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Acostumbrada a pasar la Nochebuena con vistas al Mercado de Colón, donde vive su familia, Lucía Pérez-Manglano Villalonga confiesa que estas son las primeras ... navidades que pasa fuera de casa. Su residencia habitual está en Madrid, donde trabaja desde hace seis años en un reconocido despacho de abogados, por lo que conoce bien la sensación de volver a casa por Navidad. Sin embargo, este año su instinto viajero y curioso la animó a cruzar el charco para pasar unos meses trabajando en Chile, y consciente de que serían unas navidades muy lejos de su hogar, una amiga la invitó a celebrar las fiestas junto a su familia en la ciudad de Guayaquil, al suroeste de Ecuador. «Las celebraciones son muy parecidas a las de España, aunque aquí se vive de manera mucho más intensa el catolicismo. La Navidad es una fiesta profundamente religiosa», comparte Lucía desde Ecuador con seis horas de diferencia horaria y con una temperatura que nada tiene que ver con la de la Navidad española.
El domingo 22 de diciembre celebraron el cuarto domingo de adviento, en el que toda la familia se reunió para rezar y cantar villancicos. «Fue un domingo muy espiritual, ¡hicimos también un akelarre! La tía María Gabriela nos hizo una lectura de cartas», cuenta Lucía entre risas y emoción. En América del Sur es tradición que los regalos navideños se entreguen la noche del 24 de diciembre, traídos por el Niño Jesús, y tienen también costumbre de celebrar el amigo invisible.
Lo que Lucía más ha echado de menos este año ha sido la tradición que comparte con su hermana, su madre y sus mejores amigas, de ir a darse un baño en el mar Mediterráneo antes de la comida del día 25. Y confiesa que a pesar de que la experiencia ha sido increíble, ha echado mucho de menos a su familia en unas fechas como estas. El día 1 regresa a España, justo a tiempo para pasar los últimos días de fiestas junto a su familia y celebrar el día de Reyes en Valencia.
Pero antes aprovechará para disfrutar de una Nochevieja única y diferente en el norte Ecuador, donde tendrán un completo día desde por la mañana, con regatas de barcos y otras actividades. Después una cena en familia, y a medianoche la fiesta, que dura, igual que en España, hasta la salida del sol del primer día del año. Un final especial para unas navidades que, aunque lejos de casa, han dejado en Lucía recuerdos inolvidables.
A la rareza de pasar unas navidades fuera de casa se le suma la singularidad del calor ecuatoriano en estas fechas. Celebrar la Nochebuena en tirantes, o planear pasar la Nochevieja a orillas del mar y al aire libre ha sido sin duda lo más curioso de estos días para Lucía. Una atmósfera completamente opuesta a las frías navidades españolas, aunque con la misma calidez familiar.
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