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Pablo Delgado recibe a Revista de Valencia en su casa de Santa Bárbara.
¿Quién es Pablo Delgado?

¿Quién es Pablo Delgado?

Tanto él como su mujer son abogados, pero jamás trabajaron juntos. «Hemos estado enfrente», subrayan entre risas. Él tiene claro que en casa no se habla de faena. Más allá del secreto profesional, sería convertirla «en un segundo despacho»

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Lunes, 9 de enero 2017, 20:42

Los flashes de las cámaras han comenzado a iluminar, ya en la madurez, al abogado Pablo Delgado cuando acompaña el paso de alguno de sus mediáticos clientes, como la ex concejala de Valencia María José Alcón, el ex presidente de la Generalitat Francisco Camps o el ex vicepresidente valencianista Miguel Zorío. El letrado es un hombre de fuertes convicciones religiosas, agradable en el trato, enormemente interesado en la actualidad diaria, que se aleja del tumulto apartándose unos kilómetros, adentrándose en el imbricado callejero de Santa Bárbara, en una vivienda algo ostentosa por fuera -«así la compramos», dice Pablo- y muy acogedora en su interior. Junto a él su mujer, Clara Graullera, de formación abogada, atareada ahora con su familia, y feliz por ello.

-Usted fue cabeza de lista a la presidencia de la Generalitat por el CDS en 1995. ¿Qué se llevó de su paso por la política?

-Yo sentía esa convicción sobre la importancia de la conciencia social, del liberalismo. Estaba entonces estudiando Derecho y me alentaron compañeros y profesores de la facultad. Recuerdo a toda la gente con la que nos encontrábamos, aquella experiencia donde todo era absolutamente desinteresado (su mujer añade: «Éramos jóvenes, nos dedicábamos a pegar carteles, íbamos a mitines, junto a personajes como Adolfo Suárez, Ramón Tamames, Eduardo Punset») Además, nos conocimos nosotros.

-Se conocieron jóvenes, los dos abogados, pero nunca han trabajado juntos.

-No, juntos no, hemos estado enfrente (ríen). Pero muy bien, cada uno hace su trabajo y no hay ningún problema.

-Pablo, con los años se ha convertido en un profesional prestigioso. Incluso famoso, en casos tan mediáticos como Nóos o Taula.

-Hay abogados malos como yo que han tenido la posibilidad de tener un caso con cierta trascendencia que me ha hecho desayunar todos los días cogido del brazo de una señora (se refiere a María José Alcón), que por cierto es un encanto de mujer.

-¿Cómo se lleva esa popularidad?

-No me lo planteo. Me preocupo en realidad por mi defendido, porque el desgaste que produce un proceso de estas características, la pena de Telediario, el sambenito de estar con el capirote, paseado por la plaza pública todos los días mientras te escupen y te tiran piedras, es insoportable. La exposición pública además condiciona a los que tienen que juzgar.

-¿Se desahoga con su mujer al llegar a casa?

-Mi mujer se queja de que nunca le cuento nada. No sólo es por el secreto profesional, sino porque si además te llevas los problemas a la familia esto se convierte en un segundo despacho. Y yo me relajo disfrutando de mis hijos y haciendo arreglos caseros, con el bricolaje, porque me produce una sensación gratificante hacer cosas con las manos.

-Pero tiene aquí en el salón un ordenador.

-(Contesta primero su mujer: «Es para nuestros hijos. El ordenador está en un sitio público de la casa, y además sólo ven en la televisión los programas que autorizamos. Somos muy estrictos con su educación»). Bueno, intentamos defender unos valores, somos católicos y hemos procurado transmitirles la fe, al igual que en educación somos librepensantes y queremos que tengan un criterio propio después de poder ver diferentes opiniones en los medios de comunicación. Y por supuesto les inculcamos el respeto al otro, una frase que en esta casa se escucha todos los días.

-¿Y cuáles me diría usted, Clara, que son las cualidades de Pablo?

-(Habla ella) Es un tipo simpático, entrañable, siempre dispuesto a ayudar a los demás, e incluso es la familia quien lo sufre. La vocación de la abogacía tiene que ver con su forma de ser. Aquí viene mucha gente a hablar con él aunque no sean cuestiones relacionadas con el derecho. Es una persona que da tranquilidad.

-¿Cómo se consigue estar tantos años juntos?

-Ignorándonos (bromea Pablo). (Responde Clara: «Cualquier cosa la hacemos pensando en los dos, es parte de mí, porque hemos crecido mucho juntos y además hemos vivido experiencias fuertes que nos han unido»). Y por supuesto tiene que existir el perdón después de una discusión, que también las hay, claro.

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