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MARIA JOSÉ CARCHANO
Valencia
Miércoles, 25 de julio 2018, 20:03
Esmeralda Velasco se metió en nuestras casas hace casi treinta años, cuando Antena 3 se convirtió en la primera cadena privada en comenzar a emitir. No llegó allí por ser una cara bonita; dirigía el informativo que presentaba, y en las dos siguientes décadas fue delegada en la Comunitat Valenciana. Su última etapa al frente de unos informativos coincidió con los agónicos meses previos al cierre de Canal 9, un periodo que defiende a capa y espada. El paso de los años y el parón obligado en su profesión no ha restado un ápice de su energía; se la ve cargada de principios y también de ambición, una palabra que parece vetada a las mujeres. Y esa lucha, la de la igualdad de género, también la hace suya.
-¿A qué se dedica ahora?
-Hace ya años que viajo. Por temas personales voy con frecuencia a Latinoamérica, lo cual me parece una gozada, después de haber tenido tantísimo ajetreo durante mucho tiempo. Esa posibilidad de disfrutar me parece ahora un privilegio. Dicho esto, no paro de hacer cosas, y aunque ahora mismo estoy apartada de los medios, tengo entre manos un proyecto relacionado con la ciencia, que me apasiona.
-¿Agradece el parón laboral?
-No lo agradezco, porque realmente lo que más me gusta en esta vida es hacer periodismo, estar en una redacción de informativos. Lo que he hecho es adaptarme; tengo otra situación profesional y no voy a amargarme.
-Es cierto que quienes hemos estado en el día a día de una redacción parece que tenemos inoculado ese bicho de intentar ser los primeros en enteranos de lo que pasa.
-Por supuesto, y de hecho soy proactiva. Una cosa es que no esté actualmente en ningún medio, pero eso no quiere decir que haya dejado de ser lo que soy. Ser periodista imprime carácter, como el sacerdocio, y sigo la actualidad con enorme interés, con pasión, con indignación, con todos los sentimientos que en un momento determinado experimentas dentro de una redacción.
-¿Le cuesta más no estar ahí en momentos tan convulsos, informativamente hablando, como estos?
-Eso es horroroso. Ver en la televisión cómo se está debatiendo la moción de censura y no poder cortar el bacalao… Además, pasa cada día, hay tantos lugares informativos a los que mirar... En esos momentos no quiero que nadie me hable, me pone enferma que me distraigan, me hago completamente autista. Como he hecho muchos años información parlamentaria, para mí es importante no perderme ni una coma, porque un gesto, ese matiz, te servía para comenzar la crónica. Es que son momentos brutales para un periodista, una profesión que yo quise de siempre.
-¿En serio?
-Mi madre me lo recuerda, que yo a los tres o cuatro años ya dije que sería periodista. Nunca tuve dudas, nunca cambié de idea, y me va a durar para siempre.
-Los parones pueden servir para mirar atrás y hacer balance. No sé si usted lo ha hecho.
-Es inevitable, y he de decir que, con los errores que haya podido cometer, el balance es muy positivo. Por ejemplo, tengo el privilegio de haber sido la primera mujer que en una televisión privada dirigió y presentó el telediario, y a mí me parece que no se supo valorar en el momento. Entonces, simplemente ocurrió. Estoy satisfecha, además, porque siento que he podido hacer casi todo lo que quería. El único proyecto fallido de mi vida fue el cierre de Canal 9, que personalmente me supuso una gran frustración porque sí había un objetivo, un proyecto, contra viento y marea.
-¿Cómo lo vivió?
-Fue más dura la falta de apoyo de dentro que las presiones exteriores, que ya las sabíamos. Para mí suponía una oportunidad maravillosa, esa televisión era el mayor desprestigio que tenía esta Comunitat, y nosotros nos creímos que teníamos que ser independientes, plurales. Sin embargo, no podíamos darle la vuelta en 48 o 72 horas, sobre todo por lo que había dentro. Comenzamos a cubrir las manifestaciones por el accidente del metro el tres de cada mes, y cuando había imputados del Partido Popular hacíamos directos. Pero la gente no estaba dispuesta a reconocer lo más mínimo, sin darse cuenta de que ellos mismos estaban ralentizando el proceso. Además, había muchos que tenían el cerebro lavado, que habían asumido que la información se hacía así. Recuerdo que una vez dije que había que cubrir una noticia sobre Puig, entonces en la oposición, y me miraron como si fuera una extraterrestre.
