El nuevo precio del aceite de oliva virgen extra en los supermercados desde este lunes 10 de marzo
Un agricultor con una cruz, ayer, en la protesta por los bajos precios ante la hoguera en un campo de Algemesí. efe

El campo valenciano se asfixia

La Comunitat pierde 2.000 parcelas en un año al reducirse los precios

Martes, 16 de marzo 2021

La baja rentabilidad de los cultivos agrícolas que se arrastra en el campo valenciano desde hace décadas ha llevado al sector a una situación agónica. Tan mal lo están pasando los agricultores que uno de ellos ha querido simbolizar el drama de mantener su cultivo de naranjas vendiendo por debajo de costes, quemándolo por no poder aguantar más.

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«En las últimas cinco campañas he perdido dinero en todas menos una, y encima en la última únicamente he percibido 0,07 euros por kilo, con lo que pierdo 20 céntimos por cada kilo vendido«, lamenta Ismael Navarro, un joven agricultor de Algemesí.

La desesperación de Ismael es común en el sector. Sólo en 2020, más de 2.000 campos se dejaron de cultivar debido a que los gastos triplican los beneficios de muchos agricultores.

«Lo mejor es dejarlo sin cultivo y no perder más dinero porque pese a ser mandarinas de calidad no se consigue rentabilidad», denuncia este agricultor.

En la última década la Comunitat Valenciana ha perdido un 7% de superficie de cultivo y en los últimos 20 años esta cifra se sitúa ya en el 16%. Por cultivos, los cítricos son los más afectados con 30.000 hectáreas menos en producción y tras ellos la viña con 25.000 hectáreas.

Los agricultores valencianos buscan nuevas alternativas de producción como el kiwi o el aguacate que ahora son los productos más rentables. Pero se necesita una importante inversión para comenzar de nuevo y es difícil de costear tras años de pérdidas como las que arrastran muchos de los agricultores que optan por dejar las producciones más tradicionales.

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La crisis de precios ya afecta a cultivos como el caqui, que en la última década había sido un revulsivo para el sector agrícola, sobre todo, en la zona de la Ribera donde se congrega el 90% de la producción.

No obstante, en los últimos años también se ha comenzado a cortar estos árboles por la pérdida de producto debido a las plagas y la falta de alternativas para combatirlas y por los bajos precios.

La simbólica 'cremà' de naranjos de Algemesí no es un caso aparte. Julio es un agricultor de Alzira que hace más de una década ya desistió de ganar dinero con los cítricos. «La situación era muy difícil y no cubría gastos así que decidí cambiar», explica. Él optó por las nectarinas y por diversificar con otros productos de huerta para subsistir. «No me planteo volver a las naranjas y cada vez veo como son muchos los que pruebas nuevas variedades aunque nadie se hace rico con esto, ,aguantamos por el amor a la tierra», comenta.

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Esta campaña citrícola además se enfrenta a una reducción del 30% de su producción por las inclemencias meteorológicas y las plagas. Esto ha generado una subida de precios que sigue siendo insuficiente para cubrir costes al recolectar muchos menos kilos y tener más gastos por los nuevos protocolos.

Legislar sobre precios justos

Desde AVA-Asaja reclaman medidas esenciales para atajar el problema de la baja rentabilidad. Solicitan acuerdos comerciales con reciprocidad y que se estudie el impacto en el sector agrícola. También que el Ministerio de Agricultura ponga en marcha una reforma de la ley de Cadena Alimentaria para establecer los costes de producción y que no se pueda vender por debajo de ese precio. El presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, ha anunciado que denunciará a las grandes superficies que promocionan las naranjas a 0,50 el kilo.

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«La mejor ayuda para los agricultores son que nos garanticen unos precios mínimos«, asegura el joven agricultor de Algemesí.

Para el representantes del sindicato agrario «o los políticos protegen a los agricultores y ganaderos o luego no se rasguen las vestiduras por el despoblamiento del medio rural. Si queremos alimentos de proximidad, si queremos salud, si queremos recuperar la economía, si queremos luchar contra el cambio climático, hay que garantizar unos precios justos a los productores, porque si el campo muere, el resto de la sociedad irá detrás».

 

Arroceros de Pego barajan no sembrar al desplomarse las ayudas

«Sin las ayudas, las cuentas no salen, no vale la pena seguir». Algunos arroceros de Pego barajan dejar de cultivar arroz en la Marjal tras conocer la reducción que pretende imponer el Ministerio de Agricultura en las ayudas de Política Agrícola Común (PAC) para el periodo 2023-2027. Los agricultores de la Comunitat Valenciana sufrirían una pérdida de 18 millones de euros cada año en ayudas directas, entre ellos, el sector arrocero.

De hecho, apuntan, el recorte podría alcanzar el 50% respecto a las ayudas recibidas en el año 2019. Cuantías, explican, necesarias para poder sacar adelante la producción, «son un apoyo para hacer frente a todos los gastos que implica el cultivo del cereal».

Explican que con el precio actual que está cobrando el agricultor por el arroz que cultiva «no se cubren los costes de producción. Se necesita el complemento de la ayuda de la PAC para cubrir gastos».

Por el momento, la próxima campaña sigue adelante, será en 2023 cuando se empiece a aplicar el recorte a las ayudas. Será entonces, «si no cambian las cosas» cuando este grupo de arroceros tomen la decisión entre seguir o no. Algo que para AVA -Asaja «provocaría un tremendo impacto medioambiental para el paraje natural».

Por todo ello, desde el sindicato exigen medidas compensatorias para los sectores más afectados, especialmente la ganadería y el arroz, «ya que el brutal recorte que se vislumbra pone en riesgo la continuidad de las explotaciones».

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