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Parte de la colección de cámaras de la escritora, en el estudio donde trabaja. JESÚS SIGNES

La fabulosa casa de la escritora chilena Emma Sepúlveda en la Gran Vía

La rehabilitación ha permitido plasmar en rosetones, molduras y puertas la Valencia que le ha enamorado, y que ha completado con obras de arte que hablan de una vida de viajes y experiencias

Miércoles, 9 de octubre 2024, 01:32

Cuando Emma Sepúlveda descubrió este piso de la Gran Vía Marqués del Turia, atisbó entre falsos techos y espacios demasiado compartimentados todo el potencial que ... se escondía. Así que tiró todo abajo y recuperó la altura de la vivienda, que dejó prácticamente diáfana, sólo separada por unos paneles que dividen los espacios de una manera muy orgánica, dejando que la luz de la Gran Vía, tamizada por los árboles, se cuele adentro. «Dejamos solamente la cáscara, y empecé a imaginarme cómo podía haber sido esta vivienda original, con sus molduras y rosetones. Yo quiero mirar arriba y ver el pasado de Valencia, y ver abajo todas las comodidades actuales».

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Así que cuando Emma Sepúlveda entró en Derribos Andrés, reconoce que se volvió loca. Las únicas puertas que dividen algunos de los espacios son muy antiguas, encontradas entre otras reliquias y restauradas para ser usadas en la casa. Javier Hernández, de Homu, fue el arquitecto que se encargó de diseñar un espacio que Emma Sepúlveda tenía muy claro cómo quería. «Tuvo mucha paciencia conmigo», ríe la chilena.

Las paredes de la casa están llenas de obras de artistas que tienen valor, sobre todo sentimental, para la escritora, y que ha ido comprando a lo largo de los años. Artistas chilenos, como Hermosilla, o de Vietnam, un país que le apasiona y al que ha regresado sin cesar, pero también de Valencia, como la obra que atesora de Antonia Martínez, su consuegra, y que ocupa un lugar privilegiado en la vivienda.

Emma Sepúlveda quería una casa en la que se sintiera cómoda, «porque yo me paso el día aquí dentro, escribiendo». Tiene un protagonismo especial también las obras creadas por la propia Emma Sepúlveda, que interviene fotografías sacadas con Polaroids, y que en su día le valieron un prestigioso premio de fotografía en Estados Unidos. Una casa con mucha personalidad que habla a voces de quien la habita, que cuenta su historia.

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