-La criticaron muchísimo porque dijo que no sabía hablar valenciano y no tenía tiempo de aprenderlo.
-No soy valenciana y no me he sentido en la obligación, en todos estos años, de aprenderlo de manera imperiosa. He sido la responsable durante diecisiete años de una delegación, la de Antena 3, de donde han salido más informaciones de la Comunitat Valenciana que en toda la historia de la televisión. Si me puedo poner una medalla es la de haber exportado su imagen al resto de España. ¿Cómo alguien puede cuestionar mi amor por esta tierra? Es una comunidad bilingüe y nunca he tenido la necesidad de hablarlo.
-Estuvo en el inicio de una televisión y el final de otra. No mucha gente habrá vivido esos dos acontecimientos.
-Ahora que lo dice, es verdad. Fueron dos emociones profesionales muy intensas. El arranque de Antena 3 era un hito, una felicidad inmensa. Y el anuncio del cierre de Canal 9 fue uno de los momentos más tristes de mi vida profesional. Lo considero el error político más grave que ha cometido un presidente autonómico.
-¿Lloró?
-Claro que lloré, en el despacho de Rosa (Vidal, directora de Canal 9 en aquellos momentos). Y ella también.
-A usted, que ha estado ahí, ¿qué le ha parecido el estreno de À Punt?
-El hecho de que el primer día salieran todos vestidos de amarillo no me pareció un desagravio, al contrario, me dio la impresión de que era una actitud sectaria. ¿De verdad pensamos que en esta comunidad se sienten identificados con lo que ahora significa el amarillo? Y no me puedo creer el argumento de que sea el color de moda. Si hubieran querido mandar un mensaje potente, deberían haber optado por el 'ultraviolet', que Pantone sí ha elegido como el color del año y que, además, tiene una connotación feminista mucho más transversal. Está eso y luego no haber cubierto en directo la noticia más importante que ha sucedido en Valencia en años, la llegada del 'Aquarius'. Independientemente del periodo de gracia que queramos darles.
-¿Le ha marcado demasiado esa última etapa profesional?
-Sí, y es bastante perverso, porque yo no era uno de los suyos, tenía un blog muy cañero. Sin embargo, Rosa confiaba en dar independencia a la televisión y me eligió, pero ni los que estaban dentro, que criticaban tantísimo la manipulación, ni el Partido Popular, que no me quería ni ver, me dieron un voto de confianza.
-¿Ha llegado a arrepentirse de haber aceptado el cargo?
-No, en absoluto, porque yo creo que en la vida de cualquier periodista proyectos como la regeneración periodística de una televisión es un reto maravilloso. Me da una tristeza enorme no haber tenido tiempo de ponerlo en marcha. Nos dábamos dos años de margen. Duró ocho meses.
-Ha defendido el movimiento en favor de la igualdad de las mujeres. Usted ha sido directiva en los medios de comunicación. Una rara avis, y más hace treinta años.
-No fui consciente de ello hasta que pasó un tiempo y pude mirarlo en perspectiva. Cuando me lo propuso Martín Ferrand me pareció algo natural, porque, además, yo sinceramente no he tenido muchos problemas en ese sentido. He llegado a ser una pregunta de Trivial por mi condición de primera mujer en dirigir y presentar un informativo en una cadena privada. Me lo dijo un amigo y pensé: «Pues es verdad».
-¿No se ha sentido discriminada por ser mujer?
-No he tenido grandes problemas, pero eso no significa que las demás no los hayan sufrido. Personalmente he contado con la suerte, o llámalo como quieras, de que mis jefes han confiado en mí para tener responsabilidades desde el comienzo.
-Lo que está claro es que se trata de una profesión que absorbe todo el tiempo. Nunca hay horas. ¿Le ha creado conflictos en su vida personal?
-Cuando mi marido se casó conmigo yo ya era una persona completamente volcada en mi profesión. No tenía nada que explicarle, porque mi vida era esa. A mis hijas siempre les he dado mucha más calidad que cantidad. Calidad de madre. Con respecto a mi propio tiempo, es que a mí lo que me gusta es eso, aunque quizás haya algún momento en que podría haber dicho: «Me gustaría no tener dos teléfonos sonando al mismo tiempo mientras estoy tumbada en la playa». Dicho esto, soy una persona operativa las veinticuatro horas del día porque disfruto y me chuto en vena esto de la actualidad.
-¿Le ha salido alguna hija periodista?
