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Mariam Khadour: «Visto como me da la gana y me desviste quien me da la gana»

«Es una polvorilla», dice de Mariam Khadour su madre, que no pierde la esperanza de que algún día sea juez. Ese temperamento le ha permitido abrirse camino en un mundo aún tan masculino como el de los representantes de fútbol. «Una mujer tiene que hacer el trabajo el doble de bien», lamenta

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Martes, 25 de octubre 2016, 21:00

Quedamos en una cafetería en pleno barrio del Carmen. Es la una del mediodía y Mariam Khadour está sentada tomando un agua de Valencia, disfrutando de un soleado día de octubre y rezumando estilo por los cuatro costados. Viste mono de color verde y cuando se levanta con su 1.75 algunas miradas de mesas cercanas giran hacia ella. Pero Mariam está acostumbrada. A sus 35 años lleva ya media vida en un mundo tan masculino como el fútbol, como representante de jugadores, habituada a los flashes, rodeada de famosos, y a manejar millones como quien cuenta monedas de euro.

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-¿Es difícil ser mujer en el fútbol?

-Como me dijeron una vez, es una desventaja positiva. Yo me acerco a un futbolista a hablar con él y me va a escuchar porque soy mujer. Luego, eso sí, tienes que hacer el trabajo el doble de bien. ¿Sabe cuántas veces he tenido que escuchar lo de «tú no entiendes de fútbol»? Voy a todo tipo de partidos, es mi trabajo, no sólo a los de los grandes. ¿Sabe el frío que se pasa en los estadios? Vaya a Getafe, a Leganés...

-¿Pero le gusta el fútbol?

-Los toros son mi pasión y el fútbol, mi trabajo. Eso lo tengo que tener muy claro si quiero vivir de este mundo.

Suyos fueron los fichajes de Miguel o Manuel Fernandes por el Valencia, o la cesión de Hugo Viana. Estuvo toda una noche negociando con el Benfica por Aimar y a un paso de conseguir que Figo recalara en Mestalla antes de ser contratado por el Inter. «Estuvimos en mi casa Vicente Soriano y Javier Subirats. No pudo ser por temas económicos, Juan Soler decidió que no viniera. Él se quedó muy triste porque su ilusión era haber continuado en España».

-Figo es uno de los mejores jugadores que han pasado por la Liga y usted fue su representante.

-El año pasado me dieron un premio a la excelencia profesional y le agradecí públicamente que hubiera confiado en mí, porque Figo era entonces capitán de la selección portuguesa y él llamó a Miguel para decirle que yo le llevaría al Valencia. Tengo una deuda también con Jorge Mendes, que fue quien me hizo alguien. Es un tío excepcional, bueno, leal con su gente. Un hombre de negocios, y como tal no puede caer bien a todo el mundo, pero me da pena que aquí no lo valoren lo suficiente. Tuve la suerte de estar en su boda el año pasado y fue precioso.

-¿Y cómo es Cristiano Ronaldo?

-Un tío genial, veinte veces más solidario que yo. Me lo presentó Jorge Mendes en Gambrinus hace diez años y sigue siendo igual de familiar, siempre rodeado de los suyos, con los mismos amigos. Y quiere a Jorge como si fuera su padre.

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-¿Cuál es el secreto para haber accedido a ese exclusivo mundo? ¿El físico, la inteligencia?

-Se ha olvidado de la palabra más importante: carisma. Además, el secreto es estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno. Y tratar a la gente como personas, aunque sean famosos. Además, está feo decirlo, pero también ayudó la familia que tenía detrás. Si soy honesta, es más fácil saltar con una red abajo.

-Por el apellido no parece española. Por su acento está claro que lo es.

-Nací en Valencia, en la Cigüeña, pero mi padre es sirio. Él llegó a España con 17 años, como muchos árabes, para estudiar Medicina, aunque nunca ejerció. Siempre se dedicó a los negocios. Conoció a mi madre, que es cordobesa, y se instalaron en Valencia por el puerto, porque mi padre exporta e importa mucho.

