Susana Lozano, en el restaurante Contrapunto que ha remodelado, ubicado en los bajos del Palau de les Arts. damián torres

Susana Lozano: «Sentí tal vacío al retirarme que pensé que si no volvía me iba a dar algo»

La interiorista ha vivido situaciones difíciles que ha afrontado con mucha positividad. Metódica, disciplinada y extremadamente discreta, esta valenciana de buena cuna se ha abierto un hueco con un ejercicio de empatía y mucho trabajo

Martes, 1 de noviembre 2022, 00:58

Las raíces de Susana Lozano hablan de títulos nobiliarios -uno de sus bisabuelos era el marqués de Fregenal- y de reconocidos pintores -José y Federico de Madrazo- que han dejado una indeleble huella en la familia. «Es un honor y un orgullo», responde escuetamente al ... nombrarle a sus antepasados ilustres. La interiorista valenciana es una mujer extremadamente discreta que respira elegancia y arte en la forma de hablar, de vestir y de estar en el mundo, aunque siempre de una forma muy sutil. Tanto es así que parece pedir permiso por haber tenido éxito en su carrera y haber logrado situarse como una de las profesionales más reconocidas en Valencia. Quizás parte del talento le venga de sangre, pero sobre todo Susana se reconoce como una persona muy trabajadora, disciplinada y metódica, una fórmula de triunfo a la que ha sumado la empatía para reconocer las necesidades de los demás. Aunque no hablen.

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-¿En qué momento está?

-La verdad es que estoy en una época muy bonita, con muchos retos diferentes, y encantada de poder vivirlo. Un edificio en la avenida de Francia, el hall del Casino de Agricultura, el restaurante Contrapunto, son algunos de los proyectos que he terminado recientemente, además de la colaboración con muchos arquitectos valencianos punteros.

-¿Hay secretos?

-El nivel de motivación y de ilusión es enorme. Yo creo que cuando tienes un planteamiento serio y la gente te ve motivada y con capacidad para poder responderles y ofrecerles el resultado que ellos esperan es algo que te va posicionando.

La entrevista tiene lugar en Contrapunto, el restaurante del Palau de les Arts que gestiona Gourmet Catering y que ha redefinido después de que su propuesta ganara frente a otras empresas que se presentaron a la convocatoria. Al destacar positivamente algunos detalles del trabajo hecho, sonríe tímidamente.

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-¿Qué vio en el mundo del interiorismo que la atrapó de esta manera?

-Desde pequeñita me apasionaba la decoración. Yo, que soy la pequeña de tres hermanas, me iba con mi madre a todas partes, a los anticuarios, a los rastros... A ella le encantaba comprar muebles y restaurarlos.

Los imprescindibles de Susana Lozano

Un arquitecto valenciano consolidado.

Antonio Altarriba y Hugo Navarro - Hunasai.

Un arquitecto valenciano con proyección.

La Quinta Fachada Arquitectos.

Un interiorista al que admire.

Anouska Hempel, Christian Liaigre y Lambs and Lions.

Un diseñador valenciano de producto.

Adrián Salvador.

Un fabricante valenciano de muebles.

Expormim.

Un diseñador de moda valenciano.

Juan Vidal.

Un artesano.

Juan Andrés, el herrero de la calle Corretgeria.

Un restaurante que destaque por su interiorismo (que no sea Contrapunto).

Living Bakkali.

Una tienda de complementos de hogar en Valencia.

La guinda de tu fiesta.

Su calle preferida de Valencia.

La calle de La Paz.

Su monumento o edificio preferido en Valencia.

¡Dificil elegir! Me quedo con la Lonja.

Un lugar para perderse en Valencia.

Su cielo, el año pasado tuve la oportunidad de volar en un ultraligero… ¡sueño con volver!

Una ciudad del mundo.

Para vivir, Valencia.

Para divertirse, Madrid.

Para vibrar, Nueva York.

Para amar, París.

Para inspirarse, Londres.

