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MARÍA JOSÉ CARCHANO
Lunes, 27 de marzo 2017, 20:45
Ángel Casero aparece en la explanada de la Ciudad de las Ciencias, en un día lluvioso, vestido con suéter de marca, chaleco impermeable y el pelo bien peinado y engominado hacia atrás. Prácticamente conserva el físico que lucía en su época de corredor, cuando llegó a ganar la Vuelta Ciclista a España y se subió al podio de la historia del deporte valenciano. Pero Ángel Casero no lo ha tenido fácil. Probablemente cambiaría muchas cosas de su pasado si pudiera volver atrás. Tocó fondo, personal y profesionalmente. Y ahora se muestra abierto y sincero, como en una especie de catarsis que le ha permitido mirar atrás desde una serenidad que no le ha sido fácil encontrar. De nuevo vinculado al ciclismo ha conseguido recuperar la Vuelta a la Comunitat, con mucho tesón y sin parar de llamar a puertas que casi siempre se cerraban en sus narices. Y ha rehecho su vida al lado de otra persona.
-Usted ejemplifica la dificultad de ser exdeportista de alta competición. En su caso estuvo en lo más alto y también en lo más bajo.
-Mi último equipo fue uno murciano donde sólo aguanté tres o cuatro meses. No nos pagaban. Y me aparté del mundo del ciclismo. Llega un momento en que parece que lo necesitas, el final de la carrera profesional es duro para muchos y quería empezar de cero, olvidarme de la bicicleta. Así que me metí en una promoción inmobiliaria, que comenzó en el mejor momento y acabó en el peor, cuando se pinchó la burbuja urbanística. Si es que yo lo digo, zapatero a tus zapatos. ¿Qué sabía yo de aquello? Nada, en realidad.
-Coincidió también con un mal momento personal.
-Justo en ese momento me separé, así que lo poco que me quedaba me lo limpiaron. Y me quedé sin blanca, perdí todo lo que había ganado durante años como corredor ciclista. Se esfumó. Pasé una época muy dura.
-¿Qué le permitió salir de esa situación tan complicada?
-Mis amigos. Las personas que están a tu lado, tanto en los buenos como en los malos momentos, de quienes recibí incluso ayuda económica. Ya desde mi época como ciclista he tenido a gente que durante las lesiones, cuando parece que no hay recuperación posible, está a tu lado, y aunque haga un año que no la ves, no deja de mostrarte su apoyo. A nivel profesional me decían: «¿Qué haces apartado del ciclismo?» Es que este mundo no consiste sólo en estar encima de la bicicleta, y yo aconsejo a todos los deportistas que cuando dejan la competición sigan vinculados de alguna forma, porque si te vas es muy difícil volver a entrar. Ahora estoy haciendo realmente lo que me gusta y soy feliz.
-Supongo que en su casa, desde que era pequeño, había bicicletas. Esas pasiones desmedidas arrancan en la más tierna infancia.
-Tenía dos años, empecé a montar y yo creo que ya no me bajé. Además, mis padres no me obligaron a estudiar porque desde pequeños trabajábamos todos y aportábamos a la economía familiar, así que pude dedicarme al ciclismo. Yo es que era feliz encima de la bicicleta, pero me podía haber salido mal igual que me salió bien. Porque mucha gente se queda en el camino. Hay miles y miles de deportistas, la mayoría, que no llegan a nada y no tienen oficio ni beneficio.
-¿Cuál es ese don que hace que alguien, entre tantos, triunfe en la alta competición?
-Para mí la bicicleta ha sido el medio que me hacía disfrutar. Es verdad que también he sufrido mucho, pero llegaba después la recompensa y esos momentos difíciles, duros, solitarios, se te olvidan. Físicamente tienes que ser superior, aunque luego has de saber manejarlo en competición. Hacer una lectura y no equivocarte. Un sobreesfuerzo en un momento que no corresponde lo puedes pagar. Y además soy un corredor que se ha caído muy poco y eso ayuda. He estado donde correspondía en los momentos clave. No es que seas más listo, lo ves. Y a mí no se me daba mal. Sí, quizás era un don.
-El ciclismo ha estado aquejado de un gran mal, que es el dopaje. Incluso usted tuvo que lidiar con esas acusaciones.
-En ciclismo no se ha dado el mismo tratamiento a dar positivo con dos cafés que con un producto prohibido que realmente te está ayudando a mejorar tu físico. Hay futbolistas que han dicho que hacían lo mismo y no les ha pasado nada. Pero las vueltas nunca han dejado de tener público, lo que pasa es que las marcas no apuestan si no hay un líder ganando cosas importantes a nivel internacional, como ha pasado en la Fórmula 1, por ejemplo. Pero mucho niños que están en equipos amateurs quieren ser ciclistas.
