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Fernando Bonilla, junto al altar de Juan de Juanes que tiene en su despacho, una joya del arte gótico valenciano. IVÁN ARLANDIS

Fernando Bonilla: «La jubilación es una mierda, yo podría haber seguido»

A los 79 años, el prestigioso ginecólogo sigue atendiendo mujeres en su clínica privada, orgulloso de una trayectoria que habla de docencia, de práctica médica y también de investigación. Calcula que en cuatro décadas ha ayudado a dar a luz a más de 25.000 niños. «¿Hay algo más bonito?», dice

Miércoles, 15 de noviembre 2023, 01:14

Fernando Bonilla-Musoles mantiene la misma energía y la misma brillantez que le ha empujado durante 40 años en una excepcional trayectoria como investigador, médico y catedrático. Por ese motivo lamenta que desde que cumplió los setenta, hace ya nueve años, tuviera que retirarse, «forzosamente», ... aclara, de la práctica en el Hospital Clínico, donde comenzó todo. Nos cita en su clínica privada, donde todavía hoy sigue pasando consulta y ayudando a parir a mujeres, ahora acompañado de su hijo, Francisco Bonilla, y del que fuera su alumno, Francisco Raga. Pero no es una clínica de paredes blancas y ambiente aséptico, sino que sus despachos y estancias están llenas de obras de arte, porque Fernando Bonilla heredó de su padre la pasión por el gótico valenciano. «Me han hecho patrono del Museo San Pío V para que luego done las obras», asegura Bonilla, que añade que ya no tiene filtros, que dice las cosas como las piensa. A pocos meses de cumplir los ochenta, este ginecólogo mira atrás con orgullo, y con razón: en su currículo ha publicado 36 libros, 600 trabajos científicos, ha dirigido 150 tesis doctorales y ha dejado un legado de más de 400 discípulos que se han formado a su lado.

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-Ya se jubiló.

-En realidad, me tiraron cuando cumplí 70 años, y con perdón de los lectores, la jubilación es una mierda, porque si hay gente que no está capacitada, que la echen a los setenta o antes. Pero prescindir de personas que están trabajando a pleno rendimiento... yo podría haber seguido.

-Cuando alguien tiene una actividad muy intensa, supongo que es difícil parar. ¿Qué hace ahora?

-Ahora hago muy poco. Por las mañanas me voy a un chaletito que tengo en Campolivar. Hasta anteayer me acompañaba mi perro, pero se murió... me hacía muchísima compañía. Allí leo la prensa, y tengo una jaula con 65 pajaritos, todos valencianos. Les pongo de comer, los cuido, y por las tardes, la clínica. Y mi mujer, que me ocupa mucho porque manda mucho (ríe).

-Si vamos atrás, tuvo grandes ejemplos en los que mirarse, su padre, Francisco Bonilla, y su tío abuelo, Miguel Martí.

-Mi padre fue mucho más conocido que yo en España, sobre todo porque en aquella época sólo había dos catedráticos, y uno de ellos fue mi padre. Quizás yo me he sentido más reconocido fuera de España. Mi labor en el campo de los ultrasonidos y del cuello uterino es mundial.

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«Los aparatos para conseguir el primer bebé probeta de la sanidad pública los pagué yo»

-Además, su padre emparentó con una familia noble al casarse con su madre...

-La rama de mi padre era la rama pobre. No es que la rama de mi madre fuera rica, pero sí era famosa, porque mi abuelo era el barón de Campo-Olivar y, de hecho, yo nací en la casa familiar, en el número 10 de la calle Gobernador Viejo, una preciosidad que nunca entendí cómo permitieron derribarla.

-¿La nobleza imprime carácter?

-Muchísimo. Recuerdo a mi abuelo, que iba en tartana por Valencia, que se dormía y el caballo lo llevaba a la finca de la que era propietario, en Campolivar. En aquella época todo el mundo sabía quién era el barón.

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-¿Y por qué Ginecología?

-(Contesta rápidamente). En mi casa sólo se ha olido, desayuno, comida y cena, ginecología. Además, es una de las ramas más bonitas. ¿Hay algo más bonito que ayudar a parir? He dado a luz a media Comunidad Valenciana.

