Cuenta la leyenda que un año, a principios de agosto, apareció por Benicàssim una familia extranjera de quién sabe dónde. Al principio los veraneantes no daban crédito. ¿Qué hacía allí aquella gente? ¿Quién les había invitado? ¿Cómo sabían dónde estaba Benicàssim?
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El día que ... les vieron pedir paella a las seis de la tarde, más de uno estuvo a un tris de llamar a la Policía. ¡Ni siquiera eran de Valencia! Aquello era una amenaza a una forma de vida centenaria. Bromas aparte, Benicàssim es tan familiar que lo normal es que las familias se conozcan desde hace varias generaciones.
Los festivales FIB o Rototom le han dado un cierto carácter cosmopolita, pero sólo por unos días. Cuando terminan, la playa recupera ese espíritu reposado del veraneo burgués de principios del siglo XX, época en la que se construyeron las famosas villas del paseo Pilar Coloma. «Las dos zonas bien por excelencia en Benicàssim son las Villas y las Playetas, sin rivalidad, que conste. Por allí pululan tres generaciones de muchas familias Aliño, Alfaro, Pons, Stuyck-Pons, Carpi, Maldonado, De Miguel, Ríos-Capapé, Blanco-Coll, García-Comín, Tamarit-Mora, Forcada, Boluda, Bordils, Farnós, Martinavarro, Garcia del Moral, Gómez-Trenor, Ros-Casares, Fernández-Cuesta Luca de Tena, Barandiarán…», cuenta Delia Barral, que veranea allí desde que era una niña.
Restaurantes La oferta gastronómica de Benicàssim es muy buena. Villa Angelita, Doma (antes Lipiziano), El Mercat, El Ciento 2 (de lo mejor de Benicàssim), El Charquito (típicos en el pueblo para picotear), La Traviesa, Villa Sofía (a pie de playa), Capicúa (en el pueblo, recién abierto), Olivia, Kamikace, Playachica y La Favorita.
De noche Mojitos en Travesura (el lugar de los veraneantes e Playetas y las Villas), La Lluna, Nuun, Tropical Surf.
De turismo La vía verde entre Benicàssim y Oropesa, la ruta de las Villas en el paseo conocido como el Biarritz valenciano o la torre de Sant Vicent.
El día a día en esta playa es muy tranquilo. A primera hora puedes salir de caminata o con bici por la Vía Verde, la antigua ruta del ferrocarril entre Benicàssim y Oropesa. Después, un desayuno frente al mar, en alguna terraza. «Aún se vive el verano con mañanas de playa, sobremesas de partidas de mus y tardes de pádel y tenis», cuenta Belén Bordills.
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Y ¿qué plan hacen los que conocen la zona? Antes de comer, tomar el aperitivo en el hotel Voramar o el club del Palasiet. Para comer o cenar hay mucho donde elegir, la oferta gastronómica es muy atractiva, desde las tascas del pueblo de toda la vida hasta restaurantes de diseño. Por la noche, el lugar de encuentro para tomar una copa es la terraza Travesura, un clásico con buena música y ambiente donde se encuentran los de toda la vida.
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