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-¿Heredó de él esa vena negociadora?

-Sí, soy claramente fenicia. Desde los 24 años trabajo de forma activa en el fútbol y fui profeta en mi tierra. Recuerdo que acudí a hablar con Juan Soler, a quien por cierto no sé por qué la afición no lo quiere, porque ha dado por el club su dinero y su vida. Me ofrecí para trabajar en prácticas y aunque primero me dijo que sí, luego cambió de opinión. Ese año le vendí a tres futbolistas por valor de 50 millones. Le hubiera salido más barato cogerme en prácticas.

-Pero usted se decantó por el Derecho.

-Estudié esa carrera porque creo mucho en la justicia. De hecho, todos los profesores querían que fuera jueza. Mi padre también y mi madre todavía lo espera. Pero no soy jueza, me dedico al fútbol.

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Llega la madre de Mariam. Cordobesa de nacimiento, a pesar de los años que lleva en Valencia Carmen Montaño conserva su acento intacto, acompañado de unos ojos grandes y la tez morena. Salpica la conversación con comentarios que demuestran lo orgullosa que se siente de su hija, que ha sabido hacerse un nombre en el mundo de los negocios «sin tener necesidad de ello».

-Usa sus relaciones para conseguir ayuda solidaria. ¿Le responden?

-(Interviene su madre). Mariam es muy amiga de sus amigos. Y lo que les pida. Es una polvorilla, un culo de mal asiento, pero tiene un corazón más grande que la Catedral.

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-(Toma la palabra Mariam) A mí la gente me responde. Llamo a George Clooney, le digo que venga y viene. Cuando estuvo en Valencia le recomendé La Lambrusqueria y he coincidido varias veces con él. Es muy amable y muy inteligente, por eso se ha casado con una libanesa.

Su madre se dirige a ella: «Cuando vino todavía no estaba comprometido. Podrías haber sido su novia». Mariam la corta enérgicamente. «Qué cosas dices», le responde.

-¿No se ha casado?

-No. Estamos en una sociedad que no quiere compromisos, donde todo vale, y para mí no es así. El vicio no vale. Con 29 años lo dejé todo por un chico americano, Hugo Stenbeck, dueño del Victory Challenge, un velero que ha competido en la Copa América («comía todos los sábados en casa, cuidaba a mi hija muchísimo», puntualiza su madre). He roto tres compromisos, uno cinco días antes de la boda. La última pareja con la que estuve cuatro años tenía una doble vida. Yo no acepto ese tipo de cosas, para mí es todo o nada.

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-Es importante la honestidad en esos casos.

-No hay valores. Y si me caso no os vais a enterar, ni siquiera mis padres. Avisaré después. Pero no me preocupa, igual puedo ser madre soltera, porque yo siempre me he sacado las habichuelas. De momento tengo a dos sobrinas preciosas («se le va a pasar el arroz», bromea su madre). Las mujeres poderosas se casan tarde y tienen hijos ya mayores. Mire a Salma Hayek, Carla Bruni o Penélope Cruz. Las navidades pasadas conocí a un tipo estupendo. Salía del estafador emocional. Le vi algo diferente. Yo creo en el destino, el maktub, lo levo incluso tatuado. Pero este verano no sé qué pasó que se ha evadido.

-¿Le ha venido bien ser una persona sincera?

-No. Tengo a mucha gente que mata por mí, pero no todo el mundo está dispuesto a escuchar la verdad. Yo lo prefiero, y muchas personas me admiran por eso.

-¿Concede importancia a lo que digan de usted?

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-Nunca, desde que tengo uso de razón. Yo visto como me da la gana y me desviste quien me da la gana.

-¿Es una mujer ambiciosa?

-Muchísimo, y en letras mayúsculas. Pero es que resulta normal tener ambición siendo mujer, porque cuesta más conseguir lo que una quiere.

-¿Y qué es lo que quiere?

