

Ramón Palomar

Sábado, 29 de abril 2017, 21:22

Guadalajara, México. Hace unos años el diseñador gráfico valenciano Modesto Granados andaba por aquella tierras en calidad de invitado durante un congreso bautizado Design Fest para debatir cuestiones y tendencias sobre ese campo. El auditorio estaba repleto. Llegó el turno de Modesto como conferenciante. Y nuestro paisano se había preparado... Cuando el locutor le nombró, desde un lateral, Modesto irrumpió como un torbellino sobre el escenario luciendo sobre su faz una coloreada máscara típica de luchador mexicano. Agarró el micrófono y soltó unas frases que todavían las recuerdan por allí: «Me llamo Modesto Granados y soy el mejor diseñador gráfico en la categoría superior a los 130 kilos... ¡Viva México, cabrones!». El auditorio se vino abajo. La gente bramó de puro gozo. ¿Quién era aquel tipo tan descarado? Pues Modesto, ni más ni menos. Nuestro Modesto Granados. Ahora sigue siendo un gran diseñador de carrera completamente consagrada, pero como ha adelgazado un montón de kilos, ya no podemos afirmar que es el mejor en la categoría superior a 130 kilos. Modesto ha perdido masa corporal pero ha ganado en sabiduría y, sin duda, en prestancia y ligereza.

Pero si ese momento de gloria en México representó su consagración, el camino fue largo, como ustedes suponen. Modesto perdía el tiempo en el instituto. Trasteaba, dibujaba, no daba la tabarra a los profesores pero la evidencia saltaba a la vista: aquello le interesaba menos que un bledo. Su profesora de latín, Goya, lo agarró una mañana en el patio y le encauzó hacia la Escuela de Artes y Oficios. Aquella docente captó lo que encerraba Modesto. Cuando el muchacho rumiaba la recomendación surgió una bendita casualidad, pues visitó una exposición en torno a la obra de Mariscal. Modesto vio tebeos, observó diseños, logotipos, colores, tipos de letra, en fin... Y padeció una iluminación. Esto mola, esto es lo que quiero, se dijo, y no tardó en deslizar su osamenta con provecho hacia la Escuela de Artes y Oficios para bucear entre los rudimentos de un oficio creativo. Su primer empleo se lo debe a un señor propietario de una gran academia. Aquel hombre compró una imprenta para imprimirse él mismo sus folletos y, de paso, ampliar el negocio. Le contrató y le formaron en tareas de impresión. Aprendió, se curtió, diseñó él mismo los folletos, utilizó aquello como plataforma y más tarde entró en el estudio del diseñador Juan Martínez. Prosperó, progresó, recibió encargos de agencias y de otros estudios. Le contrataron en Lladró como diseñador gráfico en el departamento de comunicación.

Aquello funcionaba, sí, pero le corroía el deseo habitual entre la gente creativa con un punto de bonhomía y de bohemia; esto es, el famoso ¿y si me convierto en mi propio jefe? Así pues fundó su estudio en el año 2004 y su actividad sólo ha aumentado hasta nuestros días. Modesto ha parido etiquetas para vinos, cervezas y envoltorios de alimentos, pero donde sobre todo domina el cotarro es en el sector de los logotipos. Por ejemplo, el logo de Alicante Puerto de Salida de la Vuelta al Mundo (Volvo Ocean Race) es suyo. El logotipo de la clotxina valenciana que usted está harto de controlar también salió de su cabeza. Y el de una potente empresa ferroviaria, y el de varias empresas de logística, y el de una barbaridad de restaurantes, y el de... También se encarga de maquetar una revista exquisita (Villae) que edita una inmobiliaria con sede en Valencia y Xàbia y que se distribuye en Europa. Pero Modesto, puro buen gusto archiprobado, se multiplica y encuentra tiempo para ejercer de profesor ofreciendo un master universitario de diseño y comunicación gráfica del CEU-UCH.

Sus alumnos le adoran porque Modesto es uno de los tipos más ingeniosos y brillantes que conozco narrando historias, anécdotas, movidas. Si está de buen humor, que es casi siempre, transmite con la palabra y arracima todas las miradas. Él lo sabe y desenfunda la lengua cuando la ocasión lo requiere. En esos casos los demás callan y escuchan. Una de esas tardes de birras y charla laxa le pregunté que cómo se lo montaba para inventar un logotipo, porque esa actividad me flipa por extraña. Si escribes te basas en las palabras, pero ¿con un logotipo dónde te agarras? Me comentó que atendía los razonamientos del cliente y que luego investigaba en ese terreno. Se fijaba en lo que existía hasta ese momento para no copiar o para percibir el aire que se respiraba. Luego pasaba a los bocetos mientras seguía estudiando el mercado y de nuevo se reunía con el cliente. Me explicó también que un logotipo debe expresar, comunicar, y que debía segregar elegancia, calor, simpatía y toda una gama de sensaciones dependiendo del producto. Añadió que el logotipo es la chaqueta que te enfundas, el tono que escoges... Tras un logotipo entendí que se agazapa una verdadera galaxia y una sesera que lo alumbra. Modesto es en sí mismo un logotipo andante aunque igual él no ha caído en este detalle. Por cierto, fue boy scout durante lustros y en aquella época aprendió a trabajar en equipo y disfrutar de la montaña. Sospecho que, cuando se topa con una abuelita por la acera, le atacan las ganas de ayudarla a cruzar... Y luego se marcha y se curra un logotipo. Otro más.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Modesto Granados, la máscara y el logotipo andante