Al otro lado del teléfono, Maite Sebastiá escucha incluso mejor que se expresa, seguramente porque sabe que en esto de contar historias hay mucho de ... generosidad. Hasta parece borrarse cuando habla de sí misma y, casi sin quererlo, la directora de AD España se convierte en inspiración porque trufa su conversación de conceptos como la bondad y la honestidad. Con una trayectoria brillante, esta valenciana ha sabido rodearse de talento y, sobre todo, encontrarlo. Lo hace en cada proyecto que se le presenta por delante, una cualidad que tiene que ver con la intuición de quien ve el mundo como un lugar donde la belleza significa felicidad.
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Has llegado en periodismo a lo más alto, a dirigir una cabecera como AD España. Si miras atrás, ¿crees que has hecho lo que soñabas cuando estabas en la universidad?
No soy de esas personas que tienen su futuro escrito en un papel o en su cabeza y van cumpliendo unos pasos para cumplir ese objetivo. Lo que sí tuve claro fue el primer paso de mi carrera, especializarme en moda y pelear por entrar de becaria en Vogue, que fue mi gran escuela. A partir de ahí, mi carrera ha ido evolucionando de forma muy poco previsible.
De la moda a la arquitectura y el diseño.
A nivel personal mucho contacto con el mundo del diseño, de la arquitectura, también por ser valenciana. E incluso en el plano más familiar, porque mi abuelo tenía una empresa de plásticos y fue uno de los pioneros del sector en España y en Europa, pero además era un hombre del Renacimiento, muy creativo; diseñaba sus propios coches con carrocería de plástico, tocaba el piano, componía, escribía poemas… Consciente o inconscientemente lo llevo en la sangre, y por eso mi interés por el mundo del diseño, de la creatividad.
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¿Cuál era tu ilusión de pequeña?
Estudié Periodismo porque siempre me ha gustado mucho escribir, lo hago desde pequeña. Y cuando tenía que ir a la universidad, mi madre, que ha sido profesora en la Facultad de Económicas, me propuso entrar en la carrera de Periodismo en Valencia, que comenzaba ese año. Yo no tenía muy claro qué era, pero me di cuenta de que podía ser una forma fácil de integrar mi amor por la escritura y otra de mis pasiones, que es la belleza. Y fue en ese momento cuando dije: si me dedico a escribir seré periodista de moda.
Dejaste el mundo de la moda. ¿Te adelantaste a la conciencia sobre el impacto de la industria que luego se ha generalizado?
Absolutamente. En el momento en que surge Instagram yo estaba en Telva, y no le veía sentido a lo que hacíamos en las revistas, publicando suplementos de colecciones con unas tendencias que habíamos visto medio año antes en las redes, que se habían quemado en la web. En ese impasse recibí la llamada de Vogue España para incorporarme como subdirectora. Era una oportunidad y la aproveché.
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¿Cómo fue la experiencia?
Muy positiva en muchos aspectos. Sobre todo porque tuve la oportunidad de trabajar con grandes profesionales y amigos como Belén Antolín, Inés Lorenzo, Daniel Borrás o Patricia Moreno. Tras una temporada de muchos aprendizajes, me fui a vivir a Londres y estuve en Sotheby's estudiando las bases del negocio digital en el arte. Mientras trabajaba de freelance recibí la llamada de Barreira (escuela de diseño en Valencia). Me metí en el sector de la formación, y también en Conde Nast College, donde junto a Ana García Siñériz impulsamos un programa para Vogue de Moda y Sostenibilidad. Cuando surge la pandemia, se produce un cambio radical en la industria; todo lo que yo sentía que estaba pasando en la moda empieza a acelerarse.
Hablabas en una entrevista de que la belleza está relacionada con la bondad.
Si me preguntas qué estilo prefieres, yo te diría que a mí lo que me gusta es lo que está bien hecho, que no es más que un proceso de honestidad.
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Destacabas además las palabras del director creativo de Loewe, que decía que la creatividad es necesaria para la salud mental.
El arte, en todas sus acepciones, es un alimento para el alma, necesario para generar seres humanos más completos. Yo cada vez le doy más importancia a esos momentos en los que alimentas tu conocimiento y tu estado anímico, como la lectura, la meditación, comer bien...
¿Tras una trayectoria como la tuya has llegado a reconocer el talento?
Ese es nuestro trabajo, detectar el talento, apostar por esas personas y ver cómo acaban convirtiéndose en firmas importantes que reciben premios. Valoro mucho en esta profesión ese olfato. A mí me pasó con el diseñador Juan Vidal, con fotógrafos como Jonathan Segade o con estudios como Casa Antillon.
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Maite Sebastiá es directora de AD España, cabecera líder de arquitectura y diseño desde 2021, y desde su llegada ha conseguido incrementar la audiencia de forma notable. Sin embargo, su trayectoria ha estado ligada al arte y a la moda sostenible, concebidas como formas de expresión de la belleza.
En el mundo del arte hay una búsqueda de la belleza, también una aspiración a la perfección. ¿Te identificas con ese camino?
Absolutamente. No sé si es una suerte o desgracia, pero siento que las cosas siempre se pueden mejorar. Es cierto que cada vez más hago el ejercicio de ver todo aquello que se hizo bien, y no soy tan dura conmigo misma.
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Aprender a soltar tampoco es fácil. Es un camino...
Y cada día tengo más claro que las cosas que no suman hay que soltarlas urgentemente.
¿Crees que has encontrado tu lugar, tu propósito, y lo que estás haciendo tiene sentido?
De hecho, que Natalia Gamero me propusiera la dirección de AD fue una sorpresa, porque yo estaba muy centrada en la moda y la sostenibilidad y mi relación con la arquitectura era algo más íntimo. Tenía que ver con historias de amor relacionadas con mi abuelo, por ejemplo. Pero sin darme cuenta yo estaba proyectando al mundo esa pasión que sentía por el diseño desde mis redes sociales, desde mi forma de escribir. Y recuerdo que al salir de la reunión llamé a mi madre y le dije: «ahora le doy sentido a toda mi vida, entiendo todos los pasos que he dado, y me siento plena».
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Has defendido que después de la pandemia la palabra hogar tiene un doble sentido.
En la pandemia nos dimos cuenta de la frontera entre lo que está afuera y lo que está adentro. Lo importante que es cuidar el hogar, que es la casa, y también lo que está dentro de ti, tu cuerpo, tu mente. AD ha jugado un papel muy importante porque ha sido un altavoz para convertir tu casa en un hogar y ser más feliz. El buen diseño siempre te va a proporcionar más felicidad.
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Hay una palabra que te define, y es serenidad.
Eso me dice la gente, que les transmito serenidad, pero trabajar con la actualidad te genera un estado de ansiedad importante. Esta es una profesión que requiere mucho esfuerzo y donde las fronteras entre la vida personal y profesional están muy diluidas. Dicho esto, la serenidad forma parte de mi carácter y me gustan los espacios que estén en contacto con la naturaleza o donde se vea la materialidad -el hormigón, el vidrio, la piedra-. Me transmiten paz.
Cuando las fronteras personales y profesionales se diluyen hay renuncias. ¿Cuáles han sido las tuyas?
-Madrid es una ciudad que me encanta y donde yo quiero estar ahora mismo, pero esta decisión esconde la mayor renuncia, que es estar lejos de mis padres, de mi familia y de Valencia.
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