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Ha tenido Mayrén Beneyto un carisma innato que le ha servido para abrirse paso arrastrando el peso de una educación tradicional de casa bien y aúpada en una «mentalidad de hombre» que le ha permitido salir indemne, al menos en apariencia, de grandes batallas, profesionales y personales. La Mayrén Beneyto de ahora es la protagonista de la sociedad valenciana, la salsa de todas las fiestas, la mujer que abre personalmente la puerta de su casa en Beniarbeig vestida completamente de blanco, perfectamente maquillada y peinada con su característico cardado, el que ya llevaba cuando reinaba en el Palau de la Música los años en que fue concejal.
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Mayrén no deja nada al azar para ser el foco de todas las miradas en un reportaje que le hace especial ilusión, porque esta vivienda tiene mucho que ver con su ilustre árbol genealógico, en el que brillan personalidades como Luis Santonja, su bisabuelo, un ingeniero que llevó la luz a muchos municipios y que, como su bisnieta casi un siglo después, también estuvo involucrado en política. La fachada del inmueble, ubicado en el centro del municipio, apenas revela lo que esconde su interior, y que, como herencia de su abuelo, oriundo de la localidad gaditana de Grazalema, se abre como un abanico a un maravilloso jardín con un gran porche compuesto de varias zonas de esparcimiento y una amplia variedad de vegetación de helechos, ficus, magnolios, palmeras y bambú que se van entrelazando fruto del paso de los años. Dice Mayrén que esta es «una casa de raíces», en todos los sentidos. Las de los árboles que van haciendo camino -este verano las del ficus le han roto la piscina- y también las suyas, en unas estancias llenas de recuerdos familiares a los que se han ido sumando también los de su actual -y tercer- marido, Ramón Almazán, como una Virgen dormida de 1700 que perteneció a su suegra. En las estanterías del salón, bien encuadernada, la colección de revistas de Paris Match que recibían puntualmente -Mayrén estudió Bachiller en París-, o el Blanco y Negro de ABC, además de obras de arte que ha ido atesorando tras varias generaciones, desde una jaula de Faitanar hasta una valenciana de Peyró. A los recuerdos materiales se suman las experiencias que va acumulando entre estas paredes, porque esta mujer es inasequible al desaliento.
A mediados de julio, Mayrén Beneyto llega a Beniarbeig para abrir la casa, después de diez meses cerrada. «No he tenido ningún marido que haya querido venir, que sea jardinero», asegura la socialité, que convierte su refugio veraniego en un lugar donde casi cada día llegan invitados, entre ellos intelectuales amigos de Ramón, que fue profesor universitario de Filosofía pero sobre todo un amante de la música clásica, intendente de la Orquesta de Valencia y presidente de la Sociedad Filarmónica. De hecho, Ramón está esta mañana disfrutando de la ópera 'La Fuerza del Destino', de Giuseppe Verdi, que ve en la televisión en la pequeña casa, la que fuera de la maestra, que Mayrén ha adaptado para él. También están invitadas las amigas de Mayrén, las de la Orden del Querer Saber y las de la alta sociedad valenciana que veranea en las casas solariegas de Dénia, así como personalidades como el magistrado y diputado Fernando de Rosa o el poeta Jaime Siles, y un número importante de personas que van componiendo el puzzle social del verano de Mayrén como anfitriona.
En lo alto de la torre que corona la casa hay una estancia en suite con terraza propia que Mayrén Beneyto reserva a las parejas que se quedan a dormir y que necesitan intimidad. «Lo llamamos la habitación del amor», asegura entre risas. Este mes de agosto, como todos los años, la habitación tendrá inquilinos.
Lo aprendió de su madre, una mujer de su casa de la que recibió aquella educación exquisita que le lleva a lucir siempre una sonrisa, la que hace sentir bien a sus invitados, la que esconde las penas. «Me enseñaron a ser consciente de que hay cosas que uno debe llevar dentro y no tiene por qué sacarlas», decía en una entrevista hace unos años. En esta visita demuestra hasta qué punto es buena recibiendo. Al ser media mañana la mesa está puesta para un desayuno-almuerzo, con bollería, fruta cortada e higos de la higuera del jardín. Además, ofrece huevos con jamón para completar el ágape. Tiene además un menú para las visitas. Ensalada o gazpacho, siempre con un toque especial, y paella -con caracoles, puntualiza- para comer, tumbet y salmonetes para cenar. De postre, macedonia de frutas y helado, granizado de café nacional y pastitas para acompañar. «Así nunca me equivoco».
Presidiendo la mesa decorada con buganvillas, en un lugar en el que se siente cómoda, relata cómo fue la primera mujer valenciana en llegar a la política municipal, cómo tenía a sus validos, el malogrado Manuel Broseta y Fernando Abril Martorell. «Los dos creyeron en mí, me querían de diputada en Madrid, pero yo no quería subir más de lo que debía porque, de verdad te lo digo, si lo haces te cortan la cabeza». Y así va relatando cómo tuvo que abrirse camino sola con dos hijos después de una separación cuando en España todavía no estaba aprobada la ley del divorcio. «Que no teníamos ni firma», recuerda. Tampoco lo pasó bien tras la muerte de su madre, la persona que quería, pese a su oposición, que heredara esa casa de Beniarbeig. «Algo más fuerte que yo hizo que fuera para mí». De hecho, ahora está enamorada de todo lo que esconde este lugar, e incluso asegura que no le importa «dejar de comprarme un traje por tener unas flores bonitas».
Mayrén Beneyto tiene claro que su tiempo en la política ya pasó, unos años que le dieron muchas alegrías. Ahora sigue siendo protagonista en la vida social, siempre vinculada a su tierra, porque «en mi Valencia ocurren cosas, las suficientes para que yo sea feliz». Y si hay una boda de la alta sociedad, allá que está ella invitada, aunque los novios sean de Madrid. Y si Luis Miguel da un concierto en Valencia, no faltará en la zona VIP. «La que más bailó fui yo». Y si Hortensia Herrero viaja con sus amigas, ella forma parte de la expedición.
Dice sin embargo que a su edad, las expectativas se van reduciendo, que se conforma con «salir guapa y, sobre todo, dar alegría y cariño a la gente. Toda esta frivolidad de ahora es para despistar, para que sigan acordándose de mí», se sincera, mientras anuncia que se va a cambiar de ropa para continuar la sesión fotográfica. Bajará con un maravilloso kaftán de Etro con el que luce espectacular junto a la piscina, sabiéndose dueña de la cámara. Genio y figura.
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