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La diseñadora no quiso perder la oportunidad de traerse kimonos de seda, la prenda tradicional que usabanlos japoneses hasta la posguerra. LP

El viaje inolvidable de... Raquel Silvestre

Su pareja, Paco Roca, presentaba una publicación en Japón. Esa fue la excusa para organizar un viaje en familia de un mes al país nipón, donde el cómic manga, el ramen y también las playas paradisíacas marcaron su día a día

ELENA MELÉNDEZ

Sábado, 30 de marzo 2019, 00:43

Hacía tiempo que la diseñadora gráfica Raquel Silvestre y su pareja, el dibujante de cómic Paco Roca, tenían en mente ir a Japón. La oportunidad llegó el pasado mes marzo cuando Paco fue invitado por el Instituto Cervantes de Tokio para presentar su obra 'En la Casa'. Decidieron entonces organizar un viaje de un mes en familia con Raquel, las dos hijas de la pareja y una sobrina que les ayudaba con las niñas. «Algunas noches salíamos ella y yo y Paco se quedaba de niñero», recuerda con una sonrisa.

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Al llegar a Tokio la primera impresión fue de impacto: «no tiene nada que ver con lo que has visto antes. Te llama la atención la cantidad de gente, el ruido de la música, los coches… son diferentes, todos van muy organizados y nadie habla por la calle. Es como estar en una fiesta en la que los invitados están muy quietos», explica. Allí pasaron una semana alojados en el barrio Ikebukuro, una zona animada repleta de tiendas y restaurantes. Raquel, como ella misma apunta, pudo dar rienda suelta a su faceta más 'freak' y visitar las numerosas tiendas manga y recreativos temáticos donde organizan una suerte de Yinkanas ambientadas en Dragon Ball y otros dibujos. «Antes de conocer a Paco a mí ya me fascinaba la novela gráfica y el anime. Tokio es un paraíso para los que nos gusta este mundo, los domingos mucha gente sale disfrazada a las calles como los personajes manga».

Así es Tokio

Una de las jornadas visitaron el Studio Ghibli, donde se han producido grandes películas japonesas de animación de los últimos años como 'El viaje de Chihiro' o 'La princesa Monokoke'. También fueron a varios de los templos que rodean la ciudad, como Nikko o Kamakura. Su viaje coincidió además con el Sakura, que es la época en la que florecen los cerezos. Por ello, uno de los días fueron invitados por el dibujante español de ascendencia japonesa Ken Nimura a un picnic en un parque para poder presenciar de cerca el bello fenómeno natural. De Tokio viajaron a la montaña Takayama, que ofrecía un paisaje nevado y después pasaron unos días en Kioto, donde visitaron el Palacio Imperial y se hospedaron en una casa tradicional japonesa con tatamis, mesas bajas y su propio jardín con un río. También fueron a Nara, una zona boscosa donde los ciervos están en libertad, «en cuanto bajas del autobús se te echan encima para que les des comida, fue una experiencia bonita pero a la vez inquietante».

Lo que más les gustó de todo el viaje fue la isla de Miyajima, una ínsula que toda entera es un templo y que alberga playas paradisíacas, santuarios y puestos de comida sencilla y deliciosa. «Llegamos en un barco, el agua es de un azul intenso y el entorno es precioso». Raquel disfrutó mucho de la gastronomía local y probó distintas versiones de ramen, mucho sushi y distintas recetas que compraba en puestos callejeros y que no son conocidas en nuestro país. Pese a que pasaron allí un mes asegura que tiene ganas de volver para disfrutar de Tokio una semana más y conocer las islas del sur. «Es un viaje muy recomendable, Japón es un mundo aparte. Hay muchísimos contrastes, es el lugar más cívico en el que he estado, Tokio una ciudad con una organización increíble».

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