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Decía una dirigente empresarial que había sufrido que los puestos de responsabilidad en la empresa se repartieran mientras ellos se tomaban un gin tonic después de trabajar y ellas se habían ido a casa por las obligaciones familiares. «Ahora suena a prehistoria -recuerda- pero era así». Si hay alguien en Valencia que ha luchado por cambiar estas estructuras de poder ha sido Eva Blasco, presidenta de la asociación de mujeres empresarias Evap, y ahora también vicepresidenta de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV).
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«Las pocas mujeres que llegaban a los puestos de dirección se masculinizaban porque no tenían otra forma de escalar», explica. En los últimos años los cambios se han agudizado. Las nuevas generaciones han tenido referentes femeninos que las han ayudado a poder verse reflejadas y, además, han podido desarrollar un liderazgo más femenino, donde «la participación y la empatía son características importantes». «Es esa necesidad de compartir que tenemos las mujeres trasladada al tipo de liderazgo», explica Eva Blasco.
Cada día hay más mujeres que dirigen empresas, ya no son una excepción, como le sucedió, por ejemplo, a Agnès Noguera, de Libertas 7, que fue la primera mujer en ocupar puestos de responsabilidad y durante mucho tiempo era la única que se sentaba en consejos de administración. Por ejemplo, la Asociación Valenciana de Empresarios, o el Banco de Valencia, donde antes de los ochenta empezaron a ver a otra mujer, Araceli Císcar, del grupo Dacsa, sentarse entre trajes y corbatas.
La representación femenina en grandes empresas, pero también en instituciones, avanza de forma más lenta aunque en los últimos años se han roto varios techos de cristal en la universidad (Mavi Mestre, Rosa Visiedo, rectoras) o en los colegios profesionales (Auxiliadora Borja, Nieves Romero,...) o los cluster (Amaya Fernández, Mónica Alegre). Entre las empresarias que abrieron camino, Teresa Puchades en el ámbito inmobiliario, pionera en un sector que todavía sigue siendo muy masculino o Dolores Font Cortés, en moda.
Detrás han llegado muchas más. La mayoría lideran empresas familiares, como María José Félix (Helados Estiu), Gracia Burdeos (SPB), Nuria Luna (Blatem) o Blanca y Coral Erum (Grupo Erum). Y mientras Juana Roig tiene cada vez más protagonismo, hay otras que se han abierto camino en territorios innovadores, como Ángela Pérez, premio Jaume I de emprendimiento con su empresa del campo de la medicina genómica Health in Code, o Clara Fernández, con la aplicación Rosita Longevity.
Blanca y Coral Erum, consejeras delegadas, han visto las desigualdades, sobre todo en otros países, y apuntan a la necesidad de que en la educación se promueva a la mujer para ser líder y fomentar una cultura de la igualdad sin sesgos. Nuria Luna explica cómo intenta tomar ventaja de ser casi la única en las reuniones de CEOs en Europa. «Así se acuerdan de Blatem». Ángela Coquillat, candidata al colegio de la abogacía, decía recientemente: «Las mujeres no podemos fallar. Nos están mirando».
Eva Blasco alerta. Todavía hay mucho que hacer. Según el informe 'Women In Business 2021' de Grant Thornton, en España solo el 34% de los puestos directivos son mujeres, y en el caso de la Comunitat Valenciana, la cifra se reduce a un 26%. Si nos centramos sólo en las que ocupan los puestos de CEO, la cifra se reduce en España al 15%.
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