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Sandra Llopis anda muy ajetreada estos días, en una cuenta atrás que ha empezado antes incluso de que llegue la fecha señalada para abrir, de ... nuevo, Absoluta Flora. Aquella floristería ubicada en Ciutat Vella que se inspiró en Notting Hill, como bien la definió una seguidora, cerró sus puertas cuando sus fundadores decidieron emprender un nuevo camino, dejando huérfanos a los clientes que encontraron en este local un lugar diferente, lleno de belleza.
Desde que Sandra Llopis se enteró de que la floristería ya no tenía un futuro al que caminar, estuvo varios días dándole vueltas a la posibilidad de coger el relevo. «No me lo quitaba de la cabeza», explica. De hecho, ella ya tenía su propia floristería en el centro, cerca de las Torres de Serrano. «Me había inspirado en Absoluta Flora para abrirla porque era mi tienda de referencia». Por estilo, por ese concepto de almacén floral muy cosmopolita y contemporáneo. De hecho, todavía recuerda la primera vez que los conoció. «Los seguía por redes sociales, y el día que entré me quedé maravillada». Así que aunque Sandra venía del mundo de las flores más clásico, decidió que así quería que fuera su negocio, y en un inesperado giro de los acontecimientos, va a cumplir un sueño, el de ser la propietaria de aquel lugar que tanto la ha inspirado en su trayectoria como florista. «De hecho, yo lo comparo con estar deseando toda la vida ir a Disneyland y que un día venga Mickey Mouse en coche a recogerte». Se la nota feliz, también emocionada y al mismo tiempo nerviosa, porque se ha generado mucha expectación con la reapertura, y el teléfono no para de sonar, mientras ultima los detalles para poder levantar la persiana el día 9 de septiembre. «Ha sido un aluvión de mails, llamadas, mensajes, de clientes que quieren que les prepare la boda, o incluso nos ha contactado gente de fuera de España».
Sandra cree que ha sido como un regalo de cumpleaños, acabados de cumplir los 47 años. «Los fundadores me han ayudado mucho, son muy generosos y les estoy muy agradecida». De hecho, la continuidad está garantizada. «Es como si Absoluta Flora hubiera desaparecido sólo un mes, y estoy al 200% con los proveedores que ya tenían, y obviamente yo aporto los míos, y también mi experiencia».
Esta florista, que de pequeña siempre había querido ser peluquera, llegó al mundo de las flores por casualidad, cuando un amigo le pidió ayuda. Fue ahí donde encontró todo un universo donde desarrollar toda su creatividad, sobre todo después de la pandemia. «Ni siquiera yo, que era florista, tenía flores en casa». Y está convencida de que no fue la única que se dio cuenta de que la vida era más bonita con flores cerca.
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