Secciones
Servicios
Destacamos
He aquí una paradoja vital. Detener el tiempo es una de las mejores maneras para disfrutar mejor del tiempo. Y para aprender a estar presente, ese mantra aparentemente manido pero, en realidad, complicado de conquistar. Tras un invierno y una primavera de ajetreo decido escaparme ... tres días al Palasiet de Benicàssim, ese lugar encantador conocido por sus aguas termales, la solera del enclave y el toque personal de clase que imprimen los Farnós, la familia al mando del proyecto. Aunque el plato fuerte son los programas de bienestar que van desde una semana al tiempo que desee escoger el huésped (me cuentan que han tenido personas que se han alojado hasta dos meses) yo reservo tres noches, una estancia suficiente para poder sentir en carne propia la desconexión prometida y, además, darme algún paseo por Benicàssim y confraternizar con algunos locales.
Noticia relacionada
Begoña Clérigues
Cuando llegas, enseguida detectas que las revoluciones han de bajar sí o sí. El jardín frondoso, la tranquilidad salvaje y la amabilidad de todos los que allí trabajan te sumergen desde el primer momento en una realidad paralela. La habitación es amplia, acogedora, luminosa y ofrece unas vistas al mar que me trasladan a los veraneos de mi infancia en los 80. Sobre la cama encuentro mi programa, el sueño prometido en forma de cronograma estampado en tipografía caligráfica que incluye tratamientos faciales, corporales y circuitos de agua. Junto al documento mi uniforme de guerra: un albornoz suave y esponjoso que me acompañará durante las jornadas que vienen.
Es mediodía, me enfundo un traje de baño y bajo a la cafetería de la piscina para picar algo mientras me doy un chapuzón. En la carta me topo con una sorpresa sublime e inesperada. Una sopa de miso que elaboran a diario decorada con setas enoki y unas florecillas que le otorgan un sabor delicado y adictivo. Esa sopa, que puedes pedir en cualquier momento y lugar, será mi aliada allí para controlar el apetito y equilibrar mi organismo. Por la tarde inicio mi proceso con el Recorrido Biomarino, un circuito ubicado en una piscina termal de agua de mar a 35°C con vistas al jardín que incluye camas y asientos de agua, chorros cervicales, chorros lumbares, sauna de sal, vaporarium, piscina de contraste y diferentes tipos de jacuzzis. 90 minutos de paraíso en la tierra que te dejan en un estado de latencia.
Envuelta en mi albornoz, me acomodo en una hamaca bajo los pinos y observo el verde de las ramas y al azul del cielo. Esa noche me deslizo hasta el Club Palasiet, el restaurante junto al mar donde, además de algunos huéspedes, descubro que se dan cita rostros conocidos de la sociedad valenciana y castellonense que alargan la velada entre copas y salseos varios que no soy capaz de procesar, pues mi estado zen me sirve como profiláctico de lo mundano.
Los dos días siguientes recibo un tratamiento de algas Ying Yang con efecto frío-calor que incluye envoltura y un baño posterior en bañera de hidromasaje que me deja una sonrisa tonta que me dura varias horas. También pruebo un tratamiento facial hidratante con un masaje activador (Raquel tienes unas manos y una energía prodigiosa) que me deja a punto para pisar cualquier alfombra roja sin maquillaje, como Pamela Anderson. Mi cuerpo es activado y esculpido por obra y gracia de unas ventosas que eliminan toxinas, drenan y tonifican los tejidos. También disfruto de las vendas thalasso, de una clase de yoga reveladora y de un paseo grupal por la orilla del mar a la salida del sol que me conecta con el Mediterráneo de Serrat.
Tres días después, varias tostadas de aguacate, lubinas a la brasa, verduras del lugar, boles de fruta pelada, horas de sueño en una cama de dos por dos en un colchón que te atrapa y momentos contemplativos en los rincones de esa casa que aún conserva el encanto de lo familiar salgo de allí con dos kilos menos, un brillo en los ojos de más y la sensación de que gran parte de mi estrés se ha perdido por el desagüe de alguna bañera de agua termal. En la puerta miro atrás y me prometo a mí misma convertir esa escapada en ritual anual de reencuentro con mi yo sereno. Allí y ahora.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.