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ELENA MELÉNDEZ
Domingo, 15 de julio 2018
Entre los lugares de Berlín que fascinan a Sonia Rayos sobresale la Biblioteca Estatal. En opinión de la arquitecta, este edificio de grandes proporciones diseñado por Hans Scharoun consigue emocionar gracias al contraste entre los espacios abiertos, la distribución ordenada y el juego de alturas. «La iluminación resulta espectacular y entra proyectada a través de unos lucernarios. En la biblioteca transcurre además gran parte de la película 'El cielo sobre Berlín', de Wim Wenders, que es una de mis favoritas», explica. A Sonia y a su pareja, Ibán Ramón, les gusta hacer cada año un viaje con sus respectivos hijos. Ella ya conocía la capital de Alemania y le pareció que reunía los suficientes atractivos para ser disfrutada en familia, así que esa histórica ciudad fue el destino escogido para las vacaciones del pasado verano.
Para alojarse alquilaron un bonito apartamento en el barrio de Prenzlauer Berg, que a Sonia le recuerda Ruzafa, pues vive mucha gente joven con niños y tiene numerosos parques, así como encantadores cafés. Las mañanas las empleaban en visitar museos como el Labyrinth Kindermuseum y el Machmit Museum, dos espacios pensados para satisfacer los gustos de los más pequeños y a la vez ponerlos en contacto con el arte. A mediodía hacían una parada para comer. Aunque Sonia no toma carne, el resto de la familia disfrutó degustando las típicas salchichas locales acompañadas de chukrut. «Me gustó mucho el Café am Neuen See, en el Tiergarten, que es muy bonito y está junto a un lago».
Por la tarde iban a pasear por los diferentes barrios. Para moverse en la ciudad, Sonia e Ibán compraron un bono de metro, autobús y tranvía con el que los niños podían viajar sin pagar. Una zona que les fascinó fue el barrio judío. Allí los pequeños se sorprendieron observando los enormes grafitis que cubren muchas de las paredes. Sonia, por su parte, pudo visitar anticuarios y tiendas de decoración que te brindan la oportunidad de adquirir piezas de diseño a muy buen precio. «Es una zona increíble en la que está muy presente la dura historia de la ciudad. En los suelos de las aceras han colocado los nombres de los judíos que se llevaron a campos de concentración. A los niños les generaba mucha curiosidad». También les llamó poderosamente la atención la enorme cicatriz grabada en el suelo que marca el emplazamiento del antiguo muro. «Se puede ver a lo largo de toda la ciudad y te hace reflexionar sobre el pasado no tan lejano de Berlín».
Una tarde se desplazaron hasta el barrio de Hansaviertel. Allí arquitectos como Le Corbusier y otros racionalistas de la época llevaron a cabo experiencias de vivienda social durante la posguerra. «Me gusta mucho la ciudad porque no tiene un centro histórico definido. Parece que estás siempre en las afueras. Las avenidas son amplias y abunda la vegetación. Me parece muy interesante el tipo de arquitectura, pues convergen varios estilos del siglo XX».
Les gusta mucho callejear, perderse por la ciudad dejándose llevar y descubrir de este modo rincones especiales. Para Sonia es importante entender que a la hora de viajar con niños hay que asumir que se va a otro ritmo más pausado. Un tempo diferente que a ella le permite observar el entorno con otros ojos y quedarse con detalles en los que de otra manera no hubiera reparado. «Hay muchas cosas pequeñas que se convierten en extraordinarias, como los traslados en tranvía o hacernos todos juntos un retrato de fotomatón, algo que nos encanta realizar en todos los viajes».
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