![Federico e Ignacio Varona: «En esta profesión debemos cuidarnos como deportistas de élite»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202008/28/media/cortadas/hermanos-varona-kMdD-U1204316956094F-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
![Federico e Ignacio Varona: «En esta profesión debemos cuidarnos como deportistas de élite»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202008/28/media/cortadas/hermanos-varona-kMdD-U1204316956094F-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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En la calle Pascual y Genís, dos hombres se despiden entre risas de un par de conocidos, todos con el traje cortado a medida, con la corbata como recién puesta, a pesar de la hora, las cuatro y media de la tarde, del calor, 35 grados a la sombra en el centro de Valencia, y de la mascarilla, obligatoria. La pareja de hombres son Federico e Ignacio Varona, y es llamativo que no hay ni rastro de parecido físico, aunque compartan ese aire triunfador de quienes comen en una taberna cercana, donde las comandas se recitan con el nombre del cliente y ya sabe el cocinero si la carne hay que dejarla poco hecha. La estrecha escalera donde se sitúa el despacho de los hermanos Varona es el único elemento disociado en un espacio donde no hay nada fuera de lugar, donde por protocolo de empresa ellas no se ponen vaqueros y ellos no se quitan la chaqueta, aunque los cuadros de un artista amigo le da a los despachos impolutos y algo asépticos un contrapunto gamberro. Federico e Ignacio comparten tiempo de hermanos y de socios, aunque, también en su forma de ser, difieran: mientras Federico se siente como en casa hablando de sí mismo, Ignacio se revuelve en su silla.
-¿Tenían claro los dos que querían trabajar en el despacho familiar?
-Ignacio. Yo creo que, como en todos los compromisos, es un tema de respeto y tolerancia y, sobre todo, de confianza. Después de tanto tiempo, tenemos una ventaja, y es que nuestro vínculo empezó con cero días. Es verdad que tuvimos un trampolín, pero fue un trampolín voluntario, aquí no hubo obligaciones. De hecho, soy el más joven, pero empecé aquí antes, él estaba en Garrigues y se incorporó posteriormente.
-Federico. Es cierto que todo viene por un tema familiar, pero estoy convencido de que si mi padre no hubiera tenido un despacho hubiéramos acabado trabajando juntos de otra forma. Siempre hemos tenido una relación muy sincera y muy noble.
FEDERICO
-¿Cómo se consigue?
-F. Llevamos veinticuatro años trabajando juntos todos los días y hemos pasado por momentos malos, buenos y regulares, y la experiencia es muy positiva. No siempre pensamos lo mismo, claro, y esta misma mañana hemos tenido una discusión.
-¿Cuál es la forma de solucionarlo?
-F. Se soluciona hablando, diciendo cada uno lo que piensa, respetando al otro e intentando llegar a un punto de encuentro. Si empiezas una discusión sabiendo que vas a romper no vas a llegar a nada. Al final siempre tienes que pensar que no hay un socio mejor, por eso tenemos que llegar a acuerdos. Antes lo solucionábamos de otra forma. Invitábamos a mi padre a comer y se encargaba de desempatar. Ahora hay veces que tardamos un día, otras dos semanas, pero lo solucionamos.
-I. Es público y notorio, y no hay por qué esconderlo, que somos muy diferentes, pero es que si tenemos hijos cada uno es de una forma. La gracia de la diferencia es positivizarla y hacerla complementaria.
-F. Las diferencias aportan. Uno no puede ser que tenga razón en todo, es buena la discrepancia. Yo soy muy vehemente pero sé que no siempre tengo la razón. A mí me da un contrapunto muy importante porque él es más reflexivo.
-¿Ignacio, cómo definiría a su hermano?
-I. Mi hermano es muy inteligente, buen profesional, pero sobre todo tiene un fondo muy bueno y es un referente para mí. Está claro que si no eres bueno a nivel técnico el mercado no te admite, pero no vale solo eso. Sin honradez, que va acompañada de confianza y solidaridad, no hubiéramos podido seguir juntos.
-F. Él no me tiene que dar a mí explicaciones de nada, y al revés, y creo que la confianza es clave.
-¿Qué han heredado de su padre?
-I. Mi padre tiene frases que para mí son el legado más bonito que nos podía dejar. Uno es el sentido de la responsabilidad, de que hagas lo que hagas lo tienes que hacer bien. Otro es el de que no quieras para ti lo que no quieras para los demás. Y, por otro lado, que esto es un trabajo de picar piedra, que por mucho que uno se magnifique tiene que estar aquí.
-¿Cómo fueron los inicios?
-I. La vida es lo que va pasando mientras haces planes. El que tenía fácil trabajar con mi padre era él, que era el mayor, el 'hereu', y porque había decidido estudiar lo mismo, Económicas. Yo empecé a trabajar adaptando mi profesión, la de abogado, al despacho, y durante muchos años fui el único letrado. Pero es que yo ya pasaba las tardes con mi padre incluso antes de terminar el máster. Parecía lo natural, y me quedé.
