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Viernes, 6 de noviembre 2020, 00:57
Pese a que su abuelo paterno fue un reconocido matador de toros, la vocación no fue entendida en la familia. «Hubo incomprensión y sufrimiento, pensaban que era una locura que me iba a llevar a la ruina», dice el torero, que ejerce ahora de padre de una niña de cinco años a la que le inculca «amor por esta cultura».
IVÁN ARLANDISPese a que su abuelo paterno fue un reconocido matador de toros, la vocación no fue entendida en la familia. «Hubo incomprensión y sufrimiento, pensaban que era una locura que me iba a llevar a la ruina», dice el torero, que ejerce ahora de padre de una niña de cinco años a la que le inculca «amor por esta cultura».
IVÁN ARLANDISPese a que su abuelo paterno fue un reconocido matador de toros, la vocación no fue entendida en la familia. «Hubo incomprensión y sufrimiento, pensaban que era una locura que me iba a llevar a la ruina», dice el torero, que ejerce ahora de padre de una niña de cinco años a la que le inculca «amor por esta cultura».
IVÁN ARLANDISPese a que su abuelo paterno fue un reconocido matador de toros, la vocación no fue entendida en la familia. «Hubo incomprensión y sufrimiento, pensaban que era una locura que me iba a llevar a la ruina», dice el torero, que ejerce ahora de padre de una niña de cinco años a la que le inculca «amor por esta cultura».
IVÁN ARLANDISPese a que su abuelo paterno fue un reconocido matador de toros, la vocación no fue entendida en la familia. «Hubo incomprensión y sufrimiento, pensaban que era una locura que me iba a llevar a la ruina», dice el torero, que ejerce ahora de padre de una niña de cinco años a la que le inculca «amor por esta cultura».
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IVÁN ARLANDISPese a que su abuelo paterno fue un reconocido matador de toros, la vocación no fue entendida en la familia. «Hubo incomprensión y sufrimiento, pensaban que era una locura que me iba a llevar a la ruina», dice el torero, que ejerce ahora de padre de una niña de cinco años a la que le inculca «amor por esta cultura».
IVÁN ARLANDISPese a que su abuelo paterno fue un reconocido matador de toros, la vocación no fue entendida en la familia. «Hubo incomprensión y sufrimiento, pensaban que era una locura que me iba a llevar a la ruina», dice el torero, que ejerce ahora de padre de una niña de cinco años a la que le inculca «amor por esta cultura».
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