-Me gustaría en unos años estar en la Federación Española de Fútbol o de ministra de Cultura y Deportes. Así defenderé los toros y el fútbol. Se lo expliqué en la gala de los Goya a Pablo Iglesias. Me preguntó qué quería tomar y le contesté que no tenía nada que hablar con él porque odiaba mi corazón y mi cartera. Con la agenda que tengo y mi bufete de abogados quiero montar un lobby, porque ser aconsejados por gente famosa, o hacer negocios, vale dinero. He invertido en ello catorce años de mi vida.

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Tiene muy claro su futuro. Es como un plan trazado. Siempre subida a un avión, con los pasaportes llenos de sellos, con un pie en Europa y otro en los países árabes, donde gracias a su familia tiene relación con altos mandatarios. Habla de sus íntimas amigas, de Carla Pereyra, pareja del Cholo Simeone, con quien lloró cuando perdió la final de Champions en Lisboa contra el Real Madrid. O de Jessica Asensio, hija del fallecido Antonio Asensio, dueño del Grupo Zeta, con quien esta misma semana cenó acompañada de alguna actriz conocida. De Cayetano Martínez de Irujo, con quien compartió tardes de carreras de caballos -su hermano ha sido campeón de España en salto de obstáculos-. Y de muchos otros, como Morante de la Puebla.

-Se ha centrado en dos causas solidarias, y le ayudan sus amigos.

-Toda mi familia paterna se encuentra en Siria. De hecho, he perdido a raíz de la guerra a mi tía favorita, Anaya, porque bombardean para todo el mundo, sin importar el dinero del que uno disponga. Imagínese que tengo familia que ocupa altos cargos tanto en el gobierno como en la oposición. También murió mi tío Wasim, que estaba en un hospital donde había ido a curarse y lo destruyeron. Comprendo perfectamente que no lo entendáis porque no lo vivís en primera persona. Ahora es cuando yo lo entiendo, cuando tengo el teléfono encendido las 24 horas del día porque en cualquier momento puedo recibir una mala noticia.

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-Sentadas en esta terracita, supongo que una siente frustración. ¿Ha cambiado su forma de pensar?

-Por supuesto. Es una tontería, pero antes yo siempre viajaba en business. Ahora lo hago en turista. Esa diferencia de dinero para ellos supone mucho. Yo tenía mucho vicio con las marcas. Ahora ya no. Hay gente que no puede comer y son personas como nosotros, con carreras, que saben idiomas, porque Siria era un país precioso, educado y con gente muy culta.

-¿Su padre vive todavía?

-Me ha hecho una pregunta muy interesante porque mi padre no ha muerto pero desde que comenzó la guerra en Siria no vive. Se levanta a las seis de la mañana a escuchar las noticias, apenas duerme, está continuamente recibiendo llamadas de ayuda. No puede hacerlo aunque quiera. Ha puesto a disposición de la gente pisos que tiene vacíos pero no nos dejan traerlos.

-No puede dejar su sangre siria a un lado.

-Después del 11-S mi padre me dijo: «¿Tú no prefieres cambiarte el apellido ahora que se puede y poner el de tu madre delante? La tienen tomada con los árabes. Va a ser mejor para ti». Le dije que yo soy Mariam Khadour hasta que me muera y eso no lo va a cambiar nadie. Y es cierto, porque yo llego a los aeropuertos y me cachean como si fuera una terrorista cuando ven mi apellido.

Mariam y su madre me cuentan la otra causa en la que viven volcadas, la de la salud mental. Su hermano pequeño tiene una enfermedad a raíz de un tumor cerebral y el objetivo de la asociación que creó Carmen es ayudar a esas personas a mejorar su calidad de vida. Se vuelcan en la conversación, incluso se interrumpen la una a la otra al hablar del proyecto, se nota la complicidad. Lo hago ver. «Estoy muy orgullosa de ella. Es arisca, no crea, y tiene más confianza con el padre». «Es más tolerante», responde Mariam. Ha sido un valor de la familia, con mezcla de religiones. «Yo soy cristiana, mi hermano musulmán. Y eso ha sido Siria, tolerancia».

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