Para comprar, Milán.

Para descubrir, Río de Janeiro.

Para sorprender, Abu Dabi.

Para soñar, Jaipur.

Para aprender, Tokio.

¡Pero Valencia siempre!

-Y se puso a decorar...

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-Recuerdo una anécdota que quizás transmita bastante bien hasta qué punto me ha gustado. Cuando mi hermana se trasladó a vivir a Madrid, alquiló una casa en la calle Lagasca y estuvo seis meses viviendo con todas sus cosas embaladas porque no había tenido tiempo de ponerse a colocar los muebles, a comprar lo que hacía falta. Yo entonces tenía diecisiete años y cuando en junio terminé las clases me fui un par de semanas con ella. El primer día, cuando volvió de trabajar, tenía todo colocado en su sitio, le había puesto unas flores, le había organizado las alfombras, me había ido al rastro a comprarle algunas cosas…

-¿Cómo fueron sus inicios?

-Fue al nacer mi hija cuando monté junto a mi ex marido un negocio de decoración.

-¿Les costó mucho hacerse un hueco?

-Una amiga mía me encargó un proyecto el mismo día en que inauguramos la tienda. Desde el principio tuvimos mucho trabajo, él llevaba unos clientes, yo tenía otros, y sólo la separación nos obligó a cerrar la tienda.

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«Hasta en los momentos más duros he dicho: 'hay que tirar hacia delante'»

-¿Qué hizo en ese momento?

-Intenté tomar otro rumbo profesional, pero es que pasados unos meses me di cuenta de que si no me dedicaba al interiorismo me iba a dar algo. Tenía un vacío… Y un día una amiga mía me dijo: «hay gente que te está esperando». Era enero de 2014, y sentí una emoción que hacía tiempo que no experimentaba. Mi madre fue la que me animó a ocupar una de las viviendas familiares que estaba vacía, que me instalara en ella para montar el estudio. Yo siempre he sido bastante decidida, pero las personas que te quieren pueden tener una visión más objetiva, y la verdad es que lo único que recibí de mi entorno fue mucho apoyo.

-¿Cómo recuerda aquella vuelta a empezar?

-Empecé sola en el estudio, y al día siguiente tenía un proyecto precioso en la calle Sorní, y a los días una casa en las Rotas de Dénia maravillosa. Fue un subidón, y pensé: 'es cierto, me estaban esperando', porque las dos clientas me dijeron que no habían sabido a quién acudir hasta que se enteraron de que había vuelto a trabajar. Poquito a poco otra vez fui abriéndome hueco.

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«Empezaría de cero una tercera, una cuarta vez, las que hiciera falta»

-¿Cree en segundas oportunidades, en volver a empezar?

-Sí, totalmente. Yo creo que si tienes claro lo que quieres, si trabajas, las segundas oportunidades siempre son buenas. Es más, volvería a empezar de cero una tercera, una cuarta vez, y las que hicieran falta. Soy muy positiva, y pienso que si algo no ha podido ser, después llegará algo mejor. Incluso una pandemia que nos encierre a todos en casa. Y lucho. Hasta en la época de mi divorcio, que fue muy duro, pensé: 'hay que tirar hacia adelante'. Luego encontré una persona maravillosa y me volví a casar.

-¿Es difícil conseguir un estilo propio?

-Cada proyecto es de un palo porque cada cliente es diferente, pero sí respiran algo en común: un orden, un equilibrio de formas, de simetrías, de materiales... Siempre hago un ejercicio de empatía, me fijo en las cosas que le gustan al cliente, cómo va vestido, y escucho mucho para intentar atinar siempre.

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-¿Es importante escuchar?

-Y observar. Desde el lenguaje no verbal, la forma en la que te hablan, qué te transmiten. Todo influye en que el proyecto sea lo que buscan.

Los tonos en crudo y negro son protagonistas en el proyecto de Susana Lozano en Contrapunto, que se ha alargado durante varios meses. damián torres

-Usted basa su estilo en el orden y el equilibrio. ¿Hasta qué punto estas características están presentes en su forma de ser?

