Román Collado: «Me dormía, pero sabía que si cerraba los ojos iba a morir»

Le entrevisté hace un lustro, entonces todavía tenía 24 años. Pero le veo muy cambiado.

Vivo mi profesión incluso más ilusionado que al principio, y conforme van pasando los años es bonito ver cómo voy recorriendo el camino que quería.

¿Tiene la sensación de que para triunfar ha de arriesgar más que los demás?

Hay tardes en que tienes que pasar una raya, y no lo haces para triunfar, sino por ti mismo, por una cuestión de amor al toro, a un compromiso con mi profesión. No quiere decir que cuando he arriesgado he triunfado, pero es cierto que traspasar esa línea es muy satisfactorio.

Se lo pregunto además porque usted sufrió una cogida muy grave en 2019.

-Es una experiencia que me ha enseñado mucho, que me ha hecho ser la persona que soy ahora mismo. Aprendí que como en cualquier momento puedo morir hay que tratar de llevar una vida que esté llena de verdad. Las cornadas forman parte de la profesión, y no quiero que me coja un toro, pero estoy dispuesto a arriesgarme.

Ha dicho que se vio al borde de la muerte.

Yo sentía que me estaba muriendo, porque al perder mucha sangre el cuerpo me pedía que me abandonara. Hubo un momento, quizás un segudno, en que cerré los ojos y los abrí rápido sabiendo que no me podía dormir porque si no me moría.

¿Tiene miedo al dolor?

A lo que tengo miedo realmente es al fracaso conmigo mismo, a no llegar donde me propongo. El dolor físico es menos importante.

¿Cuantas marcas tiene en el cuerpo?

Tengo once cornadas, pero en realidad una de las experiencias más dolorosas de mi vida, incluso más que la de Madrid, fue cuando un toro me partió el riñón en el campo y estuve dos meses en la cama. Lo pasé realmente mal.

Vuelve a Valencia, a la Feria de Fallas bien acompañado. ¿Tiene mucha presión?

Todos queremos dar lo mejor este año, y yo me encuentro muy bien, con muchas ganas de empezar. Y reencontrarme con el público de Valencia es una alegría.

¿Siente mucha responsabilidad?

Cada temporada es volver a empezar, y en esta profesión hay que tratar lo mejor de uno todas las tardes.

Sé que su madre -francesa- estaba muy en contra de que usted se convirtiera en torero, en acompañarlo a la plaza.

Lo va asimilando, pero yo entiendo que es muy duro ver a tu hijo jugarse la vida. Últimamente ha venido alguna vez. Estuvo en Madrid y me dijo que lo pasó muy mal, pero al mismo tiempo lo disfrutó.

La mayoría de toreros tienen manías, supersticiones... ¿Usted también?

Intento que no, aunque siempre que me despierto por las mañanas pongo primero el pie derecho en el suelo, igual que entro a la plaza siempre pisando primero con la derecha. Además, antes de que salga el toro rezo un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

¿En ese momento es cuando le llega todo el miedo?

Tengo miedo, claro que sí, pero también le tengo que decir que lo echo de menos cuando no toreo. Y tengo hasta ganas de sentir ese miedo.

Todavía tiene 29 años y le queda mucho tiempo para la retirada pero, ¿piensa en ella?

Me preocupa mi futuro porque me he dedicado toda mi vida, desde pequeño, al toro, pero estoy convencido de que me adaptaré. Puede que no encuentre la felicidad que consigo con el toreo, pero también sé que seguiré vinculado con él.