-F. Para mí era importante que, al menos al principio, me pagara alguien que no fuera mi padre, y por ese motivo me fui a Madrid. Me fichó una multinacional y estuve cinco años encantado, lo que pasa es que a mí me gusta decidir, estoy cómodo cuando lo hago y eso fue lo que me hizo cambiar de aires.
-Y le dio un vuelco a la empresa.
-I. Durante mucho tiempo nosotros no aceptábamos más clientes, estábamos cómodos en nuestro pequeño despacho. Pero llegó y nos convenció, y adaptamos la técnica y el orden del despacho grande con la cercanía, la confianza y la flexibilidad del pequeño. Ahora miro a mi alrededor y ni yo mismo me lo creo.
iGNACIO
-¿No les gustaría dar el salto a Madrid? ¿Son ambiciosos?
-F. Yo soy competitivo, eso sí, pero tengo la suficiente satisfacción con mis clientes en la Comunitat Valenciana como plantearme dar el salto a Madrid, que me haría vivir mucho peor y no sé qué me va a aportar.
-Calidad de vida.
-F. Es que hay que vivir, y quitarse la corbata, que a mí me encanta subirme a la bici los sábados, de tomarme una cerveza después, de ir al mercado del Cabanyal a comprar pescado. Tampoco quiero perder el poder ir el domingo a casa de mis padres a Godelleta.
-Muchos de quienes pasan por el Instituto de Empresa, como es su caso, acaban en Madrid.
-F. A mí me ha impregnado mucho más Garrigues. Recuerdo que un día metí la pata y fui a hablar con uno de los socios. Le dije que la había cagado, y me contestó que en esta vida iba a meter la pata muchas más veces, que la diferencia era dar la cara. Esa es una de las grandes enseñanzas que aprendí allí y que he aplicado siempre. Pero es cierto, como le decía antes, que yo quería tomar decisiones, porque, además, necesito hacer algo en lo que crea. Es como cuando voy a la Quebrantahuesos -una carrera ciclista de casi doscientos kilómetros- a Pirineos. Llevo tres seguidas y en la última, me habían operado de la rodilla hacía muy poco, y fui sin haber entrenado, con un amigo, JR. En el primer puerto le dije que acabábamos, y lo hicimos. La vida es mental.
-Por ejemplo, para saber quitarse la corbata.
-F. Yo en cuanto salgo de aquí. Sin ninguna duda. Y duermo bien todas las noches, desconecto sin problema. Ahora, eso sí, hay que aprenderlo.
-I. El Pilates mental lo tienes que hacer incluso más que el Pilates físico.
-F. A mí me gusta mucho el deporte, soy muy organizado y el sábado por la mañana me cojo la bici y me olvido de todo. Yo, además, en mi casa no trabajo ni hablo de trabajo. Aunque tengo un ordenador, si me veo obligado a adelantar algo del despacho me vengo, porque de otra forma me vuelvo loco. Así, llegue a la hora que llegue, desconecto e identifico casa con descanso. Y tengo mis momentos, sobre todo cuando me levanto temprano por la mañana, todos están durmiendo todavía y desayuno tranquilo.
-I. Gasparov decía que dejaba de jugar un día a la semana para poder jugar bien los otros seis. En mi caso tengo técnicas para desconectar y una de ellas es el lugar donde vivo. Decidí irme a vivir a Godelleta, el pueblo donde siempre veraneamos, y el ir y el volver a mí me ayuda. Además, mis amigos no tienen nada que ver con esto, ni siquiera saben lo que hago. Por otro lado, no me gusta hacer deporte y me obligo, creo que es una herramienta básica. En una profesión como ésta vives como un deportista de élite, donde tienes que guardar el descanso, cuidar la alimentación, llevar una vida ordenada. Y el que no lo haga no puede seguir. Porque aquí es fundamental mantener la calma.
-¿Por qué Godelleta?
-I. Lo mío es una decisión personal, familiar. En la vida son sintonías y yo he congeniado de origen, para mí tiene unos valores muy buenos alrededor. Además, es un sitio perfecto para que mis hijas se desarrollen libremente, una decisión que, si te gusta el campo, como a mí, es fácil.
-¿Dónde se ven en diez años?
-F. Hace cinco años le hubiera contestado sin casi dudarlo, ahora no tengo ni idea. Antes era todo más predecible. A nivel personal, espero seguir teniendo los mismos valores, mantenerme en mis principios, pero empresarialmente no tengo ni idea de qué va a pasar. De momento, estamos preparados. No sabemos a qué problemas nos enfrentaremos, pero sí sabemos que lo haremos.
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