-Son parte de mí. Yo siempre busco el orden, soy una persona muy metódica, disciplinada, y eso se nota en la forma de decorar. Porque el orden y el equilibrio hacen que la casa sea más cómoda, y que todo el mundo que viva en ella tenga lo que va a necesitar. Además, pienso que una casa con una estructura ordenada se mantiene mejor a lo largo del tiempo y con las modas. Yo creo que a todo el mundo le gusta el orden, quizás no tanto ordenar. Pero las distribuciones y los colores siempre intento que transmitan calma. Una casa tiene que ser un refugio de paz.

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-¿Alguna vez ha tenido miedo de no encontrar la inspiración?

-La edad te va dando un peso y una tranquilidad a la hora de afrontar un proyecto. Es verdad que si estoy muy saturado tengo que dejar algo de lado para poder abrir la mente, y a los dos días comienzo a imaginar.

-¿Mira mucho atrás?

-No. Siempre está presente, nos acompaña, aunque no piense en ello. Me acuerdo mucho de mis padres, que ya no están. En qué habrían hecho ellos en determinadas circunstancias. En lo que he vivido, porque forma parte de mí y me ayuda a seguir mi camino. El pasado está ahí y no se puede obviar, pero soy una persona muy positiva. Y si hay algún obstáculo en el camino, no pasa nada. Lo rodeo, o lo salto.

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-¿Sus hijas seguirán su mismo camino?

-Tengo dos hijas y dos de mi marido; las cuatro son ya mi familia y todas tienen una sensibilidad especial. De hecho, una está estudiando Arquitectura, otra moda, otra interiorismo.

-¿Ha cumplido esos sueños que tenía de pequeña?

-Sí, el estudio es para mí un sueño hecho realidad. Además, tengo la suerte de que mi hija pequeña está estudiando interiorismo, así que es como un doble sueño, el hecho de que el día de mañana pueda recoger el testigo y estar trabajando conmigo.

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-Como buena planificadora, ¿ya tiene pensado su futuro?

-Es que a mí me gusta pensar en el futuro como gimnasia mental, y aunque pueden suceder diez mil cosas, me imagino diferentes escenarios y qué haría en cada uno de ellos. Incluso si nos volvieran a encerrar. Pero si me pregunta cómo me veo en el futuro, ya le digo yo que seguiré igual. Quizás en unos años lo haga de otra manera, con más tranquilidad y delegando más, pensando también en mi hija, pero es que a mí me gusta mucho trabajar y no necesito retirarme, al contrario. Mientras me encuentre bien seguiré haciendo lo que hago porque me apasiona.

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-Dígame en qué momentos consigue sacarse de la cabeza los proyectos que tiene en marcha.

-Cuando estoy con mis hermanas, o cuando me voy de viaje con mi familia consigo desconectar. Sobre todo esquiando consigo que la cabeza se vacíe. Eso sí, tiene que coincidir que todos en el estudio estemos de vacaciones, porque un whatsapp o un correo electrónico me devuelve enseguida a la realidad. Es difícil, de todas formas, conseguirlo, porque mi cabeza nunca para.

-¿Cómo está Valencia en el mundo del diseño?

-La veo muy bien, hay excelentes profesionales y clientes muy proactivos. Durante la pandemia hubo unos meses en los que estábamos a la expectativa, qué saldría de aquella situación tan anómala, pero la realidad es que la gente miró hacia adentro y la reacción fue buenísima. Además, hay capital privado con ganas de hacer cosas bonitas que embellecen y hacen más grande Valencia. A nivel particular hay una ilusión por la casa que no habíamos visto antes, en estar bien y de forma confortable en una ciudad que siempre ha mirado muy hacia afuera por el buen clima del que disfrutamos. Además, fuera de nuestro territorio, por ejemplo en Madrid, los profesionales valencianos gustamos porque somos muy frescos.

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