![Influencers en Valencia | Lucía Benavente, en busca de una cura junto al mar](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202112/03/media/cortadas/1443136926-kZIG-U160155214240WNF-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
![Influencers en Valencia | Lucía Benavente, en busca de una cura junto al mar](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202112/03/media/cortadas/1443136926-kZIG-U160155214240WNF-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Lucía Benavente pinta, canta, diseña, emprende y ahora, hasta surfea. Cómo llega a todo, con cuatro niños pequeños, es una gran pregunta. «No llegando», afirma, con total sinceridad, la creadora de Lucía Be.
Espontánea, sonriente, caótica y dispersa, pero con un optimismo contagiable. Es la verdadera cara que se esconde detrás de su cuenta de Instagram, donde tiene una comunidad de más de 300.000 seguidores. «No me siento cómoda en el término de influencer o instagramer», confiesa. «Yo me hago fotos y me da vergüenza». Para Lucía, el problema de las redes es que son una ventana al mundo en la que todo parece perfecto. «Me da miedo que, los creadores de contenido, estemos creando una generación de frustrados», dice. «En las redes solo enseñas lo bueno. Pero es importante mostrar la cara B y normalizarla».
Lucía siempre ha sido nómada. Su padre es de León, su madre de Gijón, sus hermanos nacieron en Ibiza y ella, en Ponferrada. Con seis años, toda la tropa se mudó a Valencia . Aunque se ha sentido alguna vez apátrida, tiene claro que su tierra es la capital del Turia. «Cuando te vas te das cuenta de lo bien que se vive aquí», confiesa.
La idea de Lucía era quedarse en Madrid. Allí tiene su empresa, la tienda y el equipo. «Mudarme para mí era impensable». No obstante, lo que para ella era inconcebible, se acabó volviendo en una realidad. La razón, el mar. «Hace un año, tuve la inspiración de que quería ser surfista» cuenta. En ese momento, pensó que tenía que volver a Valencia. «No podía tomar una decisión tan fuerte por un impulso», meditó. No obstante, gracias a eso, «me di cuenta de que necesitaba a mi familia cerca y que Madrid era una ciudad demasiado complicada». Todo encajó, de repente, y lo hizo gracias al mar. Ahora es normal ver a Lucía en la playa de la Patacona, practicando surf o subida en su skate. «Nunca es tarde para probar algo nuevo», reconoce. «Si he montado una empresa, parece que es a lo que me tengo que atar toda la vida y no es así».
Aunque echa de menos el contacto diario con su equipo y las amistades de la capital, Lucía asegura haber ganado con el cambio. «Si alguna vez tengo algún tipo de duda, vengo al mar y se me pasa. Sé que mi sitio es este».
La empresaria estudió Periodismo y trabajó en prensa y varias editoriales de modas. Se casó con el poeta Miguel Ángel Herranz, conocido como Miki Naranja, y se fueron a vivir a un pequeño pueblo alejado de todo. Ahí, su vida cambió radicalmente. En ese momento, no era consciente, pero salirse de su zona de confort fue el punto de partida de su marca. El campo la salvó. Mientras diseñaba tocados de flores que, como admite, al principio nadie le compraba, se abrió un blog como vía de escape y empezó a crear una comunidad que se enganchó a su día a día, a las historias que contaba y a los dibujos que las ilustraban. En ese momento nacía Lucía Be, que poco a poco, se fue profesionalizando hasta llegar a lo que es hoy. Una tienda online, dos naves en Madrid y una tienda física. Desde sudaderas, agendas, joyas y cosméticos, Lucía ha creado una marca femenina con el fin de «hacer más divertida la existencia». Está dirigida y pensada para las mujeres, que soportan «mucha presión encima» y necesitan mensajes que les «den optimismo y esperanza», alejados de la imagen irreal y frustrante del mundo de la moda.
Lucía ha empezado hace poco a practicar skate y surf y quiere demostrar que no existen muros y que es necesario salir de la zona de confort: «Hay cosas que te gustan que asumes que no son para ti porque no las has hecho desde siempre», dice. Por eso, hay que «romper muros» e intentarlo.
Lucía no esconde nada. Ni lo bueno, ni lo malo. Por eso odia los filtros de las redes sociales y comparte, con un humor selecto, directo y natural, sus vivencias, conversaciones con amigas o situaciones que les ocurren a las mujeres en forma de viñetas. Dibujos sencillos y con los toques justos de color, pero con un potente mensaje. Su objetivo, demostrar que todos compartimos miserias. «La vida está llena de drama, pero si te ríes de eso, te irá mejor». Lucía no trata de vender una felicidad encapsulad: «En una época en la que predomina el 'postureo' y el éxito es la vara de medir con la que se nos cataloga a todos, es importante asumir que hay imperfecciones y que todas somas unas pringadas».
De sus ilustraciones e historias, ha nacido su primer libro: 'La vida es una verbena'. Tras esta publicación, vino 'No me da la vida'. El tercero, está en el horno y verá la luz el año que viene.
Quién es: Lucía Benavente nació en Ponferrada, pero ha pasado casi toda su vida en Valencia.
A qué se dedica: Tiene una marca propia, Lucía Be, en la que vende agendas, ropa, complementos, joyas y productos de maquillaje.
Tiempo libre: Además de dedicarse a su marca, en el universo de Lucía hay espacio para pintar, diseñar, cantar y dedicarse a sus cuatro hijos pequeños.
Vida actual: Lucía ha dejado Madrid y ha vuelto a Valencia, la tierra que la ha visto crecer, esta vez, para quedarse.
Filosofía de vida: Aunque no es muy de mantras, la empresaria tiene claro que la vida tiene muchos momentos maravillosos por los que merece la pena seguir hacia adelante y detenerse a disfrutarlos.
Su primer libro esconde un mensaje potente que le recuerda a Lucía un momento duro: «Te vienen canciones buenas, canciones malas, momentos de bajón, momentos que lo das todo, pero siempre hay que seguir bailando». Una filosofía de vida que le ha costado (y le sigue costando trabajo). «Me han pasado cosas muy dolorosas que me han hecho enfadarme mucho con la vida», recuerda Lucía. «En la vida se mezcla, a la vez, lo mejor y lo peor. Lo peor te hace ser como eres y lo mejor te hace dar gracias». Hace menos de un año, Lucía se despedía de su marido, que fallecía a causa de un tumor cerebral. «Estoy pasando un duelo y me cuestan más las cosas más, pero también hace que me pare más en ciertos momentos que merecen la pena».
La empresaria mira al futuro con esperanza: «Estoy en un momento ilusionante porque tengo muchos proyectos a nivel personal que me apasionan», aunque, reconoce, que tiene que aprender a detenerse: «Yo me subo en el cohete y no sé estar parada».
Marca personal
La empresaria y diseñadora tiene claro que quiere dejar este mundo mejor de lo que se encontró. Su don es el de contar historias y de una manera divertida. Quiere dejar huella con su marca, Lucía Be, con su música y sus ilustraciones y enseñar a las personas a mirar la vida con otros ojos.
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