Fernando Bonilla, en el despacho de su clínica, donde atesora obras de arte, los libros que ha escrito y muchos recuerdos.IVÁN ARLANDIS

-En algún lugar he leído que fueron unos 25.000 niños.

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-Multiplica 40 años pariendo en esta clínica y en el Clínico. Han sido muchos partos.

-Fue además quien consiguió que naciera el primer bebé probeta de la sanidad pública.

-Y sin medios. Los aparatos que teníamos en el Clínico -las estufas, los congeladores, todo- salieron de mi bolsillo, y para poder hacer todo el proceso teníamos un cuartito que era más pequeño que cualquier váter de cafetería. Y así se consiguió. De hecho, el primer bebé probeta llegó a la 74 tentativa. Fracasábamos, y por eso quien podía se iba. Y así nace el IVI, Crea, y todos los centros que hay por ahí.

El mecenas del arte gótico

Fernando Bonilla atesora pinturas de gran valor, y su objetivo siempre fue que el arte valenciano, sobre todo de la época gótica, no saliera fuera. Todavía recuerda una obra que le ofrecieron y que en aquel momento decidió no comprar, y cómo al cabo de unos días se vendió en una subasta en Sotheby's. «Me dolió mucho», asegura.

-Usted estaba ahí cuando comenzó el IVI.

-De hecho, yo soy fundador del IVI, y entonces éramos cuatro, Pellicer, Remohí, Miguel Ruiz y yo. Estuve trabajando en el IVI muchos años hasta que lo dejé y me quedé en la universidad. Hubiera ganado mucho más, y probablemente científicamente también hubiera avanzado más, pero me quedé en la universidad porque hacía falta.

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La vinculación con Valencia

-En medicina los avances son vertiginosos. ¿Piensa en todo lo que no va a poder ver?

-Pienso en lo que yo no he podido llegar, y si Dios me hubiera dado más años y medios, seguro que hubiéramos avanzado mucho más. Y de hecho el Hospital Clínico Universitario de Valencia tiene un prestigio extraordinario gracias a los catedráticos que ha habido.

-Porque además, usted siempre quiso estar vinculado a Valencia, más allá de sus viajes al extranjero.

-Mi vida ha sido la universidad valenciana. De hecho, cuando vivía en Alemania lo primero que gané fue la cátedra en Cádiz. Allí viví dos años con mi mujer y mi hijo mayor, y los fines de semana venía a Valencia para seguir trabajando. Recuerdo que el domingo por la noche cogía un avión a Sevilla, donde tenía aparcado un Seat 127. Hasta que mi padre, que todavía no tenía la edad para jubilarse, se retira para que yo le suceda. Veía además que ninguno de sus seis discípulos catedráticos quería venir a Valencia, así que me lo propuso a mí.

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-¿Cuántas veces le han parado por la calle y le han dado las gracias?

-Muchas. Además, en mi época en el Hospital Clínico recibíamos todas las grandes catástrofes de mi especialidad, y venían casos muy complejos, y prácticamente todos los pudimos solucionar. Las mujeres son muy agradecidas, sobre todo, si les ayudas a parir niños sanos.

«De las mujeres he aprendido que son mucho más listas, que el futuro es de ellas»

-¿Qué ha aprendido de tratar con mujeres?

-Que la mujer es mucho más lista. Además, lo creo de verdad. Hoy son el 75 y el 80% de las alumnas son mujeres, y los que dicen que todavía no hay muchas profesoras… que se esperen. El futuro generacional es de la mujer, no es del hombre. Vamos a ver a mujeres dirigiendo hospitales y cátedras por todos lados.

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-Tiene muchas anécdotas de toda una trayectoria. ¿Ha pensado en escribir un libro?

-Lo he pensado, y de hecho tengo el título ya en mi cabeza, y que ha sido la frase que más me han repetido las mujeres en mi consulta, refiriéndose a sus maridos: 'siempre están pensando en lo mismo'. Es que la sexualidad es la base de la vida.

-¿Cómo le gustaría que le recordaran?

-Me gustaría que me recordaran como el profesor Bonilla, que fue un gran catedrático de la facultad de Medicina, de los que yo llamo de pata negra.

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