-Las dos, en realidad. La primera, Anastasia, empezó Periodismo en el CEU, luego se cambió y los últimos dos años estudió Publicidad. Estoy muy orgullosa porque ha hecho cosas muy importantes y ahora es responsable de publicidad y marca de la Liga de Fútbol Profesional. Siempre ha estado loca por el deporte y su novio es uno de los tripulantes de la Volvo Ocean Race. La otra, Micaela, más pequeña, estudia doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Carlos III. Esa es clavada a mí, hasta hemos nacido el mismo día, e incluso me da miedo. Tiene mil alertas puestas, se entera de todo, si ha de elegir un tema opta por el más complicado, como el ISIS. Es muy lectora, muy intelectual, y está bien encaminada.
-¿Cuánto grado de responsabilidad cree que tiene en todo esto?
-Alto, pero jamás me he permitido orientarlas hacia el mundo de la comunicación. Mi hija mayor tiene un don de gentes, gran capacidad de socializar, alegría de vivir, pero dice que por mí se dio cuenta de que el periodismo era un puteo enorme, que me veía dedicada todas las horas del mundo y por ello se encaminó hacia el mundo de la publicidad.
-Además de tener dos hijas, viene de una familia de mujeres. Son ocho hermanas. ¿Cómo ha sido crecer en ese ambiente?
-Divertidísimo. Mi padre consideraba que sus hijas eran lo más. Además, pensaba eso de que si tenía hijos no le iban a cuidar de mayor, esa cosa atávica que forma parte de una cultura machista, dicha incluso sin acritud, que afortunadamente estamos dejando atrás. Nosotras hemos tenido mucha complicidad, nos hemos contado cosas, nunca nos hemos sentido solas, porque sabías que todo lo que te estaba pasando podía haberlo vivido tu hermana mayor o podía sufrirlo después la siguiente. Ha sido muy enriquecedor poder conocer profundamente el alma de las mujeres.
-Es usted madrileña, pero lleva muchísimos años viviendo en Valencia. ¿Tiene el corazón dividido?
-No, tengo una hija madrileña y otra valenciana, mi marido es de aquí, pero adoro mi ciudad y voy siempre que puedo. Paso mucho tiempo también en México, y en Valencia están mi casa y mis amigos. Amo esta tierra, pero no tengo el corazón dividido porque me considero ciudadana del mundo.
-¿Qué ha asimilado de Valencia?
-Aquí es muy fácil asimilarlo todo, empezando por la tranquilidad de llegar rápido a los sitios; el tiempo que falta en Madrid se estira en Valencia. Además, aunque a mí me gusta el frío reconozco que el clima es maravilloso, la gastronomía, la forma de ser mediterránea. Creo que en eso se resume todo; nosotros los castellanos somos mucho más introspectivos, aquí os definís por esa alegría que, por cierto, puede ser un arma de doble filo. Vivir aquí es un privilegio, porque lo tienes todo: la huerta, el mar, el sol, el tejido empresarial…
-¿Y cuáles son nuestros defectos, desde su punto de vista?
-Creo que los valencianos no sabéis poneros en valor, precisamente porque la vida es fácil aquí. No habéis sabido vender todo lo que sois, y es una de las cosas que yo intenté hacer cuando me vine, porque puedo decir que quedé fascinada.
-Dicho esto, ha viajado mucho; por ejemplo, en su periodo como directora de contenidos de Gomaespuma. ¿Qué le dio aquella etapa?
-Estar en Sri Lanka, o en Senegal, donde fuimos a buscar el origen de las pateras, me cambió la vida completamente. Me di cuenta de que la gente vive sin nada, que a nosotros nos sobra el 70% de lo que tenemos, que un niño es feliz con un click de Playmobil. Que aunque vayan descalzos y coman una vez al día sonríen y disfrutan. Esas personas están mucho más reconciliadas con la vida. Todavía me emociono al recordar cuando le di a una niña una de las barbis de mi hija. ¿De qué nos quejamos? ¿De qué vamos en el primer mundo? Todo aquello me dio una perspectiva vital muy útil, porque te das cuenta de que llegado el caso puedes vivir con muy poco.
-¿Se ve dirigiendo algún programa informativo en el futuro?
-No puedo descartar volver al periodismo activo porque, sencillamente, no lo quiero descartar. Y siempre funciono con la posibilidad de reengancharme a esto. Mientras tanto, la vida sigue y no me pienso perder nada de ella, viajando, con proyectos como el que ahora tengo entre manos, o estando al día de la actualidad. Y seguiré reivindicando el papel de las mujeres y una sociedad más justa.
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