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Pedro Cavadas, en una rueda de prensa el pasado mes de diciembre. Iván Arlandis
En la diana: Pedro Cavadas

En la diana: Pedro Cavadas

El cirujano, que figura en la lista de los mejores médicos de España, es conocido por aquellos trasplantes 'imposibles' que en su día generaron debates dentro la comunidad médica. Con la pandemia sus vaticinios han levantado ampollas

Viernes, 12 de febrero 2021, 13:03

Si preguntamos por la calle el nombre de un médico valenciano, es probable que una mayoría de personas digan su nombre, Pedro Cavadas. Lo cierto es que la gente lo adora. Más todavía en tiempos de pandemia, cuando fue el primero, allá por el mes de enro, en alzar la voz y dijo que aquel virus de China que nos parecía tan lejano no era una simple gripe. Que su acierto hizo que le siguieran preguntando por la pandemia, y que tras el aluvión de críticas por sus dudas sobre las vacunas haya optado por el silencio.

Pedro Cavadas se hizo internacionalmente conocido por sus trasplantes imposibles que parecían sonar a ciencia ficción. Le pongo una cara nueva, dos brazos de otro y a vivir. La comunidad médica siempre estuvo dividida sobre su trabajo y ha obligado a poner sobre la mesa los límites éticos de los avances de la ciencia. Hay quien dice que busca notoriedad, y él, sin pelos en la lengua, reconoce que no le debe nada a nadie, que es ambicioso, aunque la ambición per se no sea una mala cosa, sobre todo si se trata de ayudar a gente. Y por su despacho pasa mucha gente. Mucha. Que ven en él su último recurso. «Mi consulta es como Lourdes». Y él siente que esa responsabilidad le acompaña.

Me lo contaba en una entrevista en LAS PROVINCIAS. Había sido muy difícil llegar a él. No es una persona dada a a las charlas en las que tenga que hablar de sí mismo, sí a las ruedas de prensa cuando se atribuye un éxito médico, junto al paciente al que le ha cambiado la vida. En aquella entrevista reconocía que una parte de sus logros los debía al deseo de hacer feliz a su madre. «La mitad de las cosas que he hecho en mi vida eran para darle a ella una alegría». Madre de cinco hijos, decía Pedro que había llevado una vida «muy trallera», y que había podido alegrarle los últimos años de su existencia gracias a ese hijo del que hablaba todo el mundo.

Ahora son sus hijas, adoptadas en China, quienes ocupan sus desvelos, aunque, con una sinceridad descarnada, explica que el amor no llegó de forma automática. «Tardé tiempo en empezar a quererlas. Sería fenomenal decir que vi la foto que mandaron de la agencia y quedé enamorado, como le pasó a su madre, pero no fue así. Y ahora las quiero más que a nada». ¿Quién reconoce que no se enamoró al instante de las que serían sus hijas, aunque sea por ellas? A Pedro Cavadas nunca le ha ido bien lo de ser políticamente correcto, ni siquiera si tiene que hablar de los suyos. De aquellas que fueron niñas, ahora ya mayores, que pasaron un año en un orfanato chino, con lo que ello supone.

Hablando de sus hijas, Pedro Cavadas lo tiene claro, y si tiene que quedarse con solo una enseñanza, que esa sea el valor del esfuerzo. De que las cosas no se regalan. «Puede que haya gente que dé un pelotazo saliendo en la tele haciendo el payaso, pero eso no es real. Si vas al cine y no compras la entrada, por mucho que llores, te quedarás sin ver la película», decía recientemente en un programa de televisión. Él mismo es la muestra de que sin esfuerzo no hay recompensa. De que nadie le regaló su premio extraordinario de carrera con la que se licenció en Medicina en Valencia. Como tampoco el hecho de que reconozca pasarse mañanas, tardes, noches, estudiando, porque su objetivo es que, en su disciplina, no haya nada publicado que no se haya leído. No estar al día de los avances.

También ha querido que vieran la realidad que se vive en el otro lado del mundo, más cerca del Ecuador, de donde «todo el mundo huye porque el calor es incómodo». Donde los problemas no son los que tienen los adolescentes en Occidente, sobre las prestaciones del último iPhone, sino que allí «llueven hostias como panes, mientras que aquí hay una fría llovizna». A Pedro Cavadas le han encañonado en el Congo, pero él sigue con su fundación, a pesar de que reconoce que es una gota en el océano. «En África oriental, si te rompes un brazo puede que mueras tú y toda tu familia de hambre». Por ese motivo ha querido compartir con sus hijas esa experiencia.

¿Por qué es noticia?

El cirujano Pedro Cavadas ha sido elegido por la revista Forbes uno de los 100 mejores médicos españoles de 2020. En la lista, que se elabora por cuarto año consecutivo, aparecen otros tres valencianos: Anna Lluch, del Hospital Clínico, y Carlos Botella-Asunción y Manuel Miralles, de La Fe.

Si tiene que hablar de momentos duros en su vida, quizás sea la muerte de Emmanuel, un niño al que extirpó un tumor más grande que su cabeza, y que falleció en el avión que le devolvía a su casa en el Congo. «Llamé a la familia para pedirles perdón por no haber conseguido devolverles a Emmanuel sano y salvo, y a pesar de su dolor, me devolvieron gratitud y consuelo por haber hecho todo lo posible por el niño», dijo en aquel momento. Personas cercanas a él cuentan que quedó devastado.

Y pensar que este cirujano quería ser veterinario... Que si no lo hizo fue porque en Valencia no había facultad. Pero, como dice, no se echa de menos lo que nunca se conoció.

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