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MARÍA JOSÉ CARCHANO
Martes, 14 de febrero 2017, 21:09
Óscar Atencia tiene su número de móvil colgado en la web del Instituto Valenciano de Altas Capacidades, una organización dedicada a detectar y tratar a aquellos niños que conocemos como superdotados. Está tan implicado este pedagogo en su trabajo que no tiene horas, su discurso es apasionado y saca lo mejor de sí mismo al hablar de su día a día. Rodeado de libros infantiles en su despacho junto a la estación de metro de Torrent -«para que la gente llegue con facilidad»-, se nota que Óscar ha encontrado su lugar.
-¿Por qué toma un camino tan especializado como es la atención a los menores superdotados?
-Estudié Pedagogía y entré a trabajar en un centro de protección de menores en Carcaixent. Fue una de las mejores experiencias de mi vida y ahí me di cuenta de que yo quería dedicarme a los niños que tuvieran problemas. Con la crisis la subvención acaba y me formo en Altas Capacidades, donde descubro un mundo en el que parece que quienes las tienen funcionan muy bien y son muy felices, pero muchas veces es todo lo contrario. Casi la mitad sufre problemas de integración y acaba fracasando.
-En el trabajo con menores parece que uno puede llegar a implicarse más de lo que lo haría en otros sectores de la población.
-A mí de hecho me riñen en el Consejo Superior de Altas Capacidades, del que dependemos, y a veces me dicen que me implico demasiado en los casos que trato. Yo me levanto todos los días antes de las siete de la mañana. Para mí es el momento de contestar mails de familias que me escriben preocupadas. Después me reúno con profesores, en colegios, y toda la tarde hasta las nueve de la noche atiendo aquí a niños. Cuando llego a casa, después de cenar, hay veces que me dedico a escribir informes. Además, los fines de semana también respondo llamadas.
-¿Su entorno lo entiende?
-No mucho, ten en cuenta que la mayoría de las personas tienen un horario fijo. Yo no. Que en los ratos de ocio te dediques a trabajar es algo que nadie entiende demasiado.
-¿Se da cuenta de que ha encontrado su espacio?
-Yo les digo a los niños de doce o trece años que tienen que buscar algo que les llene y les haga felices. Y por ello trabajamos, por su felicidad. Desde el punto de vista profesional es lo mismo. Que lo que hagas no sea un trabajo. Nunca lo he visto así, me voy feliz aunque sea tarde porque hago lo que me gusta. Creo que estoy aportando mi granito de arena.
-¿Cuántos padres le han agradecido lo que ha hecho por su hijo?
-Ocurre en muchísimas ocasiones. El otro día una madre me dijo que le había ayudado más a ella que al niño. Me aseguraba que en el momento en que le había comprendido los conflictos en casa se habían terminado. Y podría contar muchas más anécdotas como ésta.
-Imagino que si trata tanto con niños es que le deben de gustar, desde luego.
-Mi madre dice que a mí siempre me han gustado los niños, aunque no hubiera tradición de profesiones educativas en casa. Ahora sí, porque mi mujer, con la que me casé en septiembre, estudió Magisterio y con ella esas cuestiones relacionadas, por ejemplo, con la educación que daremos a nuestros futuros hijos están muy presentes. Lo que sí he vivido en mi familia, que está en Ontinyent, es el tema de la música. Toco la trompeta como mi abuelo y mi tío. Y he estado en la banda muchos años, en pasacalles, en fiestas de los pueblos de la comarca, sobre todo en moros y cristianos.
-Quienes venimos de fuera necesitamos volver a casa de vez en cuando para tomar aire. ¿Es su caso?
-De hecho voy todos los fines de semana. En ese sentido es verdad que yo siempre he sido muy familiar, y las amistades las tengo allí también. Es mi momento de ocio, de tranquilidad.
-¿Ha sido usted una persona con altas capacidades?
-No, pero sí hay una cuestión que comparto con algunos de ellos, y es el hecho de que yo siempre he sido un poco introvertido, me ha costado abrirme a los demás y ahí es donde me ha ayudado mucho la música. He entendido que la parte social es necesaria, porque aunque yo estaba más o menos integrado, a lo mejor prefería quedarme en casa. O me daba igual. Y en ese sentido me veo identificado con estas personas.
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