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La noche del 29 de octubre, ni el padre ni el marido de Macarena Gea durmieron en casa. Lo hicieron en el coche, atrapados ... sin poder llegar por el desbordamiento del barranco del Poyo. «Yo, que soy muy de arrancar rápido, tenía la necesidad de ir a ayudar esos primeros días». De ponerse las botas y coger la pala para sacar barro como fuese. Pero su marido le dio la clave. Con más de 180.000 seguidores en Instagram, le propuso utilizar la cuenta como altavoz. «Cada uno tenemos que saber en qué lugar somos más útiles, y empecé a recoger las iniciativas que iba viendo y me parecían interesantes, y las iba clasificando por carpetas para que quien lo necesitara pudiera encontrar toda la información necesaria». Y su aportación fue clave para poner algo de luz enmedio del caos. Ha logrado conectar a gente que quería ayudar con los afectados, dar voz a iniciativas poco conocidas e implicarse al máximo.
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Recuerda aquellos primeros días de tanta ayuda muchas veces inconexa, con un bombardeo de información que era complicado filtrar. «Me pasé dos semanas dedicada exclusivamente a la dana», explica ahora Macarena, que luego se dio cuenta de que tenía que volver a trabajar. «Pero sabía que tenía que seguir vinculada dedicando una parte de mi tiempo para seguir ayudando».
Hace tiempo que Macarena Gea asumió que su profesión se divide en tres facetas, y a ninguna puede renunciar. La creación de contenido en redes sociales le permitió mantenerse económicamente mientras intentaba abrirse camino como arquitecta y diseñadora de interiores, que ahora combina además con la organización de eventos, sobre todo bodas. Y no es fácil encontrar el equilibrio, sobre todo teniendo en cuenta que es además madre de familia numerosa. «El año pasado tuve un pico muy grande de trabajo y acabé exhausta, así que me propuse conmigo misma no llegar al límite e intentar tener ratos para mí».
Ha sido complicado para Macarena volver a publicar contenido en redes enfocada a los eventos que organiza, a las casas en las que trabaja. «Me dio mucho miedo la dicotomía entre el mundo dana y el mundo normal, e incluso hablé con gente para explicárselo. Porque Macarena se ha comprometido al máximo, no sólo en el mundo online. «Nos han sorprendido los jóvenes, pero también nos hemos dado cuenta hasta qué punto es importante estar en contacto con las personas».
La arquitecta e influencer reconoce que ha conocido la belleza que tanto busca en su día a día también en los municipios afectados por la dana. «Es un sentimiento inexplicable de fuerza y empatía, una especie de cordón que nos unía a los afectados con quienes ayudaban. Esa red me ha calado muy hondo».
Y sus hijos han podido entender que «nos podría haber pasado a nosotros, y que hubiesen esperado de los demás. Y enseguida quisieron ayudar. Les he intentado transmitir el significado de la palabra empatía, y eso les va a servir para toda la vida», asegura convencida Macarena.
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