![Fabiola Martínez: «Se inventan qué tipo de persona soy, que si florero, que si sumisa... Es la parte negativa de la fama»](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/11/19/10taller%20afectividad%20y%20sexualidad%20mlaga.jpg)
![Fabiola Martínez: «Se inventan qué tipo de persona soy, que si florero, que si sumisa... Es la parte negativa de la fama»](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/11/19/10taller%20afectividad%20y%20sexualidad%20mlaga.jpg)
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Es sábado y un grupo de unas cincuenta personas están escuchando a Natalia Rubio, una sexóloga especializada en discapacidad en una sala del hotel Ilunion en Valencia. En primera fila se sienta Fabiola Martínez, presidenta de la Fundación Bertín Osborne, madre junto al presentador de ... Carlos y también de Kike, que nació con parálisis cerebral. «Kike es el inicio de todo», asegura la venezolana, sentada en un sofá en el hall de un hotel que pertenece a la Fundación ONCE, y que tiene muy en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad. Charlamos mientras se escuchan de fondo las risas y la actividad de varios niños que juegan con voluntarios mientras sus familias están en el taller que organiza la fundación. Habla Fabiola de la actividad de esta organización y de su aprendizaje personal al lado de otros padres.
-¿Cree que con la fundación ha encontrado un propósito?
-La fundación ha surgido de forma natural porque la historia de Kike ha tenido mucha visibilidad, pero mucho antes yo ya pensaba en voluntariado; quería estudiar Medicina y no lo pude hacer porque tuve que ponerme a trabajar para ayudar a mi familia. Nunca pensé en ser la presidenta de una fundación, pero hoy en día mi objetivo es que nos sobreviva, que sea un legado real.
-¿El nacimiento de Kike le dio la dirección hacia la cual encaminarse?
-Mi madre siempre me dice que huí de la medicina porque tenía que trabajar y al final la medicina me encontró a mí. Me he pasado muchos años cerca de términos médicos, diagnósticos, pruebas… Y si lo analizo, sin Kike yo quizás hubiera tomado otro rumbo.
-Hay personas que, después de sucederles algo que les cambia la vida, con el tiempo ven la parte positiva, de lo que les ha enseñado. ¿Lo ha reflexionado?
-Si soy completamente honesta, ninguna madre en su fuero interno desea que un hijo nazca con problemas. Dicho esto, cuando ves todo lo que te enseña, entiendes qué es la fortaleza del ser humano, te das cuenta de que es una lección de vida. Evidentemente, si me dan a escoger, yo quiero a mi hijo sano, pero la vida viene así y eso es la resiliencia, hacer de algo que te puede destruir una cosa que te enseña, que te hace crecer, que te pasa al siguiente nivel, humanamente hablando.
-¿Kike le ha enseñado a ser mejor persona?
-El orgullo es una palabra que está asociada a conceptos muy negativos, como una persona prepotente, pero en realidad se trata de un sentimiento vitamina que te ayuda a sacar algo adelante. Yo siento que mi aprendizaje me ha llevado a otro nivel de conciencia, y no hablo de energías ni de magias, hablo de saber relativizar, de darle el valor justo a las cosas, y también de entender que si las personas no han vivido tu experiencia no hay que menospreciar el dolor de nadie.
-Póngame un ejemplo.
-Las amistades de mi otro hijo tienen madres con las que yo comparto momentos, y sus preocupaciones no tienen nada que ver con las que tienen las madres de los amigos de Kike, pero todo el mundo tiene derecho a su dolor. Cada uno tiene su aprendizaje y su momento.
-En su caso también habrá sido un proceso...
-Es cierto, y yo he sido la primera en pensar: '¿cómo se va a poner así porque el niño tenga otitis con todo lo que tiene que sufrir Kike?' Y al final he entendido que es su hijo, y le duele que se caiga, pero al principio esas cosas te hacen mucho daño.
-También hay un aprendizaje para el resto de la familia. Para su hermano.
-Carlos tiene una sensibilidad diferente a la de compañeros de colegio que no han tenido la oportunidad de vivir la discapacidad en primera persona. Cada uno es lo que mama, y él es capaz de mimetizarse con sus amigos con la 'play' y a las cuatro de la madrugada ayudarme a ponerle el Stesolid a su hermano porque está convulsionando. Y quedarse conmigo sujetándole hasta que pasa la convulsión.
Fabiola Martínez tiene proyectos en marcha, aunque algunos todavía no los puede contar. Lo que sí avanza es que está preparándose para ser conferenciante, para poder subirse a un escenario y contar su experiencia, y cómo encontrar las oportunidades en cada situación que se presenta en la vida.
-¿Y el futuro? ¿Piensa mucho en él? ¿En cómo le va a afectar también a su hermano?
-Yo intento enseñarle que es sólo su hermano, no su responsabilidad, que obviamente van a ser hermanos toda la vida, y él a veces sí me manifiesta: «cuando yo tenga que cuidar de Kike…» No le quito esa idea, porque pienso que él lo ve como hermano, que a veces las familias intentan liberarles del día a día y se pueden sentir desplazados. Pero el futuro siempre es una daga que acecha, qué pasará cuando ya no estemos.
-Si volvemos atrás, se presentó a un concurso de belleza. ¿Ahí empezó todo?
-La vida me ha enseñado que hay que aprovechar las oportunidades. El balance que yo hago es que el concurso de Miss Venezuela me abrió muchas puertas que me han llevado hasta aquí. Trabajar como modelo, venir a España... He podido ayudar a mi familia, ahora mis padres viven aquí y estoy feliz con ese camino.
-¿Hay una parte negativa en ser famosa?
-(Contesta rápidamente) Muchas. Es difícil acostumbrarse a que tu vida se cuente de cualquier manera sin pensar en las personas. Al final, te das cuenta de que eres una historia que se vende, y hay una cierta parte de la prensa que cuando escribe lo hace como si hablara de un producto, no de una persona.
-¿Tiene la sensación de que la gente no la conoce?
-No es que tenga la sensación, estoy 100% segura de que la mayoría de las personas no se imagina cómo soy de verdad. He tenido que oír de todo, que si soy florero, que si soy sumisa... (por su matrimonio con Bertín Osborne y las supuestas amantes que tuvo mientras tanto). Pues no, soy una luchadora que me he buscado mi sitio, una persona independiente desde muy joven, pero no puedo ir detrás de cada persona aclarándoles cómo soy.
-¿Cree que ha sido importante para usted rodearse de gente que sí la conozca de verdad?
-A mi núcleo de amigos los conservo desde que llegué, en el año 94. Juntos hemos crecido, nos hemos casado, divorciado, hemos tenido hijos, enfermado… y siguen ahí. Tengo además amigos de Venezuela con los que comparto un chat que se llama 'Hoy se cena', y es así. Intentamos que sea una vez a la semana. Soy de cuidar mis amistades, de quererlos. De demostrar que, en esencia, soy la misma. Ahora, con la gente que voy encontrando por el camino soy muy selectiva; yo no voy a eventos casi nunca porque ahí no están mis amigos, sólo es trabajo, y de hecho llego a casa y me duele la cabeza... (ríe).
-¿Se siente más española que venezolana?
-Ahí estoy dividida… Yo me siento muy venezolana y me encanta explicarle a la gente la comida, la cultura, los bailes de mi país, pero cuando voy me doy cuenta de que ya no soy tan de allí. Me encanta moverme por España, me encanta conocer, y que cada lugar tenga su personalidad y peculiaridad. Así que ya me siento de los dos lados.
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