-Le insisto. Usted salió incluso en unas grabaciones y, aunque posteriormente quedó completamente exculpado, supongo que vivir en la sombra de la sospecha no debe de ser nada fácil.
-Me vi dando explicaciones de un asunto en el que no tenía nada que ver, porque además cuando salió la noticia fue una página entera en un medio de comunicación y al demostrarse que no había nada apenas apareció una reseña. El daño ya estaba hecho.
-¿En qué sentido?
-Además de las sospechas que recayeron sobre mí, y que me provocaron mucho dolor, todo esto coincidió con las negociaciones con otros equipos después de la desaparición del Festina, lo que provocó que firmara un contrato un 70% a la baja.
-¿Le gustaría que un hijo suyo le siguiera los pasos? El mayor le habrá visto triunfar.
-Sí, claro, los dos hijos de mi primer matrimonio tienen 18 y 13 años y sobre todo el mayor me vio ganar, pero no quiero que vivan lo mismo que yo. Para mí lo más importante es que estudien y que a continuación, si les apetece, se dediquen al deporte que más les guste, después de probar varios. Porque, como he dicho antes, la mayoría de los deportistas, incluso profesionales, se quedan atrás y no llegan a lo que yo conseguí.
-Incluso alcanzando las cotas más altas hay deportistas que no encuentran su camino posteriormente.
-Sí, claro. Yo he pasado momentos muy malos en ese aspecto, porque siempre puse por delante el ciclismo y ahí me he quedado un poco huérfano. No quiero que mis hijos acaben sin una carrera, porque además, aunque te quieras dedicar al ciclismo, al baloncesto o al fútbol, la vida profesional de cualquier deportista es muy corta.
-¿Cree en las segundas oportunidades? ¿Pueden ser incluso mejores?
-Yo en lo que creo es en mí mismo, soy muy cabezón en ese aspecto. Me considero una persona muy meticulosa y si estoy al mando de un proyecto tengo que rodearme de gente que lo sienta y lo viva como yo. Igual que cuando triunfas en el deporte siempre tienes que estar muy bien aconsejado y acompañado.
-¿En ningún momento experimentó la tentación de tirar la toalla, de rendirse?
-Nunca. He nacido para luchar. Llegué a tocar el cielo y caí al infierno, pero me he sabido levantar a tiempo de seguir adelante. Ahora estoy muy satisfecho. No he tirado nunca la toalla y no lo haré mientras tenga fuerzas, que me sobran. Porque además yo tengo muy claro que has de vivir tu vida, que no te la vivan por ti.
-Tiene un hijo pequeño de un segundo matrimonio. ¿Cómo es ser padre en la madurez?
-Es fantástico. Y muy distinto. Me he perdido muchas cosas de los dos mayores porque estaba siempre fuera, compitiendo, entrenando. Al mayor lo ha manejado siempre su madre, y aunque con el que de 13 años ya estaba acabando mi carrera profesional, tampoco he podido disfrutar de su infancia. Así que ahora que mi hijo pequeño tiene veinte meses no me alejo un solo día de él. No quiero perderme nada, como me pasó con los dos mayores.
Se remueve, se siente algo incómodo abordando un tema espinoso, que todavía le duele. Se le dulcifica la mirada al hablar de su actual vida, sobre todo a nivel profesional, donde ha conseguido recuperar una competición que otros habían intentado resucitar sin éxito. Se ha convertido en la cabeza visible de un grupo de gente donde también está su hermano, al cargo de un equipo amateur, unidos por la pasión del ciclismo.
-¿Sigue montando en bici?
-Tengo una rodilla hecha polvo y ya hace tiempo que no puedo subir montañas. Ahora cojo la bici sólo para disfrutar.
-Todavía es un rostro conocido, un ídolo para muchos.
-¡Menos para los niños pequeños! Me ha sucedido que un padre le ha dicho a su hijo que se hiciera una foto conmigo y cuando le he preguntado al niño si me conocía me ha dicho que no (ríe). Pero bueno, mi nombre quedará en la historia del ciclismo valenciano por los siglos de los siglos.
-Con su dedicación a la vuelta supongo que de alguna forma ejerce de comercial, esa cara visible del proyecto.
-Sí, a mí es que me encanta hablar con la gente, estoy disfrutando y me lo paso muy bien. En realidad estoy en mi salsa.
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